En plena campaña electoral algún periodista quiso poner en aprietos a Gustavo Petro obligándolo a tomar partido entre Rusia y Ucrania: “Qué Ucrania ni qué ocho cuartos”, fue la respuesta del candidato. Ahora, los uribistas quieren alinear al Gobierno Petro con las “dictaduras”, y traen a cuento el caso de Ortega en Nicaragua, “olvidando” convenientemente la cálida amistad de Uribe, cuando era presidente, con Ortega, como las redes sociales lo han recordado de forma oportuna. Más allá del casuismo, la agenda internacional del presidente Petro responde a temas estratégicos pero muy complejos. Veamos.
En la XXII Reunión del Consejo Presidencial Andino, en Lima, el pasado 29 de agosto, el presidente colombiano partió justo de alertar cómo el actual contexto internacional está determinado por la guerra entre Rusia y Ucrania, conflicto que pone en riesgo la paz mundial y de forma inmediata la seguridad alimentaria de los pueblos más pobres.
En ese contexto el presidente convocó a la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) a fortalecerse y ampliarse, incluyendo a Chile y Venezuela como fue en sus inicios, y de ser posible, a Argentina, para tener más voz y poder internacional, pero también para aprovechar la crisis a favor de una agenda propia latinoamericana.
Los fundamentos de esa alianza andina ampliada, en los términos de Petro, deben ser:
- Promover la reindustrialización de la región, en los términos que demanda el siglo XXI.
- Convocar a la comunidad de naciones a evaluar y superar la fracasada “guerra contra el narcotráfico” que tanto dolor ha causado a los países latinoamericanos y a los propios países industrializados.
- Promover la generación de energías limpias a partir del sol, el viento y el agua –superando los combustibles fósiles–, para interconectarse y producir más barato.
- Planificar y abanderar, como Comunidad Andina, la lucha contra el cambio climático que tiene en riesgo la supervivencia de especie humana en el planeta.
- En ese mismo sentido, actuar como países andinos y países amazónicos, coordinando con la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, para conservar la amazonia viva y en pie.
- Alcanzar en la región un acuerdo básico de respeto a la Convención de Derechos Humanos, vigente desde antes de las dictaduras militares y de las guerras revolucionarias.
- Desarrollar la integración cultural, académica, de conocimientos y de conectividad entre los países de la región, incluyendo la llegada de la Universidad Andina Simón Bolívar a Colombia, con programas de frontera en biotecnología y ciencias básicas.
Varias de las propuestas del presidente Petro fueron acogidas en la Declaración final de la XXII Reunión del Cosejo Presidencial Andino. Otras serán objeto de reflexión y análisis de las partes y de seguro acogidas con posterioridad.
Pero lo central de la política exterior del presidente Petro y la vicepresidenta Márquez se ha jugado ya en los encuentros telefónicos y presenciales con el presidente Biden, la vicepresidenta Harris y sus delegados.
La estrategia de política exterior de los gobiernos colombianos, con excepción tal vez de Carlos Lleras Restrepo y en algo Alfonso López Michelsen, fue apostarle a no tener política exterior propia, sino adoptar la que les dictaban desde el Departamento de Estado de Estados Unidos, bien por convicción o bien por impotencia, como en el caso de Samper.
Uribe, por ejemplo, jugó a que su gobierno sería el mejor aliado estratégico de EE.UU. en la lucha global contra el terrorismo, sin reconocer la especificidad del Conflicto Armado en Colombia. Así negoció el TLC y así perdimos. El ministro de Comercio de Uribe, Jorge Humberto Botero, repetía el eslogan infantil de que la mejor política industrial era no tener política industrial.
________________________________________________________________________________
El presidente Petro le ha dicho al Gobierno y al Congreso de Estados Unidos que nuestra prioridad es la paz. Punto
________________________________________________________________________________
El presidente Petro le ha dicho al Gobierno y al Congreso de EE. UU. que nuestra prioridad es la paz. Punto. Y que debemos luchar en conjunto por superar la violencia que nos genera el narcotráfico y la falta de Reforma Rural Integral en Colombia, así como por mantener la Amazonia viva y la lucha contra el cambio climático.
Como lo reseña Daniel García-Peña, la respuesta más formal al planteamiento de Petro la dio, la semana pasada, la delegación estadounidense encabezada por el Dr. Rahul Gupta, director de la Oficina de Política Nacional para el Control de las Drogas de la Casa Blanca: “Washington debe ser visto como un aliado cuando se trata de impulsar el desarrollo rural, combatir la corrupción y el cambio climático, y avanzar en la inclusión de las comunidades marginadas en el país”. Y agregó: “La administración Biden está en una nueva era de la política antidrogas, que es holística, basada en ciencias, compasiva y centrada en las personas.”
Algo similar ocurrió con la visita temprana que realizó Pedro Sánchez, presidente de España, la semana pasada al presidente Petro. La paz es nuestra prioridad y todo lo demás lo podemos negociar pero respetando nuestra soberanía.
No todo será un camino de rosas en política exterior. Por ahora queda claro que es mejor tener política exterior autónoma que no tener política.