Las recurrentes imágenes de un corazón podrido a reemplazar por el de un joven sospechosamente muerto en un accidente y las del pescador usando emplumados anzuelos para extraer del río revuelto la valiosa presa que pacientemente espera nos revelan la esencia de este taimado e inescrupuloso personaje de la vida real, capaz de servirse de Fox y otras cadenas periodísticas a su servicio, para inventar mentiras oficiales y mandar a la muerte en desérticos y ardientes arenales, no solo a sus rangers sino a millones de víctimas civiles, heridos y desplazados por guerras de rapiña como la de Irak.
Se trata de Vice, protagonizada por Christian Bale, nominado al premio Oscar 2018 por encarnar a Dick Cheney, el maquiavélico vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George Bush, hijo, quien aprovechándose de la falta de firmeza de su jefe, lo manipuló, y amparado en el papayazo del derribamiento de las Torres Gemelas que le brindó Al Qaeda, después de bombardear y ocupar a Afganistán en busca de Osama, con pruebas falsas sobre la existencia de fábricas de gases químicos en Irak, programa su destrucción e invasión, simplemente para asegurar a su compañía Halliburton, con el mismo gobierno de los Estados Unidos del que hace parte, contratos por más de 10.000 millones de dólares para la ‘reconstrucción’ de la infraestructura destruida por sus bombarderos; además de repartirse sobre el mapa, los pozos más ricos entre sus amigos de grandes petroleras, después de matar a miles de inocentes, torturar en cárceles clandestinas, destruir y saquear a Bagdad, Palmira, Nínive y otras ciudades históricas, dizque buscando derrocar a Sadam Hussein, para al final propiciar el surgimiento del ISIS y su Estado Islámico que ocupó extenso territorio y desplegó atentados terroristas en las principales ciudades de países europeos que copatrocinaron la ocupación de Afganistán, Irak, Libia y Siria.
Es una película cuyo libreto intentan reproducir los mismos halcones del Pentágono, con personajes como Elliott Abrams implicado en el escándalo “Irán-contras”, durante el gobierno de Reagan, y John Bolton, de la cuerda de Cheney y famoso por mostrar la libreta amarilla anunciando los 5.000 soldados para Colombia, amenazar con aplicar la doctrina Monroe justificando la invasión de Venezuela, además de negociar el retiro de Afganistán después de negociar con los terroristas talibanes.
Estos rapaces disfrazados de “defensores de la democracia”, involucrados en negocios oscuros con la CIA y en el intento de sacar a Maduro y ocupar las reservas petroleras y minerales de Venezuela, son destacados funcionarios y consejeros, según su exabogado Cohen, del “estafador, evasor de impuestos y racista” Donald Trump, presidente de la mayor potencia mundial, que desde hace décadas, a nombre de la “Democracia y Libertad” ha sembrado destrucción, muerte y caos en Vietnam, Laos, Camboya, Afganistán, Irak, Libia, etc, y con sus compinches esperan repartirse 300.000 millones de barriles del subsuelo venezolano.
Lo peor es que Locombia hace parte del libreto de la película del Vice. Cheney al institucionalizar abusos de poder como torturas a los terroristas y permitir al Ejército de los Estados Unidos violar los derechos humanos en cárceles como Guantánamo y otras clandestinas, ‘legalizó’ “todas las formas de lucha” en la lucha contra el “terrorismo internacional” lo que le en 2002 cayó como anillo al dedo al presidente Álvaro Uribe para ensayar fórmulas similares, que ya venían aplicando desde la gobernación de Antioquia, cuando promovieron las Convivir como kínder del ejército paramilitar de las AUC que abonaron sangrientamente el terreno a la política de la ‘Seguridad Democrática’, gracias a la cual autorizaron los ‘falsos positivos’ que, según José María Vivanco, de American Human Rights Watch, empañan las hojas de vida del Comandante del Ejército y la mayoría de integrantes de la cúpula militar promovida por Duque, también empeñado en borrar la huella siniestra del país, designando en la Dirección del Centro de Memoria Histórica a un personaje que desconoce la existencia del conflicto armado y del origen político de las Farc a las que consideran como “narcoterroristas”; además está encargado del descrédito de la JEP, frenar investigaciones en curso sobre el papel que en la violencia recurrente, además de las guerrillas jugaron políticos, empresarios y militares que patrocinaron a los grupos paramilitares de Córdoba, Antioquia, el resto de departamentos de la costas atlántica y pacífica del centro y los llanos.
La repetición del libreto del Vice la hace el gobierno de Duque sirviendo de carnada para provocar a Venezuela y justificar la invasión no descartada, lo que convertiría a nuestro territorio en zona de guerra con fatales e impredecibles consecuencias para la población civil fronteriza y la estabilidad política y socio-económica del país.
Que los venezolanos pacíficamente se pongan de acuerdo para superar la crisis y no seamos más títeres imperiales de Trump y su vice Pence.