En Colombia los dirigentes del fútbol, dueños de equipos poderosos y periodistas colombianos se llenan la boca de decir que la liga local es una de las mejores del continente o hasta del mundo. Además se sostienen en cifras como esa de la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol en 2018 que dijo que era la sexta mejor del mundo por delante de competiciones como la alemana o la argentina.
Nada más lejano de la realidad, y en parte se debe al formato del torneo que es un premio a la mediocridad y permite que casi cualquiera sea campeón. Si sumamos la muy escasa infraestructura de estadios y campos de entrenamiento decentes a que hasta el octavo clasificado de la liga puede ser campeón en los cuadrangulares finales.
Todo esto a partir del cambio en el formato que se hizo en 2002 e introdujo la actual clasificación de los ocho primeros para que se peleen el título en cuadrangulares o playoffs finales, porque ni en esas se ponen de acuerdo para definir un formato. Era mejor cuando se hacían torneos largos antes de 2002 y los dos primeros se medían en una final de ida y vuelta, por lo menos se sabía que el título se iba a definir entre los dos mejores del año
Ahora, en varias ocasiones se ha visto que los equipos que a veces clasifican en las últimas posiciones se crecen en los cuadrangulares y se terminan llevando el título. Ya pasó con América en 2019 y 2020 y otra vez puede pasar en este 2021 con la clasificación a última hora de Juan Carlos Osorio. ¿Con qué derecho le exigen a equipos que sean campeones así que luego destaquen en Copa Libertadores cuando por mucho tiempo no fueron los mejores ni dentro del país? Lo peor es que las críticas vienen desde hace muchos años pero no hay ningún interés de cambiar el formato, porque este modelo actual requiere más partidos y eso genera más plata para los equipos y patrocinadores en boletería y televisión. Mientras el dinero siga mandando y los dirigentes se preocupen más por ese aspecto, la liga colombiana seguirá condenada a la mediocridad que le da contentillo a ocho equipos cada seis meses y llena los bolsillos de los más poderosos.
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