La presunta lucha contra la corrupción

La presunta lucha contra la corrupción

En las próximas elecciones, los discursos anticorrupción llevarán la bandera en medios. Sin embargo, hay que estar atentos para no caer en falsas ilusiones

Por: Ariel Peña González
agosto 26, 2021
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La presunta lucha contra la corrupción
Foto: Pixabay

La presunta lucha anticorrupción que pregona la denominada izquierda es apenas un elemento oportunista que toma como caballito de batalla algo que, desgraciadamente, en toda la historia de la humanidad ha acompañado a los diferentes sistemas políticos, resaltando que las dictaduras comunistas han sido indiscutiblemente las campeonas mundiales en ese flagelo. ¿O cómo se controlaba la corrupción en la URSS y en sus países satélites? De igual manera, que nos digan ¿quién vigila la corrupción en China, Norcorea, Cuba, Venezuela o Vietnam?

En vista de que solo se acusa de corruptos en esos regímenes a los que caen en desgracia con la nomenclatura, por ese motivo los seguidores del engendro marxista leninista no tiene autoridad moral para hablar de la lucha en contra la corrupción, en razón de que únicamente mediante el fortalecimiento de la democracia se combate eficazmente ese cáncer.

Sin embargo, demagógicamente, los mamertos dicen: “Hay que superar el modelo económico, social y político que tanto daño le hace al país”. Por eso habrá que preguntar ¿por cuál lo cambiamos? Será por el de Venezuela con el socialismo del siglo XXl, que es una simple máscara del comunismo que busca la perpetuidad en el poder sin importarle las aflicciones de las masas, pues a esa secta totalitaria lo que le interesa, de acuerdo con la superstición basada en el materialismo histórico y la inevitabilidad, es tener el poder perpetuamente.

También es importante reiterar que el Partido Verde y el Pacto Histórico de Gustavo Petro, con sus diferentes siglas, están afiliados al Foro de São Paulo, que es el soporte internacional de la dictadura de Nicolás Maduro, y los dirigentes de esas colectividades se hacen los de la vista gorda, tratando de pasar por alto que la logia fue fundada por el sátrapa de Fidel Castro y Lula da Silva en 1990, para darle oxígeno en Latinoamérica al marxismo leninismo después de la caída del muro de Berlín en 1989, aprovechándose del atraso conceptual e ideológico de algunos pueblos de la región.

De manera que la llamada izquierda que denuncia la corrupción se olvida de Odebrecht, cuyo componente político en esa empresa corrupta brasileña fue el Foro de São Paulo, impulsado por Lula da Silva y Dilma Rousseff, dado que buscaban cooptar a la mayoría de gobiernos en Latinoamérica para el proyecto del socialismo del siglo XIX; subrayando que para el engendro marxista la corrupción es otra forma de lucha. En tal razón, para el comunismo totalitario el fin justifica los medios y por eso Antonio Gramsci (1891-1937) conjugó al marxismo con el maquiavelismo.

Los dirigentes de la llamada izquierda han tenido a su favor, para no explicar su presencia en el Foro de São Paulo, que periodistas de los grandes medios de comunicación nunca le preguntan nada al respecto. No se sabe si es por desconocimiento del tema o que hay instrucciones precisas para evitar conocer la verdad sobre un asunto tan azaroso, cuyo objetivo ha sido conspirar en contra de la democracia en los países de esta parte del mundo, debido a que la esencia del esperpento creado por Fidel Castro y Lula da Silva es indudablemente marxista leninista, sin que haya la mínima posibilidad de demostrarse lo contrario.

Las monsergas contra la corrupción que hace la denominada izquierda son embusteras y electoreras, porque hace parte del Foro de São Paulo, mentor de Odebrecht, que ha sido el factor de corrupción más grande que han conocido nuestros países en los últimos tiempos. Además, es fantasmagórico decir que el Foro de São Paulo se creó en 1990 para contrarrestar al neoliberalismo, sabiendo que el origen del mismo fue aproximadamente 13 años antes, cuando el Partido Comunista de China en contubernio con las grandes transnacionales se juntaron para superexplotar a los trabajadores de la nación asiática y repartirse la plusvalía, lo que ocasionó en el mundo la flexibilización laboral que hoy padecen los trabajadores de varios países.

La mamertería proclama que hay que vencer las candidaturas del continuismo para 2022, con un programa que en el maoísmo se conoce como el de la nueva democracia (aunque no la menciona), que para sorpresa de muchos es igual al gobierno de transición que proponen las Farc. Pero la historia es abundante en experiencias en las que por el prurito del cambio o de rechazar el continuismo muchas naciones han caído en catástrofes inimaginables.

Sin ir muy lejos en la vecina Venezuela, hace 24 años sus habitantes fueron tramados por el teniente coronel Hugo Chávez, con el cuento del cambio y en contra de la corrupción y del continuismo de los partidos Adeco y Copei, pero los resultados saltan a la vista, debido a que la corrupción con el chavismo aumentó exponencialmente y el continuismo con el socialismo del siglo XXl apunta a que la camarilla comunista jamás entregue el poder.

Teniendo semejantes ejemplos y muchos más, la ciudadanía colombiana no se pueden dejar alucinar por los sectores de la denominada izquierda que anuncian el cambio, ya que dentro de la democracia liberal se pueden realizar los cambios requeridos y combatir la corrupción teniendo la voluntad política por parte de los sectores que dirigen la nación. Porque la democracia que ha sostenido la institucionalidad en Colombia ha sido imperfecta, pero persistente para que los colombianos hayan podido vivir a pesar de las vicisitudes en un Estado de derecho. No obstante la conspiración marxista leninista durante 60 años para tomarse el poder, teniendo como punta de lanza a las guerrillas comunistas con la combinación de todas las formas de lucha.

Siguiendo el sentido común en las elecciones de 2022 habrá que reiterar que si la democracia liberal se encuentra en peligro, se tendría que escoger el mal menor dentro de las opciones que defiendan la libertad, a consecuencia de que la fábula de los cambios y en contra del continuismo nos conduciría a una situación como la de Venezuela, Cuba o Nicaragua, que debe de ser tema obligatorio del debate en las próximas elecciones para que algunos dirigentes de la llamada izquierda expliquen su silencio cómplice por lo ocurrido en contra de los pueblos latinoamericanos.

 

 

 

 

 

 

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