Está circulando a través de WhatsApp un enfático mensaje del exsenador Gustavo Bolívar a través del cual se hace vocero de una preocupación que embarga a muchos de los seguidores de Gustavo Petro y de su gestión presidencial.
Se trata de una preocupación razonable, pero que ha sido potenciada por los grandes medios de comunicación, que siguen funcionando como un directorio político más de la oposición, y que para cumplir mejor su papel se han apoyado en unos resultados legislativos de los cuales les ha resultado tan fácil ocultar sus aspectos positivos como exhibir con gozo los negativos.
Lo grave de tal estado de ánimo es que, envuelto en pesimismo como está, tiene paralizados a muchos simpatizantes del cambio, por fortuna no a las mayorías, y ello está incidiendo en que las calles les estén siendo arrebatadas de sus manos por las fuerzas de la derecha, que, a punta de mentiras, han demostrado poder generar movilizaciones contra el Gobierno tan numerosas como las que, con la verdad, promueven los que lo respaldan.
Pero su mensaje es también orientador. Bolívar entiende que las propuestas por las que Petro se ha jugado la tranquilidad, e incluso la vida, representan una antigua y legítima aspiración popular, por la cual votaron 11 300 000 colombianos, no sin antes haber visto correr la sangre de miles de luchadores sociales.
Por eso, ha señalado que la prioridad del momento es defender al Gobierno y defender sus proyectos, pues si estos no se implementan, “en el 2026 va a volver la derecha, va a volver el fascismo, va a volver la corrupción, y si vuelven (…) muchos de nosotros no volveremos a ver un gobierno progresista (…) vamos a perder el poder por décadas. Les tocará pedalear muchísimo a nuestros jóvenes para poder lograr otra vez llegar al poder”.
Y ha señalado también: “este no es el momento de pensar en puestos, ni de pensar en avales, ni de pensar en candidaturas. Es cierto que tenemos que ganar las elecciones de octubre (…) pero no vamos a ganarlas si no tenemos las reformas aprobadas”.
Más claro no canta un gallo, como lo es cuando llama al pueblo a entender las reformas, a difundirlas, a volver al trabajo puerta a puerta para explicarlas, a estar atentos a las convocatorias de Gustavo Petro a las calles y, por supuesto, a proteger el Pacto Histórico de ciertos aparecidos que antes eran antipetristas, pero ahora se proclaman sus amigos, tal vez convencidos de que con él continuarán gozando de los privilegios que tuvieron en un antaño reciente.
Definitivamente, repito, más claro no canta un gallo.