La poderosa familia brasileña que ha hecho millones chatarrizando taxis y Trasmilenios en Colombia

La poderosa familia brasileña que ha hecho millones chatarrizando taxis y transmilenios en Colombia

Arrancaron en el país hace 20 años comprándole a los Holguín de Cali y transforma vehículos inservibles en acero, un negocio en el que compiten con Paz del Río

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julio 23, 2024
La poderosa familia brasileña que ha hecho millones chatarrizando taxis y transmilenios en Colombia

La brasileña Gerdau Diaco es la gran chatarrera de Colombia que junto con Ternium del Grupo Techin billonario argentino Paolo Roca y Acerías Paz del Río de propiedad desde el 2022 del grupo empresarial Trinity Capital, del colombiano Omar González Pardo, mandan en el negocio del acero. Gerdau funde cada año unas 350 mil toneladas de materia prima obtenida de los taxis, buses, busetas y Transmilenio que chatarriza.

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La empresa que se ganó el contrato para desintegrar aquellos buses que ya no funcionan fue Gerdau Diaco. Buses y pedazos de chatarra llegan por montones a sus plantas fundidoras de Tuta en Boyacá y Muña en Cundinamarca, a las afueras de Bogotá.

La familia Gerdau entró al país hace 20 años, pero en el negocio del acero tienen 120 de historia que arrancó con una pequeña fábrica de puntillas en Porto Alegre (Brasil) fundada a comienzos del siglo XX João Gerdau, un inmigrante alemán que se radicó en Brasil y su hijo Hugo Gerdau. Aquella fábrica de puntillas empezó a meterse en el negocio del acero y a crecer cuando tras la muerte de Hugo Gerdau en 1946 la empresa quedó en manos de su yerno el también alemán Curt Johannpeter, quien compró la empresa Siderurgia Riograndense como una de sus primeras maniobras administrativas.

Treinta años después de consolidarse en su país como la gran empresa de compra de chatarra para producir acero, el Grupo Gerdau empezó a mirar hacia afuera de sus fronteras. El primer país al que llegó fue Uruguay. En los años 80, Gerdau ya era dueña de siete siderurgias con las que producía 2.4 millones de toneladas de acero cada año. En las siguientes décadas todo fue crecimiento. A finales de esta década entró al mercado norteamericano comprando en 1989 la empresa Courtice y años después, en 1995, Matotoba Rolling. Luego vinieron sus dos adquisiciones en Chile (1992), dos más en Argentina (1997-1998), seis en Estados Unidos que se dieron en la primera década del siglo XXI.

Después de controlar gran parte del mercado en América, Gerdau hizo el salto a Europa, a donde entró comprando la siderúrgica Villareal en 2007, año en el que también compraron la fábrica Tadipatri en la India.

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Durante el camino de crecimiento Gerdau entró a cotizar en bolsas de los países en los que se movían sus filiales. Hoy las acciones de Gerdau se mueven en las bolsas de New York, Madrid y Sao Paulo, pero el control sigue estando en descendientes de los fundadores, tras la muerte del alemán Johannpeter, la empresa estuvo controlada por sus hijos, los hermanos Klaus, Jorge y Federico Gerdau Johannpeter. Hoy el grupo empresarial está comandado también por tres primos André Bier, Claudio y Guilherme Chagas todos de apellidos Gerdau Johannpeter.

La llegada de los brasileños al negocio del acero en Colombia

La entrada a Colombia de los brasileños se da en 2005 cuando compra el grupo siderúrgico, yta uno de los más importantes del mundo, compra la empresa de acero Diaco, que había sido fundada en 1961 por la familia caleña Holguín, reconocida dueña del ingenio Mayagüez. Los brasileros querían el negocio en Colombia y también compraron en esa oportunidad la Siderúrgica del Pacífico.

Los Holguín dentro el negocio del acero también tuvieron gran importancia en Colombia. Dos décadas después de fundar su siderurgia, liderados por Eduardo Holguín, quisieron también controlar el negocio en el país para así darle la pelea a Paz del río, en ese momento la siderurgia más importante del país, que había sido fundada en 1942. En su camino de expansión los caleños se hicieron con pequeñas competidoras como Siderboyacá, la cual compraron en 1982 y Sidermuña y Heliacero, que adquirieron en 1986.

Ya en los 90 la familia Holguín, bajo la sombrilla del grupo siderúrgico Mayagüez, nombre que también tiene su ingenio, era una de las más importantes en la industria del acero en Colombia. Habían logrado su objetivo y hacía parte de los cinco grupos económicos más grandes de Colombia. Eran dueños de cinco siderurgias y un ingenio azucarero. Eran también dueños de Cine Colombia, empresa que mantuvieron por 22 años, desde 1988, y que en 2010 terminaron vendiéndosela a la familia Santo Domingo y su grupo Valorem.

Los Holguín siguieron con su estrategia de expansión en el sector del acero. Compraron también Laminados Andinos, Perfilamos del Cauca y Laminaciones Muza. En 2001 se hicieron con la Siderúrgica de Medellín, empresa que era propiedad del grupo Bancolombia. Y el nombre del grupo Mayagüez cambia a grupo siderúrgico Diaco.

Por aquellos años de inicio del nuevo milenio el negocio del acero cayó. Fueron varios años en que los Holguín perdieron dinero con su grupo siderúrgico. La venta de la compañía empezó a ser un rumor que cada vez sonaba con más fuerza. Hubo varias ofertas como la que desde Venezuela hicieron los dueños de la Siderúrgica del Orinoco. Pero es cuando el grupo brasileño entra con fuerza en América Latina y pagaron por Diaco un poco más de 100 millones de dólares y los Holguín se volvieron a centrar en el azúcar con su ingenio Mayagüez en el Valle.

Diaco no tardó en montar en Bogotá su centro administrativo desde donde maneja siete plantas de acopio nacional donde chatarriza vehículos en desuso. La operación la maneja Gustavo Werneck, el primer CEO de Gerdau Diaco por fuera de la familia Gerdau Johannpeter y como se dice donde hay acero, ahí están. Aparte de los buses y los taxis que chatarrizan también lo hacen con las armas que incautan las Fuerzas Militares o las inservibles. Un proyecto con vocación social que hacen junto al Ejército de Colombia. De 2018 a la fecha, según lo han dicho ellos mismos, ha fundido casi 200 mil armas, acero que este caso terminan siendo la base de las estructuras de las viviendas de interés social que los soldados ayudan a construir.

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