Hoy me levanté pensando como político, pero como político de los buenos, de esos que gestionan sin nada a cambio, que con solo aportar a su comunidad sienten la satisfacción de que ese es el camino. Y en eso estamos fallando como sociedad, estamos fracasando en no tener ese sentido de pertenencia por lo de nosotros, por lo que vemos, sentimos y percibimos día a día.
La política no solo se hace en época electoral, se hace en nuestro día a día, se hace al levantarnos. La política la practicamos al dar los buenos días al vecino, al cuestionar por qué la bolsa de leche subió, por qué el de los pescados no pasó hoy. Sin embargo, si le diéramos el estatus que se merece, la política se practicaría de forma distinta, de esa forma agradable como muchos la vemos, no de esa forma denigrante y obsoleta como la practican muchos dinosaurios que dicen ser políticos.
No obstante, lo bonito de todo esto es que el panorama está cambiando y este debate que pasó fue una muestra de eso, que con esfuerzo, trabajo y compromiso se puede demostrar que los jóvenes pueden cambiarle la cara a este país, que sí podemos gobernar, que sí podemos llegar al poder y que sí podemos hacer las cosas bien. Muchos tenemos un camino largo por recorrer, pero ese debe ir aliado de las comunidades. Aunque muchas han perdido la esperanza y muchas otras se dejaron engañar, aquí somos más los buenos y queremos un cambio verdadero.
La política como arte de servir es linda. La política como arte de engañar es nefasta. Por eso te invito a trabajar sin mirar a quién, tú y yo podemos sacar esto adelante, no le tengamos miedo a la política, que los jóvenes solo tenemos una oportunidad y esa oportunidad es ahora.