La Primavera Árabe que estalló en Túnez en el 2010, conocida también como la revolución democrática árabe tras la inmolación de Mohamed Bouazizi, y que luego se extendió por toda la costa sur del mar Mediterráneo desde el estrecho de Gibraltar hasta el mar Rojo, se constituyó en la más grande y exitosa revolución de los últimos años. Los millones de tunecinos manifestantes, se alzaron contra el gobierno de un dictador que por veintitrés años pisoteó los derechos humanos y llenó de miseria y pobreza a sus habitantes. Tras solo diez días de presión, el dictador Zine el Abidine Ben Ali abandonó el poder. Me pregunto, ¿qué pasó con los venezolanos?
La pólvora de la revolución se regó por el mundo árabe y el turno fue para Libia, Muamar Gadafi, (42 años en el poder) un tirano carnicero que no le tembló la mano para ordenar a la fuerza aérea sofocar a los revoltosos con misiles. Al final los rebeldes libios se tomaron el poder en Trípoli y el dictador terminó ejecutado. Pero cinco millones de venezolanos han abandonado su país.
La fiebre de la libertad llegó a Egipto, un país gobernado por los militares por más de setenta años, tras las protestas y la presión de millones de egipcios, finalmente el general Hosni Mubarak fue derrocado y después de una dictadura de treinta años los egipcios realizaron elecciones democráticas. ¿Han encontrado los venezolanos mejor vida en otros países?
Vendrían luego con igual éxito otras revoluciones en Yemen, Argelia y otras más que terminaron con conquistas, aperturas y mejores condiciones de vida. Pero los venezolanos decidieron huir dejando sus raíces en padres, ancianos, esposas e hijos que no pudieron seguirlos.
Muchos años atrás, en la revolución rusa, millones de mujeres se amotinaron porque no tenían alimentos ni salud y luego con el paro obrero forzaron la creación de un gobierno provisional que ocho meses más tarde caería con la revolución bolchevique, dando fin a trescientos años de la dinastía Romanov.
Todos los anteriores fueron gobiernos fuertes e inmensamente represivos. ¿No podían los venezolanos enfrentar un gobierno débil, inseguro, incapaz y repudiado por la comunidad internacional? Con tantos países a su alrededor dispuestos a dar una mano, prefirieron abandonar el barco y tomar un destino incierto. Lamentable, pues si los venezolanos creyeron que por su causa iban a despertar simpatías y ser acogidos en otros países, se equivocaron de medio a medio. Su presencia masiva ha despertado la xenofobia en todos los países hispanos. Son víctimas de rechazos y están padeciendo un verdadero viacrucis. Para subsistir muchos de ellos han caído en el delito, las mujeres en la prostitución, los hijos alquilados para la mendicidad y los bebés que nacen con la incertidumbre de su nacionalidad. No son venezolanos, ni colombianos, ni chilenos, ni peruanos, no son de ninguna parte.
Venezuela enclavada en la mayor riqueza petrolera del mundo, está en la miseria, sin energía y sin abastecimientos. Caracas, la ciudad cuyo aeropuerto se daba el lujo de tener la mayor cantidad de aviones privados en Suramérica, está desolada, el hambre irrumpe inmisericorde por sus calles y avenidas y los patriotas venezolanos siguen huyendo, abandonando su país a un derrumbe total mientras Maduro, Cabello, Vladimir Padrino y las hijas de Chávez se llenan sus bolsillos de oro.