Nos inculcaron en el pensamiento que nuestro país es violento, que es nuestra naturaleza. Nos han enseñado a normalizar la guerra, a ver en los periódicos y en los titulares de las noticias atentados al derecho más preciado del ser, el derecho a la vida, y a no sentir empatía por las miles y miles de vidas perdidas. Hay quienes en su imaginario justifican la muerte de un compatriota, de un hermano, de nuestro hermano.
La política del odio nos ha enseñado que el camino es seguir sumando muertes a la lista de nuestros desaparecido en lugar de perdonar, nos ha mostrado solo una parte de la historia nacional y ha sido la historia violenta en la que muchos quieren continuar.
La política del miedo nos ha enseñado que toda reclamación y reivindicación es criminal. Nos han silenciado a la fuerza, han deslegitimado todas las luchas y reivindicaciones sociales, se han puesto del lado de aquellas élites en donde se concentra el poder y nos han hecho creer que están de nuestro lado, del lado donde nace la voluntad popular. Así nos han engañado desde otrora.
Cada día la política del miedo busca adeptos. Persuaden, compran y corrompen. En los pueblos víctimas de la violencia les venden seguridad, la misma seguridad que nos vendieron en el añ0 2002 y 2010, la seguridad más macabra de la historia ejecutada por un gobierno terrorista. Engañaron a nuestros hermanos jurando acabar con el terrorismo a costa de todo, a costa de miles de jóvenes inocentes a quienes hicieron pasar por falsos positivos.
A mi pueblo lo engañaron cuando en el discurso les dijeron que iba a volver la guerrilla a tomarse sus hogares, les mostraron una película de terror y se vendieron como los salvadores, los de manos firmes para asesinar y corazón grande para odiar y segregar. Ellos mismos nos robaron el miedo, nos robaron las luchas, nos robaron la ilusión de despertar en un país mejor, justo para los de ruana y azadón, digno para el que siembra y cosecha, seguro para todos los que representen colores diferentes... un país digno para seres universales.
Nos han divido en dos bandos, nos han enseñado a odiarnos entre hermanos y a defender a ultranza el bando del odio. Se apropian de las convicciones de nuestros pueblos, de pueblos que fueron libres, pero nos arrebataron el derecho.
Nos han enseñado que todos los que se salgan de esta frivolidad son objetivo militar. Además, han dotado la hueste del odio con armas que usan para acribillar a todos aquellos que han clamado igualdad. Nos han hecho creer que los terroristas son los estudiantes. Nos han hecho conflictuar entre familia y asesinarnos entre pares. Nos han enseñado a que la salud es un negocio y que no somos ciudadanos legítimos para recibir calidad, oportunidad y atención en la prestación. Nos han obligado a vivir con total indignidad
Nos han robado y asesinado a nuestros niños, a niños que, como sus hijos, solo querían soñar y vivir. Han sepultado a nuestros líderes. Les enseñaron a algunos privilegiados a ser importaculistas, a otros les enseñaron a satanizar las luchas de los demás. Nos han enseñado a vivir con miedo porque saben que cuando nos gobierna un sentimiento se nublan las razones.
Que hoy sea una oportunidad para creer y no en falsos dioses, sino en nuestros hermanos, que sea una oportunidad para perdonar y hoy más que nunca que sea una oportunidad para recuperar todo de lo que hemos sido despojados.