El expresidente Alvaro Uribe presentó como senador propuesta para aumentar el salario mínimo de manera extraordinaria, con asignación a los fondos de cesantías del monto adicional que se percibiría. Como es evidente la intención de posicionamiento con propósitos electorales detrás de la propuesta, los contradictores de Uribe brincaron de manera inmediata y lo acusaron de populista. Por su parte, sus amigos sostienen que la propuesta surge de un estudio a cargo de la Universidad de Antioquia.
El líder del Centro Democrático es influyente. Guste o no esa realidad, sus propuestas requieren análisis serio. Sin embargo, la mayoría de las personas reaccionan de manera visceral frente a todo lo que tenga relación con él, sea a favor o en contra. Para que el país madure en lo relacionado con sus instituciones públicas hay que superar esa enfermiza tensión. La mejor forma es usar las herramientas técnicas adecuadas para el estudio de esta y, en general, todas las propuestas para discusión relevantes en el ámbito de lo público, al margen de quién las formule. Por su contenido, esta debe abordarse desde la perspectiva de la economía.
El análisis económico clásico, hasta principios del siglo 20, era análisis de equilibrio parcial. Esa conjunción de vocablos en la práctica significa que se define el ingreso como la suma del consumo, la inversión y los gastos de gobierno. Si se mirara de esa manera, la conclusión sería que la inversión se reduciría, el consumo aumentaría, y en el largo plazo probablemente sería inconveniente para el ingreso porque las ciudades regiones del país serían menos competitivas en los mercados internacionales, por mayores costos laborales de sus correspondientes cadenas de valor.
Sin embargo, la cosa no es tan sencilla: ya desde finales del siglo XIX el economista francés Leon Walras introdujo modelos matemáticos que, en esencia, consisten en conjuntos de ecuaciones simultáneas con las cuales se describen en detalle las relaciones entre todas las variables que se consideren relevantes. Esta herramienta, enriquecida en el siglo XX por economistas con orientación matemática y por el auge de la computación con herramientas electrónicas de alto poder, permitiría estudiar con más rigor la propuesta. Suelen ser sistemas con muchas ecuaciones e igual número de incógnitas. Sería muy bueno que la Universidad de Antioquia, si es cierto que ese claustro hizo el trabajo que la fundamenta, divulgara el modelo utilizado y el método constructivo utilizado.
La complejidad del asunto desborda con creces las apreciaciones sobre los beneficios en frentes como la vivienda, y las implicaciones sociales de mayor base para los aumentos posteriores del salario mínimo. Vale la pena subrayar que, como consecuencia del aumento puntual de la suma de los recursos a cargo de las empresas administradoras de fondos de pensiones y cesantías, habría beneficio para el Grupo Aval y el Grupo Empresarial Antioqueño. De otra parte, si bien es cierto que el aumento en el salario mínimo incide de manera negativa en la inversión y, por ende, en el empleo, la verdad es que Colombia tiene hoy la mitad de la población económicamente activa en condiciones de trabajo informal. El papel del salario mínimo es, pues, en buena parte simbólico: el verdadero ingreso mínimo es muy modesto.
Las medidas económicas no deben formularse solas: en el caso que nos ocupa, debería hacerse una gran pedagogía a los empresarios de todos los estamentos, desde lo más grande hasta la microempresa, sobre formas de trabajo cotidiano para aumentar su propia productividad, de manera que el valor agregado de los procesos a su cargo aumente de manera significativa. Esta tarea, que permitiría generar recursos para pagar con creces el mayor costo, incluye elementos obvios, como mejorar la planeación del tiempo, revisar las estructuras de la respectiva organización para hacer más eficientes los procesos con menos niveles jerárquicos, y repensar la forma de fomentar la innovación mediante esquemas de remuneración variable sin desbordar los linderos de la ética. El subdesarrollo del país no solo toca con lo público, y es posible avanzar de manera significativa con esfuerzos para mejorar el diseño institucional en todos los ámbitos.