Hay un dicho muy popular que dice que “cuando un animal parece pato, camina como pato, grazna como pato, tiene pico y plumas de pato, tiene que ser pato”, sin embargo en Colombia este axioma popular no se cumple, se cuestiona o se niega, pues aquí esa descripción va a encontrar a políticos, abogados, antropólogos, sociólogos, filósofos, sicólogos y a cuanto profesional o científico se necesite, que van a cuestionar y a sostener otra verdad a partir de los mismos argumentos.
Los presentes comentarios los realiza una persona de clase media, si se le puede decir así a alguien que sobrevive sin deberle nada a nadie pero que a la vez no tiene un céntimo para invertir en nada distinto que en el sueño de un país mejor, ecuánime, distinto, y que piensa o que no encuentra otra explicación a lo que quiero insinuar y luego explicar; sé que puedo pecar de parcializado, desinformado, de mal educado, de “mala leche”, de ingenuo, de inocente, de mal pensado, de despistado, de h.p., de muchas otras cosas, pero parto de otro refrán popular muy colombiano y a la par muy sabio, que dice que “cuando el rio suena es porque piedras trae” y que muchos de estos ruidos los venimos escuchando desde que nacimos.
No existe la prueba reina que certifique que lo que asevero sea la misma verdad para todos o la de la mayoría, y ese es un gran obstáculo para poder hacer una afirmación sin el riesgo de cometer una injusticia o de decir una verdad a medias que pueda terminar por ser una mentira parcial y termine por ofender a personas honestas pero que creen en métodos para hacer los cambios, o en personas que utilizan esos métodos, en los que yo no creo, a pesar de esto me arriesgo a decir lo que quiero y debo decir.
Voy a llegar a mis sesenta años de edad y puedo asegurar que no existe un momento, en mi memoria, que no relacione mi existencia de ser humano o de ciudadano colombiano, que intentando vivir apegado a una legalidad explicita que implica haber trabajado en actividades legales en empresas legales, ya sea privadas o públicas y apegadas a la institucionalidad, que cree, después de tantas decepciones, en la importancia de la función de autoridad que debe ejercer un Estado Social de Derechos, por medio de sus diferentes instituciones, y que a la vez no haya convivido paralelamente con un Estado que convive con la corrupción, la violencia, la muerte fácil, el delito, la trampa, la politiquería, el populismo, la avaricia, el alcohol, las drogas, el narcotráfico, el anhelo de la suerte inmediata, la religiosidad espuria que con un rezo perdona lo que sea, el fanatismo a la viveza y a la picardía, el atajo como camino predilecto, la justificación de la mentira ya sea grave o piadosa, la facilidad a utilizar el engaño, la falsedad, la hipocresía, el deseo del camino corto, la mala educación como costumbre, darle el doble sentido a lo que debe ser de un solo sentido, la ignorancia atrevida y tantas otras atribuciones, debilidades y maldades de quienes creen tener la razón y que así han venido manejando a nuestra Nación, creando una impronta de ilegalidad en todo lo que hacen y que generan en este país esta falta de confianza en la autoridad, en los dirigentes, y en nuestro propio futuro. La indolencia de nuestro Estado, cooptado por para-poderes, en favor de minorías, ha generado tal nivel de para-estados que estos se han enquistados en el Erario público, y podría generalizar al hacer esta aseveración, que este comportamiento a permeado a todo tipo de negocios, a la economía en general, y de esta actitud no se salva el sistema de justicia ni menos el andamiaje o la infraestructura social, y con ello han venido ignorando y despreciando las verdaderas necesidades y anhelos de la gente, del pueblo, y con esto caigo en la descripción de la visión de un comunista o de un izquierdoso, al considerar que estos grupos ilegales vienen desfalcando y a la par desangrando al resto de la sociedad que vive en el miedo y en el terror constante, pero que aun así sigue incólume, pétrea, indolente, oyendo como oímos o mirando como vemos la cruda realidad que nos envuelve, viendo con nuestro silencio cómplice pasar las aguas de los ríos llenos de cadáveres mudos pero que hacen ruido al golpear las rocas, y que son los mismos ruidos de los ríos que suenan porque traen rocas.
Ahora bien, lo que quiero manifestar es que todo esto no es fortuito, esto está muy bien concebido y sin pecado conocido para los que lo han urdido. Este plan empezó a desarrollarse, en los niveles que ahora conocemos, desde la Constituyente del 91 hasta nuestros días, no queremos reconocer la influencia que tuvieron los abogados de los narcotraficantes, de los delincuentes, de las mafias o de las élites dueñas del poder económico en los boquetes que se dejaron o crearon para poder delinquir sin castigo, pero con Uribe la tendencia se exacerbo, se dice que la causa de la hecatombe se da cuando Santos nombra de ministros a personas que este no quería, o cuando dicen que abandono la política de los tres huevos (plutocracia a la décima potencia), o cuando se restablecieron las relaciones con el gobierno castro-chavista de Venezuela y tantas otras bobadas que dicen, pero pienso que la causa principal es el narcotráfico, es el negocio de las drogas; todo se alborota cuando se anuncian las negociaciones para el proceso de paz con la guerrilla de la Farc y al mismo tiempo se anuncian modificaciones en la filosofía o en los fundamentos en que se ampara la lucha frontal contra las drogas, o sea que cuando el presidente Santos insinúa como solución a este gravísimo problema la legalización y la propia despenalización de ciertas partes de la cadena del negocio de la droga, es cuando el mundo del narcotráfico o conocido popularmente como traqueto (todo lo que tenga que ver con el negocio de las drogas ilícitas) se pone en movimiento con Uribe como principal estandarte y con el sofisma del final de la guerrilla como la verdad que les brilla sus caminos, eso sí, esgrimiendo a la vez todos los motivos inimaginables pero que les sirva como argumento de una decisión cocinada en las “cocinas” de los narcotraficantes y en todo lo que se mueva alrededor de ellos y sus negocios, y esto incluye a nuestra corrompidas élites, a su dirigencia pelele y dicen que hasta a los bancos.