Uno de los principales obstáculos en nuestro país ha sido el paternalismo. El paternalismo crea dependencia. Y esa dependencia nos hace paralizarnos a la acción, estamos esperando que alguien venga a resolver nuestros problemas. Por eso la gente no intenta cambiar ese tipo de régimen, por temor a perder los subsidios, las ayudas y los bonos de familias en acción.
En los estados modernos la dominación burocrática racional es la constante. Sin embargo, notamos con sorpresa que en Colombia se busca mantener un estilo de dominación tradicional, patriarcal, paternalista y carismática. Donde la legitimidad de la regla no depende de ella misma sino en la persona que la lleva a cabo. Entonces cuando el expresidente Álvaro Uribe en twitter dice "Apoyemos el derecho de soldados y policías a utilizar sus armas para defender su integridad y para defender a las personas y los bienes de la acción criminal del terrorismo vandálico", la gente por la popularidad que tiene este personaje, interpreta el trino como una orden, que debe ser legal por el hecho de quien lo expresa. Pero lo que en realidad representa es una ruptura con la institucionalidad y lo estipulado en la Constitución Política.
Y esta situación que parece tan normal, cobra sentido cuando recordamos que la crisis mundial del 2008 hizo replantearse al neoliberalismo, y esto lo llevo a maquillar con nuevos rostros y nuevas estrategias. Por eso el régimen de Uribe, extendido por el manejo de los hilos al gobierno de Duque, aunque es abiertamente neoliberal fue caracterizado de distintas maneras: unos decían que era neopopulismo de derecha por los vínculos que mantiene el líder con las masas; otros que es un régimen bonapartista por el control que mantiene sobre las tres ramas del poder; y algunos más radicales lo catalogan como un narco estado fascista, como una expresión del "embrujo autoritario". Lo que cierto es que el régimen trata de mantener unas relaciones paternalistas, parecidas a la autoridad que ejerce un padre sobre un hijo al que debe proteger. Sin embargo, el paternalismo tiene un doble rostro genera el afecto hacia el gobernante pero también el odio y la resistencia inconsciente. El régimen se disfraza de bondadoso, de benefactor, de eficiente solucionador de las necesidades de la gente. Sin embargo, la máscara se cae cuando sin sonrojarse aplica reformas laborales y tributarias lesivas a los intereses del pueblo. Este tipo de régimen neoliberal con ropaje paternalista no busca crear un Estado redistributivo y benefactor, es más su gobierno que favoreció a los empresarios y aumentó la inequidad, con lo cual contribuyó a ampliar la brecha entre ricos y pobres.
Ahora cuando los manifestantes del paro del 2021 se expresan contra tanta injusticia y desigualdad acumulada, el régimen paternalista les pide como a hijos díscolos que regresen a la senda del bien. Como si la sociedad fuera homogénea, como si no hubiera verdaderos conflictos de clase. Como si se tratara de una simple cuestión de reconciliarse con el padre. De ahí que el despliegue de marchas realizadas por "gente de bien" en Cali y otras ciudades en apoyo al gobierno, a la policía, al desbloqueo de vías y al retorno a la normalidad, deban entenderse como una estrategia de respaldo al régimen y desprestigio a la justa protesta popular. Pero el paternalismo surge de la necesidad de justificar un sistema de explotación. Como dice Eugene Genovese:"El paternalismo creo una tendencia de que los esclavos se identificaran con una determinada comunidad, a través de la identificación con un señor que la dominaba, reduciendo así las posibilidades que se identificaran los unos con los otros, como clase". Esto bien se puede aplicar a la realidad colombiana cuando sectores de la sociedad se identifican con la figura de Uribe y su régimen, y prescinden de su propia identificación como pueblo que ha sido explotado, maltratado y que tiene derecho aun futuro mejor.