La psicogenia del ministro Alejandro Gaviria

La psicogenia del ministro Alejandro Gaviria

Su teoría es que 200 niñas del Carmen de Bolívar imaginan que están enfermas.

Por: Pablo Emilio Obando Acosta
septiembre 05, 2014
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La psicogenia del ministro Alejandro Gaviria
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De acuerdo a la definición del diccionario de la RAE -Real Academia Española- en su última edición, psicogènia se define como ”Engendrado u originado en la psique”. Y la psique hace referencia, de acuerdo a este mismo diccionario, al “alma humana”, dicho en términos más precisos y exactos cuando alguien atribuye a factores psicogénicos una supuesta enfermedad o sus síntomas externos en un grupo de personas, está haciendo clara referencia a problemas del alma y esta no es otra cosa que, según la misma RAE, el “principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida”.

Y hacemos relación a este término por cuanto el ministro de salud de Colombia, Alejandro Gaviria Uribe, “economista e ingeniero civil colombiano, nacido en 1965 en Santiago de Chile, de padres colombianos y criado en Medellín. Desde el 3 de septiembre de 2012 se desempeña como ministro de Salud y de la Protección Social”. Razones y títulos de peso para considerar que las declaraciones, afirmaciones y dictámenes de este profesional son válidas en el caso concreto de las más de 200 niñas del Carmen de Bolívar, en Colombia, que presentan signos inequívocos de las reacciones adversas de la vacuna del papiloma humano y que él considera, en su ministerial sabiduría y entender, que son simples manifestaciones psicogénicas.

Nos preguntamos, y esa debe ser la inquietud de los colombianos, qué hace un profesional de la ingeniería y de la economía en un cargo de tanta importancia como es la salud. Zapatero a tus zapatos, decían nuestros mayores y, sin duda alguna, este ministro tiene méritos en los campos de su profesión, pero deja muchas dudas en sus comentarios médicos que parecen sustentarse en artes adivinatorias, pues sin siquiera ver a las niñas de Carmen de Bolívar, de practicarles un simple examen y a simple vista lanza la hipótesis que todo se debe a factores psicogénicos, niñas que, de acuerdo a sus afirmaciones, están enfermas de alma y presentan alteraciones en su “dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida”. Entendemos ahora el fracaso del modelo de la salud en Colombia regida por un ministro que sabe mucho de finanzas, de concreto y de infraestructuras pero que, seguramente, y no es culpa suya, desconoce los principios básicos de la vida y del alma que sustenten la sensibilidad e intelectualidad de los humanos.

Debemos ser serios y tratar a la salud con la rigurosidad que requiere. Pero estos factores no se los podemos exigir a un ministro que siendo economista e ingeniero se desempeña como el guardián de la salud en territorio colombiano. Así la salud únicamente podrá ser rentable pero jamás sustentable, si aplicamos los principios económicos a este renglón de nuestra sociedad la enfermedad terminará siendo un gran negocio que se medirá y sustentará por su exclusiva rentabilidad. Alejandro Gaviria Uribe, cuenta entre sus títulos profesionales “de Ingeniería Civil en la Escuela de Ingeniería de Antioquia. Posteriormente estudió una maestría en Economía en la Universidad de los Andes. Es Doctor en Economía de la Universidad de California, San Diego”. Nada que ver con la medicina o con la salud y de ahí el fracaso social y el éxito económico de la salud , puro neoliberalismo aplicado sin anestesia al bolsillo de los colombianos. Igual aconteció con la saliente ministra de educación de Colombia, María Fernanda Ocampo, que era una experta en finanzas pero ignorante por completo en temas relacionados con la educación, y ahí el fracaso y los últimos lugares en pruebas internacionales que nos dejaron mal librados y sin esperanza de redención alguna.

Si aplicaran pruebas y estándares internacionales de salud bajo el mismo rigor de las pruebas del sector educativo ocuparíamos los últimos lugares y eso significaría que nos estamos muriendo y enfermando sin que el sistema de salud nos brinde posibilidades de redención. Y así nuestros niños continuarán presentando simples manifestaciones psicogénicas ante una realidad diferente y quizá más cruel, pero que resulta más rentable por requerir menores intervenciones médicas. Un siquiatra hará las veces de exorcista con estas niñas y las convencerá de ser culpables de meter en su alma y en sus vidas simples rumores psicogénicos que alteran la tranquilidad de un gobierno y de unas políticas sanitarias en Colombia

Con el debido respeto, necesitamos los colombianos un experto en salud, un profesional de la medicina que rija este ministerio .con idoneidad. Bien sabemos que la economía nacional se está acomodando a un nuevo orden mundial y que todo deber ser rentable y dejar ganancias para los usureros de turno, pero la salud debe ser sagrada y no considerar, por ejemplo, que las camas de pediatría pueden dejar excedentes y ganancias, eso no es pensar en la salud de los colombianos, eso es, simplemente, mostrar afectos por los banqueros del mundo y por inversionistas que todo lo miden con el rasero de la utilidad. No en vano nuestro ingeniero civil y ministro de salud ejerció como investigador del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Mientras tanto rodeemos a nuestras niñas de Carmen de Bolívar y de la gran mayoría de regiones de Colombia, que siendo víctimas de una vacuna censurada y cuestionada en gran parte del mundo, se continúa promoviendo en Colombia en niñas de tan solo nueve años de edad. Pedimos, una vez más, moratoria en su aplicación, celebramos que se nos haya escuchado y se anuncie un debate en el congreso de Colombia y se cree un fondo de compensación para estas niñas y sus familias. No podemos ser ciegos ante una realidad palpable y sentida, ni sordos ante un clamor que brota de unas almas sencillas y humildes. Psicogenia la del ministro que considera que sus estudios de finanzas y economía o de ingeniería son aptos para dirigir un ministerio de tanta importancia nacional, psicogenia la de nuestro pueblo que repite maquinalmente los dictámenes de un ingeniero y se refiere a sus enfermedades como simples actos psicóticos La psicogenia si existe y estamos ante una manifestación muy clara de ella: nos han hecho creer colectivamente que la salud debe regirse por normas de mercado, un cuento bien contado que deja grandes dividendos y que permite que economistas e ingenieros ejerzan en ministerios de salud sin que nadie refute sus actuaciones y sentires.

 

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