En Fredonia al suroeste de Antioquia las historias de ultratumba y supersticiones rondan cada esquina del pueblo cafetero que algunos juran esta maldito. Y es que en una de las calles de la plaza principal se encuentra la casa de los espantos, una vivienda roja de dos pisos, luce inofensiva pero permanece abandonada desde hace décadas. Los vecinos se acostumbraron a los excesivos ruidos y actividades en su interior que se agudizan por las noches.
Fue esta casa en donde vivió durante 21 años Lucrecia Victoria Gaviria, más conocida como la bruja. Se disfrazaba de profesora en escuelas de la región pero para nadie era un secreto sus actividades extracurriculares.
Recibía invitaciones provenientes de la Casa de Nariño y la Gobernación de Antioquia con fines que no estaban relacionados con su labor educativa sino con la brujería, el ocultismo y todo un conjunto de prácticas que Lucrecia manejaba a la perfección desde los once años cuando adivinaba la suerte y el futuro a través del cigarrillo, tabaco y tazas de café.
Su trayectoria inició con trabajos sencillos a punta de ataduras, ritos y baños los pedidos favoritos de sus clientes. En una ocasión fue invitada al Reinado Nacional de la Belleza por una de las concursantes para que la convirtiera en la nueva Señorita Colombia. Así lo hizo. Aunque otra candidata era la favorita del jurado, con sus artimañas hizo y deshizo para cumplir el pedido de la reina.
Rápidamente, pasó de leerle el futuro a reinitas y despechados a trabajar para narcos, políticos, empresarios e hijas de ex presidentes de la República. Su nombre se hizo famoso en la región antioqueña. Fue entonces cuando conoció en Fredonia a Jaime Builes, el narco más poderoso de los años 70 quien se convirtió en su principal cliente. No contrataba sus servicios para blindarse de las autoridades o proteger sus cargamentos de coca sino para acceder a la dirigencia política antioqueña, que ya empezaba a rondar la bruja. Builes empezó a codearse con muchos políticos, se volvieron asiduos visitantes de sus fincas y de sus ostentosas celebraciones además de pedirle que se favorecieran en las elecciones.
Para Lucrecia los viernes eran benditos para brujear, le recomendaba a sus clientes que este día la acompañarán a una finca a las afueras del Pueblito Paisa alejado de la mirada de curiosos. Los obligaba a quitarse la ropa para azotarlos con ramas de cedro hasta la madrugada. Antes que amaneciera los ponía bajo el chorro de un rio durante horas mientras repetían miles de veces eso que tanto deseaban.
Su estatus llevó a Lucrecia a cruzarse con personajes influyentes en Antioquia para aquel entonces, especialmente del Partido Conservador. En su lista se destacaba Jota Emilio Valderrama quien murió joven en el esplendor de su carrera política, Fabio Valencia Cossio, Álvaro Villegas Moreno y las diputadas Libia González de Fonnegra y María Margarita Vásquez Arango.
En ese círculo social terminó por toparse con el designado Gobernador de Antioquia en 1978, Rodrigo Uribe Echavarría, fundador también de Coltejer. Lo llamaba ‘Don Rodrigo’ y lo describía como un hombre sencillo pero parrandero. Lucrecia asegura que fue ella quien ‘lo inició’ en la brujería.
Le rezaba el despacho para atraerle buena suerte alejándole a los envidiosos, llenó la oficina de talismanes y regó papeletas en los rincones. Otra veces se reunían en el Hotel Intercontinental de Medellín. Sin falta, antes de sus viajes políticos el Gobernador la contactaba para que le arreglará baños con flores y yerbas.
La voz se regó por las altas esferas hasta llegar a la capital. Así fue como el Gobernador de Antioquia le presentó a Lucrecia al entonces Presidente de la República Julio César Turbay. Le terminó adivinando la suerte al máximo líder quien ya fuera por curiosidad o emoción no pudo evitar invitarla al palacio presidencial.
La bruja llegó a barrer la alcoba del presidente para sacar las malas energías e hizo que se bañara con infusión de yerbas con la orden de que mientras se secaba debía recitar oraciones escritas a puño y letra por ella. El presidente repitió el mismo ritual por meses.
El presidente de la pajarita que tenía la muletilla del evidentemente la contactaba para que le enviará desde Fredonia más menjurjes para librarse de los enemigos, tener más dinero y vivir bien cuando dejará la presidencia.
Por medio de Turbay, Lucrecia asegura haber trabajado para Misael Pastrana, el expresidente de la sonrisa como una mueca permanente. Cuando recibió sus servicios, y aunque no le pidió nada a cambio, Pastrana le envió en agradecimiento un millón de pesos, hoy equivalen a 400 millones.
Después de su furor, llegó la estrepitosa caída de Lucrecia Gaviria que la obligó a retirarse del mundo de la brujería una vez fue exorcizada por monseñor Alfonso Uribe Jaramillo.
No fue hasta 1994 cuando Lucrecia se atrevió por primera vez a revelar sus supuestas relaciones con políticos al cronista Germán Castro Caycedo que plasmó en un libro su testimonio escandalizando a la clase dirigente. Fue la protagonista de su libro: La Bruja, quien aparece en el libro como Amanda Londoño.
Las múltiples demandas en contra de Lucrecia no se hicieron esperar, la obligaban a retractarse de sus palabras alegando una violación al buen nombre. Y para proteger su privacidad, lLos nombres originales de quienes se cruzaron en su camino fueron modificados del libro de Castro Caycedo pero una vez se conocieron nunca fueron olvidados. Hasta hoy Lucrecia asegura que su confesión fue verídica, cada nombre, cada lugar y cada trabajo que hizo.
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