En Colombia llevamos más de 15 días de protestas y paros. En principio, en contra de una reforma tributaria, la cual retiró el gobierno. Ahora, por un pliego de peticiones que presentó el Comité Nacional de Paro. Toda esta situación se convirtió en una crisis para la sociedad colombiana por la violencia que ha dejado un cuadro de dolor. Sin embargo, gran parte de la responsabilidad de la tragedia que casi nadie quiere ver es lo que sucede con el COVID-19 o peste china, que le ha traído una inmensa tribulación a la tierra y por supuesto a Colombia. ¿Por qué? A causa de que el único responsable de la desgracia que ha vivido la humanidad es el Partido Comunista de China, porque desde el país astático hace más de 20 meses se originó y propagó por el planeta el virus, sin que todavía el régimen chino por lo menos le pida perdón a la humanidad.
Durante tres meses se permitió que la pandemia se extendiera desde China a las otras naciones, sin que existiera una alerta temprana. Y claro que Colombia tenía que salir damnificada y, como se dice coloquialmente, “esos lodos nos traen estos polvos”, dado que parte de nuestras cuitas que vivimos actualmente se deben a la pandemia. Sin embargo, no se han visto en el mundo protestas significativas en contra del régimen chino, como si los pueblos estuvieran hipnotizados por la mercadería de Pekín; advirtiendo que en Colombia se han contagiado por la peste china casi tres millones cien mil personas y al redor setenta y nueve mil han muerto. Insisto, sin que se vean protestas o quemas de banderas del Partido Comunista de China. Cosa contraria sucedería si en EE. UU. hubieran aparecido los primeros casos de COVID-19.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) vaticinó que por causa del COVID-19 se perderán millones de empleos en el planeta, situación que ha ocurrido especialmente en los países denominados del tercer mundo, en donde esta Colombia, constituyéndose una catástrofe laboral que traerá recesión que se podría convertir en una depresión como la de los años 30 del siglo pasado. Por lo tanto, hay que reafirmar que la calamidad se originó y propagó desde China con el ocultamiento del Partido Comunista de China, como se ha demostrado ampliamente. De ahí que las organizaciones de los trabajadores, en este caso los sindicatos, no pueden guardar silencio y por eso tienen que denunciar un hecho que conspira en contra del trabajo y la vida.
El Partido Comunista de China no solo en esta oportunidad ha sido verdugo de los trabajadores con el coronavirus, sino que al aliarse hace más de 43 años con las grandes corporaciones financieras, para superexplotar a los trabajadores chinos, también fortaleció el neoliberalismo que desarrolló la flexibilización laboral en varios países de mundo, con las consecuencias nefastas para los trabajadores dentro de ellas la tercerización a gran escala.
Lo que demuestra que el marxismo en su aplicación práctica es enemigo de los trabajadores, y que solo utiliza a los sindicatos para que sus élites mediante el engaño se tomen el poder o cuando ya se encuentren en él ayuden a someter y enajenar a los trabajadores como ocurre en las dictaduras comunistas de Cuba, China, Vietnam, Corea del Norte y Venezuela; pero contrario a esa costumbre los sindicatos deben de ser expresión de independencia frente a cualquier Estado.
Al marxismo en toda su historia no le ha interesado el bienestar de las masas, porque lo que pretende es mantener y reproducir la miseria como condición necesaria para que el Estado comunista represivo y burocrático perdure eternamente, por eso hay que volver a mencionar que el sacrificio de los Mártires de Chicago ocurrido en 1886 quienes eran libertarios y en cuya memoria se conmemora el 1° de mayo es la antítesis del marxismo que aplasta la libertad individual, para montar nomenclaturas infames, cuyas élites parasitan oprimiendo a los pueblos y convirtiéndose en las burocracias más corruptas que hay sobre la tierra, pues al ser dictaduras no tiene ningún control.
La justeza de las luchas sociales, que deben de ser lideradas por los sindicatos, especialmente, se tiene que basar en la solidaridad rechazando la infiltración de grupos marxistas leninistas terroristas, debido a que estas bandas buscan utilizar la protesta para desarrollar sus perversos planes, pues como seguidores del adefesio comunista pretenden tener a obreros, campesinos y comunidades como herramientas para satisfacer sus apetitos, recordando que el comunismo totalitario ha sido el peor enemigo de los trabajadores, desde que existe.
El cristianismo católico ha sabido responder a los desafíos que de manera abyecta ha impulsado el comunismo totalitario en el movimiento de los trabajadores, comenzando por el papa León XIII, quien el 15 de mayo de 1891 promulgó la encíclica Rerum Novarum, que este sábado cumplirá 130 años, siendo fundamento de la dignidad de los trabajadores. En ella se muestra el carácter social de la iglesia al apoyar incondicionalmente a los sindicatos, rechazando la acumulación desmedida de capital y repudiando la perfidia del comunismo totalitario.
Por el complot del régimen chino con la pandemia, la tarea de los sindicatos, tanto a nivel de las naciones como internacionalmente, es discernir las implicaciones que tendrá en COVID-19 para el futuro de los trabajadores en diferentes partes del mundo; teniendo en cuenta que empiezan a cambiar las relaciones comerciales entre los países. Así pues, fortalecer la producción nacional es el camino, en donde los gobiernos democráticos podrán romper el paradigma de la globalización que favoreció a China y que ha traído desgracias a la tierra como este del COVID-19 o peste china.