La "porno-miseria" de YouTube: El italiano que se enriquece espectacularizando la pobreza

La "porno-miseria" de YouTube: El italiano que se enriquece espectacularizando la pobreza

El "porno miseria" critica la explotación de la pobreza en videos, mostrando la miseria como entretenimiento para satisfacer la curiosidad morbosa de la gente

Por: Richard Alexander Galvis Gutiérrez
febrero 12, 2025
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Fotos tomadas de Instagram: @zazzaelitaliano

El concepto de porno miseria surgió a partir de un documental realizado por Carlos Mayolo y Luis Ospina que parodiaba el trabajo de documentalistas europeos y norte americanos que bajo la óptica del primer mundo trataban de pintar con la cámara un cuadro costumbrista del espíritu de pobreza, decadencia y animalidad que eran los trazos que definían la identidad de los países del tercer mundo.

Esto con el fin de conmover en grandes teatros los anhelantes corazones del público ilustrado que posiblemente salían del teatro conmovidos sacando de sus sacos de alta costura pañuelos más caros que la cámara que utilizaron Carlos Mayolo y Luis Ospina para grabar el documental (Agarrando pueblo, 1977) que les escupiría en la cara la verdad cruda de lo que en realidad estaban haciendo y que era vender esa pobreza como una mercancía y hacer de Latinoamérica un circo para el deleite de esos hombres ilustrados y esas mujeres pulcras que nunca se trajearon con trapos ni mugre alguno descanso bajo sus uñas.

En aquel tiempo, sin redes sociales, sin internet, sin YouTube, ya los colonizadores buscaban compadecerse de la ruina en la que sus primeras colonias habían desembocado luego de independizarse de las miserias que vinieron a traer a estas tierras habitadas por indios y salvajemente vastas. Mostraban con detalle las calles, los locos, los niños soplando bazuco tirados en las calles, los costales con reciclaje, los que se dedicaban a trabajar en largas jornadas bajo el clima ambivalente de estos países para comerse en la noche una sopa de periódico, etc.

Parece que con la llegada de YouTube se facilitó la proliferación de estos videos, que ya no se llaman documentales, llamémoslos videos ejecutados en primera persona. Hay un caso muy sonado y se trata de zazza, un italiano de 30 a 40 años que habla un español entrecortado, pero entendible que se dedica a transitar por los laberintos más infernales del mundo acompañado por una cámara y comentarios respecto a los barrios que va filmando o las personas con las que se junta y que se van agrupando en las esquinas o en las zonas más derruidas de los barrios y que le van explicando cómo se mueve la vida entre el vicio y la delincuencia mientras él escucha feliz y los filma como si de objetos o fenómenos de circo se tratará. No es una reflexión lo que él hace, es una morbosidad; entendible que los extranjeros se deleiten el paladar masticando este tipo de contenido, lo inentendible es que también tenga seguidores latinoamericanos a montones, que lo admiran por sus guevos al meterse en esas zonas calientes que el mismo diablo evita para no salir quemado.

Lo que hace zazza es inmiscuirse en lo más turbio para sacarlo a flote, pero ¿qué intenciones tiene? ¿Ayudar a los barrios pobres a salir de la cochina miseria?, reflexionar la pobreza desde la óptica de un italiano posmoderno?, ¿deconstruir la política de cada región a la que va con intensiones de filmar sus miserias para llegar al origen de la problemática? No, zazza lo único que busca es exhibir al pobre como se exhiben las prostitutas en Ámsterdam para que unos cuantos clientes con sed de sexo o de pobreza se exciten al ver las tetas de unas o las miserias de los otros.

En fin, ha pasado bastantes desde que se acuñó el concepto de porno-miseria, y al parecer todavía quedan extranjeros que venden este contenido a clientes lujuriosos que se tocan abajo al ver la realidad de los barrios pobres, pero que en lugar de reflexionar y hacer una crítica a las políticas de dichas regiones o países solo se ufanan con la valentía que tienen al entrar en esos sitios salvajes para luego venderlo y llenarse de plata. Los que ven este contenido están consumiendo lo que se deleitaban en comer los comensales de 120 días en Sodoma y que tal vez Pasolini lo hizo para mostrar que mucho de lo que consumimos actualmente no es más que mierda, que ni siquiera nos cuestionamos.

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