De la posverdad a las poscandidaturas
Opinión

De la posverdad a las poscandidaturas

Candidaturas características de la posverdad donde la desinformación se impone sobre la verdadera realidad, haciendo volver candidatos presidenciales los que nunca podrían ser

Por:
mayo 10, 2017
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Demasiado usada la nueva palabra posverdad, y difícil de precisar su significado.

Básicamente se entiende que es en política el manejo de la información para divulgar un hecho falso. Se achaca su existencia y su poder a las redes sociales o más correctamente a su gran capacidad de circulación y la falta de controles sobre ellas.

En realidad, se puede definir como las falsas verdades que se venden a través de las redes de difusión. Y no es mucho más o muy diferente de la función y el poder que antes ejercían monopólicamente los medios masivos institucionales; antes sin ese nombre, era el ‘carrusel de los medios’ que tomaban una noticia y la circulaban entre todos los que tenían en general el mismo interés (en la medida que pertenecían al núcleo duro del statu quo) y lo que hacían era competir por ver cuál le sacaba más jugo como ‘chiva’ (el rating que lograba importaba más que la veracidad); pero igual era la venta de una desinformación que manipulaba a quienes no tenían capacidad crítica o poco acceso a las versiones corregidas que se producían.

Hoy ya no se puede saber de cuál lado está la famosa posverdad, pues igual se puede aplicar esa calificación al argumento o información que sostiene que alguna noticia pertenece a ese mundo de la posverdad y que no corresponde a la realidad. Un ejemplo sería el caso de la elección de Trump donde señalan como posverdad y como explicación de lo sorpresivo de su éxito el rumor de que el papa Francisco apoyaba esa candidatura; pero si se tiene en cuenta que más lógico como análisis es que el Partido Demócrata perdió sus cinco grandes estados ‘seguros’ porque, como afirmó Trump, se acabaron los empleos cuando las fábricas se fueron al extranjero, sería la otra versión -la del falso rumor como causa del resultado- lo que ha quedado como posverdad.

Algo similar puede estar pasando con las candidaturas a la presidencia.

Lo que se está presentando como un ramillete de candidatos bien podrían calificarse como de la posverdad, en la medida que solo dentro del mundo de la imagología y escondiendo la verdad pueden aspirar a venderse al electorado.

 

Lo vimos en la reciente ‘convención’ del Centro Democrático
donde personajes sin ningún arraigo entre el electorado
se autoproclaman precandidatos

 

Lo vimos en la reciente ‘convención’ del Centro Democrático donde personajes sin ningún arraigo entre el electorado se autoproclaman precandidatos aspirando a que un partido -que no es partido sino la cauda de un caudillo- los seleccione como aspirantes a que él les endose sus votos.

Mal se puede uno imaginar que se remplacen la preparación, formación y trayectoria que debe tener un Jefe de Estado como camino para llegar a la presidencia de un país, por el manoteo y la demagogia desmedida en exaltación a ese führer (como se vio en alguna candidata). O que pueda llenar las condiciones de quien debe servir a la ciudadanía y a la armonía social quien ha sido sancionado por abusar en beneficio propio e indebido de las instituciones que buscan compensar las desigualdades de oportunidades (como fue el caso de Invercolsa), o quien proclama que se dedicará a ‘volver trizas’ un acuerdo de paz (así este no sea el ideal).

Son personas o casos solo presentables en el mundo de la posverdad, donde se pierde el respeto por el valor de la verdad y se remplaza por su ocultamiento.

Otro es el caso del Partido Liberal donde, bajo una sentencia por Violación a la Moralidad Administrativa; pendiente de restituir a los órganos y funcionarios legítimos de acuerdo a ella; con un intento de burlarla mediante un falso ‘Congreso’ que debió ser suspendido por autoridad judicial; y en estricto orden sujeto a perder su personería jurídica; bajo estas circunstancias pretenden aparecer candidatos a nombre de esa colectividad; esto desconociendo esa realidad, e intentando mediante falsear esa verdad crear una situación virtual en que mientras esto no se reconozca en los medios de circulación masiva no existe. Es decir, la creación de candidaturas características de la posverdad donde la desinformación se impone sobre la verdadera realidad, o de manera más precisa, haciendo existir lo que no existe. Así; haciendo volver candidatos presidenciales los que nunca podrían ser.

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