El tradicional barrio Restrepo se ha caracterizado por ser la principal vitrina y centro de producción de calzado en Bogotá. Sin embargo, en los últimos años, rste sector de la capital se ha visto diezmado. Por un lado, la invasión desmedida de calzado chino, sumada a la recesión producto de la pandemia, ha desdibujado la calidad y el prestigio que eran el sello de los productos que se comercializan allí. Por otro lado, la situación social del barrio mismo se ha ido deteriorando.
Uno de los principales problemas es la creciente presencia de personas en condición de calle, esto producto principalmente del desplazamiento de quienes se encontraban en el liquidado sector del Bronx y han llegado al barrio en los últimos años. Esto ha derivado en que se haya vuelto paisaje encontrar durante las noches a dos o tres personas de esta población durmiendo en improvisados cambuches en esquinas y parques y verlas en el día deambular por los locales del sector en busca de dinero o comida.
A lo anterior se suma la proliferación de cantinas, que son locales de expendio de bebidas alcohólicas pequeños, muchos de los cuales funcionan de manera informal. Esto especialmente en el sector de la Valvanera, que es donde se encuentran las fábricas y talleres donde se elaboran los productos que vemos en las vitrinas del Restrepo. Es que se llegan a contar en la Valvanera no menos de 34 de estos establecimientos, cifra escandalosa para un sector que comprende menos de 20 manzanas, entre las calles 14 y 22 sur, y entre las carreras 24 y 27.
Dicha situación por demás ha generado problemas de convivencia y contaminación auditiva para los habitantes del barrio, ya que estos negocios suelen funcionar hasta muy entrada la madrugada. Hay música a alto volumen, riñas y situaciones que comprometen la seguridad, como el expendio de estupefacientes al interior de estos sitios, sin que haya nadie que ponga la lupa. Ni siquiera a la policía, la cual tiene un CAI en todo el corazón del sector, se le ve vigilando y controlando esto. Y ni qué decir de las autoridades locales, a quienes se acude en busca de apoyo para solucionar esta situación y hacen oídos sordos a las quejas. Cabe resaltar que de acuerdo a lo registrado en catastro el uso de suelos para el sector de la Valvanera es residencial, lo que implicaría que este tipo de establecimientos no deberían funcionar allí.
Adicional a estos problemas, se suman los crecientes focos de disposición irregular de basuras en espacio público, alimentados por los residuos de las fábricas, almacenes y sitios de comida del sector, que son normales de ver por donde uno camina. Y es que si bien el servicio de aseo es puntual y frecuente allí, contando con un servicio de recolección que pasa todos los días, tampoco se ve a las autoridades sanitarias locales poniendo freno a quienes botan la basura en donde mejor les parece.
Mientras tanto, los habitantes del tradicional barrio el Restrepo deberemos seguir lidiando día a día con personas en condición de calle, muchas de ellas agresivas; basuras por doquier; y falta de sueño reparador en las noches gracias al ruido y las riñas de las cantinas. Todo esto realmente ha ido en detrimento de la calidad de vida, acercando cada día más al barrio a convertirse en una réplica de la zona de tolerancia del centro de Bogotá.
