Mucho daño hace esa afirmación lastimera que he visto por todo lado: "pobrecita la niña de James". Eso está bien lejos de ser un acto de consideración humana y lo que sí logra es estigmatizar y victimizar a los menores de edad, reforzando también ese peligroso prejuicio sobre el mantener "la familia" unida por encima de lo que sea. Pongo entre comillas familia porque familia es amor mutuo, deseo de unión, deseo de permanencia y apoyo; muchas veces lo que se acaba con un divorcio no son precisamente familias sino verdaderos infiernos.
De las situaciones dañinas para la salud mental de un niño es que crezca con padres que no se soportan, que mal conviven, que no se quieren. Respeto y cariño entre la pareja, el agua de vida para la salud mental y emocional de los hijos. Grábenselo.
Básico respeto y cariño, de ahí para allá es ganancia: amor fraternal, amor profundo, pasión, incondicionalidad, amistad, etc. Pero esa vaina básica de quererse y respetarse no implica vivir bajo el mismo techo! Saquémonos ya de la cabeza tantas mentiras sobre el amor. Empecemos hoy por esta: aguantar frustración, ansiedad e insatisfacción malviviendo y poniendo a malvivir los hijos NO ES AMOR. Pero como tenemos tan desfigurado ese concepto primario, de ahí para allá lo único que se considera y solidifica son prejuicios, bastante alejados de la realidad psicológica sobre lo que es conveniente o no en estas situaciones de divorcio.
Muy seguramente la niña de James y Daniela estará más tranquila, sin toda la deformante ansiedad que producen las discusiones, las peleas, las ausencias sumándole toda la podredumbre de un ambiente de rabia, fracaso, reproche y frustración. La evidencia nos muestra claramente que lo que causa daño no es el divorcio en sí mismo, sino la manera en que se afronta, y además nos alerta en cuanto a que causa un daño superior un matrimonio conflictivo, lidiar con eso sí que maltrata. Ya dejemos tanta irracionalidad y empecemos a aceptarlo.
Que los niños frente a un divorcio van a sentir dolor, por supuesto, es innegable, pero lo importante aquí es evitar el sufrimiento. El dolor transforma, el sufrimiento paraliza. Aprender a sobrellevar el dolor y la frustración es una necesidad del manual básico para la vida, si lo dudan, pregúntenle a los adictos.
También debemos estar atentos a no darle una lectura de abandono al divorcio, pues muchos casos reportan una mayor cercanía emocional entre padres e hijos, cuando esa relación ya no está transversada por los conflictos de pareja de los padres; otra cosa, es que uno de los miembros de la pareja se sienta así y de manera egoísta e irresponsable introduzca a sus hijos en ese río de sufrimiento por la frustración que experimenta frente a la separación, porque ahí sí se debe ser claro: si, la PAREJA si se separa.
Finalmente la invitación es a cuestionarnos con mayor profundidad, ya no estamos para tanta ligereza y mediocridad, menos, teniendo importante evidencia en estos temas fundamentales de nuestra existencia. Elevemos los argumentos y la conciencia sobre la lengua, dejemos de hablar sin reflexión puntual y juiciosa sobre la verdadera esencia del amor, los aspectos que realmente constituyen y construyen familia y sobre el proceso del divorcio.
Podemos convivir de muchas maneras, pero no de cualquier manera.