El gobierno del señor Iván Duque acaba de anunciar un nuevo reajuste del ingreso básico, que se les está entregando desde 2020 a casi 4 millones de hogares, para fijarlo en 200 mil pesos mensuales, que se desembolsará cada dos meses para evitar que los costos del transporte para retirar los dineros del Ingreso se lleven una parte importante de dicho aporte estatal.
Esa decisión ocurre en pleno proceso electoral y el sesgo es evidente para favorecer los intereses electorales del candidato Federico Gutiérrez, aun así, es necesario defender tal prestación en el entendido que la gente más pobre y vulnerable, especialmente la del campo, se encuentra en una situación desesperada y al borde del abismo.
El ingreso solidario que está desembolsando el gobierno a través del Departamento para la Prosperidad Social DPS no va al fondo de la tremenda desigualdad que afecta a millones de ciudadanos, especialmente al denominado precariado que incluye millones de desempleados, a jóvenes profesionales sin trabajo y apersonas en condiciones de discapacidad.
En ese sentido hay que profundizar el debate público sobre la construcción de una Renta básica decente y adecuada a las necesidades de millones de personas colocadas en situación de desempleo.
Se trata de una renta incondicional e indefinida que no debe verse como algo parasitario e inviable en el razonamiento de algunos.
Pero además del debate público es necesario construir una “voluntad de poder” que convoque a todo el movimiento social para que luchemos por dicha renta básica (un ingreso mensual de carácter individual, modesto e incondicional), pues ninguna sociedad puede funcionar bien si una creciente proporción de sus miembros se encuentra en la pobreza y tiene inseguridad económica.
Tenemos que ver la renta básica como un elemento de una estrategia redistributiva en la que se da un papel importante a las nuevas formas de representación colectiva democrática y participativa, sin exclusiones.
Lo que debemos tener claro es que hay que organizar fondos públicos con los que ofrecer salarios básicos de forma masiva y sin ninguna clase de condicionamientos políticos, raciales, étnicos, sexuales o religiosos.
Adicionalmente se deben suprimir todas las ayudas y exoneraciones de impuestos de las grandes empresas y de la elite millonaria.
Alcanzar la renta básica será el resultado de un proceso denso de organización del precariado y de su movilización consciente con unos objetivos claros y unos instrumentos de negociación eficaces para evitar su manipulación por políticos inescrupulosos y tramposos.
Lo único cierto es que sin una lucha sostenida no se lograra materializar este gran propósito de lucha contra la miseria y pobreza en momentos en que se agudiza la recesión económica y la inflación golpea los precios de la canasta básica alimentaria.