Vuelve y juega. Nuevamente el señor rector de la UIS, Hernán Porras --esta vez con una propuesta sacada de la manga del mago Kandú-- busca ajustar el cronograma académico de la UIS con las otras universidades de la región. A simple vista una propuesta genial. El problema surge en la forma que plantea hacerlo porque Porras pretender comprimir un semestre académico de 16 semanas, en uno de 8. Esto es, a todas luces, inviable a menos que se quiera sacrificar calidad por celeridad.
Según el rector, “la iniciativa no afectará la carga académica, al contrario, buscará que los jóvenes terminen en tiempo récord un semestre, es decir, que en ocho semanas los estudiantes puedan hacer un semestre que por lo general dura 16 semanas”. Ante esta respuesta me surgen las siguientes preguntas e inquietudes, así como algunos comentarios:
- ¿Hay cama para tanta gente? La universidad tiene la capacidad estructural de duplicar diariamente el número de horas cátedra, es decir, hay salones para que en lugar de ver cuatro horas semanales de una materia veamos ocho.
- ¿Y los laboratorios? Ya se ha visto la complejidad que existe para que los laboratorios de la universidad suplan las necesidades de práctica que se encuentran inmersas en los distintos programas académicos. No me imagino a todos los estudiantes de la facultad de salud que utilizan el anfiteatro ansiados para ver el doble de horas en una semana.
- ¿De dónde va a sacar lo docentes que se cubran la sobrecarga académica? Posiblemente duplicara la contratación de los profesores hora cátedra o le pedirá a estos que se doblen en horas, con las implicaciones legales que trae la contratación de personal docente. Dudo mucho que un docente plata quiera facturar en 8 semanas lo que gana en 16 con lo que implicaría para sus familias y los planes extralaborales que tengan.
- ¿Dónde queda la calidad académica? No estamos hablando de una cadena de producción en serie, a la cual se le puede duplicar la velocidad de producción y hacerla más eficiente, estamos hablando de personas en un proceso de formación continuo, con diferentes condiciones socioeconómicas y de aprendizaje. Solo por poner un ejemplo, hay quienes trabajan para poder pagar su manutención y gastos universitarios ¿En qué horario trabajarían ellos?
- ¿Y dónde queda la pedagogía? Se supone que los programas académicos están planteados para ejecutar el contenido de una materia en las 16 semanas del periodo académico, no en 8, así se vea el doble de horas a la semana. La propuesta rectoral implica duplicar el trabajo con acompañamiento directo del docente (TAD) y el tiempo de trabajo independiente (TI).
Según el Acuerdo del Consejo Superior N° 071 de 10 de noviembre de 2003, por el cual se reforma el Sistema de Créditos Académicos para programas de pregrado. “Un crédito académico equivale a 48 horas de trabajo académico del estudiante. El número total de créditos de una asignatura o actividad formativa por periodo académico será el número entero que resulta de sumar el tiempo de trabajo con acompañamiento directo del docente (TAD) y el tiempo de trabajo independiente (TI) que realiza el estudiante durante un período académico en esa actividad o asignatura y dividirlo por 48 horas.” Es decir, un estudiante que matricule 20 créditos (más o menos los créditos de un nivel académico) deberá trabajar 960 horas. Si las dividimos en 8 semanas, el alumno estaría trabajando 120 horas semanales. Si esto lo dividimos en 7 días de la semana, sin contar un día para descansar, los estudiantes deberían trabajar más de 17 horas diarias. Sin temor a equivocarme esto va a aumentar los ya elevados índices de repitencia y deserción en la Universidad Industrial de Santander.
@Mosquera_abg
