La primera vez lo hizo sin ser plenamente consciente de esta participación y en alianza con el gobierno nacional, en la consulta plebiscitaria del dos de octubre de 2016; luego, lo hizo como partido en las elecciones legislativas en 2018; y ahora repitió en las elecciones locales y regionales.
En los tres eventos, los resultados electorales, en términos de números, no son positivos: se perdió con el no en el plebiscito del acuerdo final y el número de votos obtenido como partido en las elecciones legislativas y las locales y regionales fue escaso. Lo cual confirma una vez más que el tránsito a la vida civil a la participación en política no es ni será fácil.
Los miembros ex-Farc no están acostumbrado a esta dinámica electoral. Durante cinco décadas, como organización política, tenían su experiencia y conocimiento en el combate militar. Pero la contienda democrática es muy distinta, se requiere un saber especial para ganar votos en el mercado político; esta es una tarea difícil y muy distinta a la militar. Se exponen a un ambiente de constantes críticas por parte de los opositores al proceso de paz y sienten el estigma y el aislamiento que se genera en el sistema político.
A pesar de los pobres resultados y el ambiente agreste, con la participación electoral queda claro que los exguerrilleros le apuestan a la paz y al fortalecimiento del sistema democrático. Se observa en ellos una férrea convicción de “cambiar las balas por los votos”. Desde 2018 la Farc se viene convirtiendo en un actor clave en la política colombiana. Para las elecciones regionales, por ejemplo, inscribieron 308 candidatos, en 23 departamentos y 93 municipios, aspirando en los concejos municipales a 249 cupos, en asambleas departamentales a 10 y en Juntas Administradoras Locales a 30.
Además, para las próximas elecciones, lo más seguro, el número de candidatos aumentará. Como partido, aprovechará los beneficios otorgados en el Acuerdo Final; con las 10 curules en el Congreso de la República trabajará para hacerse más visibles y gestionar normas que los posicione en las preferencias electorales. Además, capitalizarán la experiencia acumulada en las negociaciones de paz, para escuchar más a las organizaciones de la sociedad civil y a las víctimas, e incluir sus demandas en sus propuestas programáticas.
El partido Farc tiene una agenda de trabajo muy actual e incluyente. Expresada en el Acuerdo que firmó con el Estado colombiano. Temas como la igualdad en las condiciones de competencia política, las reformas al régimen electoral, la reforma rural integral, el fomento de la participación de la mujer en el sistema democrático, la defensa de los derechos sociales y la lucha contra la corrupción; igualmente, continuar impulsando la aprobación de las 16 curules para las víctimas en la Cámara de Representantes y la atención a los problemas regionales reúnen suficientes elementos para sumar adeptos y aumentar su potencial electoral.
Como partido, a la Farc se le ve dispuesto a trabajar por la democracia y a incorporar en sus acciones las lecciones que le deja esta participación en política. Por ejemplo, se le vio muy activo en estas elecciones regionales en proponer alianzas con otros partidos, en especial con partidos de izquierda y centroizquierda, como el Polo, Alianza Verde, UP-Colombia Humana o Mais; alianza que tuvo sus primeros frutos con la elección de un alcalde, Guillermo Enrique Torres, conocido como Julián Conrado o el cantante de las Farc, en el municipio de Turbaco (Bolívar).
También se le vio muy partícipes a sus candidatos en foros, coloquios, conversatorios y espacios de socialización donde presentaron sus propuestas programáticas y la visión del partido. Fueron muchos los espacios donde impulsaron el diálogo e intentaron ganarle la batalla a la estigmatización. En breve, se les vio apostándole a la reconciliación y defendiendo el interés verdadero por la paz, esto, a través de la reformulación de sus discursos y adaptación a la nueva vida política de la democracia.
En conclusión, los exguerrilleros Farc le están apostando a la reincorporación política, a la construcción de paz y al fortalecimiento del sistema democrático. La disposición a participar de la consulta en las urnas, por tercera vez, muestra el interés sincero de transitar a la nueva cultura política de sus miembros. Reconociendo que tal transición es lenta, y que sanar las heridas de la guerra y el estigma que se les tiene tomara tiempo. Aspiran a que la gente los acepte cada día más y que su presencia en los tarjetones se convierta en un símbolo de esperanza y de paz, que busca desterrar la guerra como opción.