Fueron pocas veces las que Dante, el autor de La divina comedia, vio a su amada Beatriz. Sin embargo, para siempre ella marcaría su espíritu e inspiraría una de las más grandes obras de la literatura universal. Su muerte lo devastó, sin embargo lo llevó a decidir “a no hablar de aquella alma bienaventurada hasta tanto que pudiera hablar de ella más dignamente”, como lo expresó en su libro La vida nueva. De su dolor y decisión nacerían sus mejores textos.
Gustavo Adolfo Bécquer, el romántico español, también escribió sus mejores poemas a partir de sus trágicos amores o desamores. Por su lado, Wilfred Owen creó sus Poemas de guerra con base en su experiencia en el frente durante la Primera Guerra Mundial. Podríamos citar a muchos otros poetas quienes a partir de la tragedia personal o colectiva construyeron magníficas obras literarias. Por lo pronto, basta.
Y no quiero decir con lo anterior que solo con base en el dolor se pueda escribir. También se puede cantar a la alegría, a la vida bohemia y al sexo. Los ejemplos abundan: Li Bo, Anacreonte, Bukowski. Claro está, las emociones por sí sola no bastan. Como afirma el poeta brasileño Carlos Drummond en su poema Búsqueda de la poesía: “lo que piensas y sientes, eso todavía no es poesía”. Lo que intento recalcar es que al final de la alegría o la tragedia, nos queda la poesía. Ese género menospreciado por algunos rescata algo de nuestra infancia perdida y resignifica el olvido, la muerte, el amor y el desamor.
En los tiempos de pandemia que vivimos llama la atención la circulación de poemas por las redes virtuales. No voy a hablar de la calidad de ellos, lo que merecería otro artículo. Quiero resaltar aquí el hecho de que es la poesía la que nos ayuda a sobrevivir. Los amigos se envían vídeos o textos para compartir y soportar tan duros días. Se siguen realizando encuentros poéticos, esta vez de manera virtual, como el que se llevó a cabo el 31 de mayo: por iniciativa del Movimiento Poético Mundial, poetas de 12 países compartieron sus escritos.
Bien nos lo recuerda el poeta Nezahualcoyotl:
¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos
Al final, lo que queda claro es que todo pasa y que de nuestras alegría, placeres, miedos y terrores solo nos quedará eso: la poesía.