Ordenar el territorio alrededor del agua es una propuesta para la vida de la gente, por la vida de los territorios y el Pacto Histórico ha presentado en su documento programático (que será el horizonte del gobierno en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez) desde soluciones locales a problemas globales.
En Colombia mueren más de 17.000 personas por la mala calidad del agua y el aire, en su gran mayoría la gente pobre, que no tiene acceso a una fuente de agua potable. Otras miles y miles sufren las enfermedades gastrointestinales por exposición al agua contaminada; y problemas de corazón, pulmonar o vasculares como consecuencia del pésimo aire que respiran. Mientras se pierden vidas tras vidas, los gobiernos que han llegado al poder no han tomado acciones efectivas para luchar contra esto, por el contrario, son agenciadores de la profundización de la crisis ambiental: promueven la política minero energética que acaba fuentes de agua y deforestan el bosque.
El Pacto Histórico (que cuenta con campesinas, campesinos, indígenas, afros, jóvenes, académicos, académicas) ha presentado al conjunto de la sociedad colombiana su propuesta de gobierno para luchar contra el cambio climático. Dentro de esta está el ordenamiento territorial alrededor del agua y cuando Petro llegue a la presidencia y Francia a la vicepresidencia, vendrá el Plan Nacional de Desarrollo, la hoja de ruta que guiará lo descrito en el programa de gobierno.
Para lograr el Pacto por la Vida y la lucha contra el cambio climático, el ordenamiento del agua deberá contemplar por lo menos los siguientes elementos:
1. Cuidado del Macizo Colombiano. Esta ecorregión que en buena parte fue declarada por la UNESCO como reserva de la biosfera Cinturón Constelación tiene una superficie de 2.374.363,38 ha. Es ahí donde nacen cinco de los principales ríos que llevan el agua al 80 % de los acueductos del país. Los servicios ambientales que presta son de aprovisionamiento y regulación del agua. ¡En este espacio estratégico no puede haber minería! Parte del cuidado tiene que ver con la lucha contra la depredación ambiental que genera la política minero-energética. El agua debe girar para el consumo humano y de toda forma de vida, para regar los cultivos y no para ser contaminada con cianuro y otros químicos utilizados para lavar el oro.
El cuidado ambiental de esta ecorregión que cuenta con tres Parques Nacionales naturales (PNN), 149 Reservas Naturales de la Sociedad Civil, 5 Parques Naturales regionales, 4 Reservas Forestales Protectoras Nacionales y 1 Reserva Forestal Protectora Regional ha estado en manos de campesinos, indígenas y afros, por ello es urgente potenciar las figuras de ordenamiento y gestión del territorio para que las comunidades campesinas y pueblos indígenas puedan desarrollar sus economías en armonía con el macizo.
También es indispensable que la academia realice su aporte para su protección, por eso hay que involucrar mediante convenios a instituciones de educación superior, y Universidades, que como la del Cauca tienen enormes conocimientos para generar un verdadero dialogo de saberes en territorio que permitan ordenar el territorio.
2. Es urgente legislar para que el agua sea un derecho fundamental y un bien común, de acceso universal, potable y contando con el mínimo vital para la población colombiana. Muchos contradictores dirán que es imposible hacerlo por el facto dinero, pero el recurso se encuentra en las exenciones tributarias a las grandes corporaciones, que en algunos casos llegan a ser hasta 226 gabelas que hacen para no pagar lo poco que han acordado.
3. Impulsar la Zonificación Ambiental Participativa ZAP en el Macizo Colombiano. El punto 1.1.10 del acuerdo de paz establece la realización de la ZAP para el cierre de la frontera agrícola. Entonces, este instrumento es clave para ordenar esta ecorregión y que mejor que cuente con una participación actividad de la gente. Son pueblos y comunidades que saben dónde están los ojos de agua, las ciénagas, los humedales, que conocen sus montañas. Contar con sus saberes es clave para lograr esta zonificación y claro, también disponer de la capacidad institucional para su logro. De esta manera, se ordena el territorio del macizo y se da cumplimento territorial al acuerdo de paz.
4. Política pública y popular por la protección del agua como derecho fundamental y bien común. Llego la hora de poner en la agenda pública este esencial reto para la vida de la nación. Una política que perdure en el tiempo, que vaya más allá de los gobiernos de turno y que tenga los instrumentos claros, los recursos oportunos y necesarios para hacerla realidad. Y como no, que se construya de manera participativa desde su metodología. Si queremos que perdure en el tiempo, tendrá que tener la legitimidad del pueblo, las comunidades, las universidades, los entes territoriales y demás sujetos vivos de la sociedad.
5. Ratificación del Acuerdo de Escazú. Es urgente lograr un amplio acuerdo en el Congreso para que sea ratificado el Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe. Llegar al Legislativo con el mensaje de urgencia, además de involucrar al conjunto de organizaciones que defienden Escazú, es la ruta para defender el agua desde este instrumento.
Como dirían los mayores y mayoras, “el camino del rio es largo, turbio y caudaloso, pero debemos conocerlo si queremos cuidarlo”. Ese camino es el que está por iniciar con un gobierno alternativo. Los campesinos de agua, como diría el senador Pablo Catatumbo, son conocedores del río, la ciénaga y el páramo, con esas personas que hoy hacen historia se necesita contar para aclararla y hacerla llegar a todos los hogares del país.