Llevo parado media hora frente a una señorita de un puesto de Baloto en el Barrio La Castellana de Bogotá. Habla animadamente por teléfono con una amiga. A mi de mala gana me dice que espere, que no hay línea. Detrás de mí la fila crece como un tumor maligno. Crece también la indignación y las quejas. Varios de mis compañeros de infortunios llevamos días intentando pagar el recibo de Movistar pero nunca se puede. Nunca hay nadie en los puestos, la línea se cae, nada funciona. Yo soy un pobre oficinista cualquiera que tiene horarios rígidos y la única posibilidad que tengo para pagar es de 12 a 2 p.m, justo el horario en donde las señoritas de Baloto van a almorzar. Ojo, ellas tienen todo el derecho de hacerlo pero Baloto porque es tan miserable y no paga reemplazos oportunos que las suplan. Señores de Baloto, la gran mayoría de sus clientes son gente como yo que trabaja en horarios de oficina.
Yo no tengo mensajeros ni secretarios. Este año me han cortado el teléfono en dos oportunidades simplemente porque es imposible pagar. El recibo del agua, ahora, solo los reciben en los baloto de Farma todo. Como si hubiera Farma Todo en cada esquina. Para el gas es el mismo drama, nunca ha línea. Que mamera de verdad.
Lo peor es que no tengo a quien quejarme. Lo único que tengo es este medio para desahogarme. Yo no juego la lotería y desprecio a lo que lo hacen. Baloto para mi, como para muchísima gente, solo es un punto donde puedo pagar los recibos. Pero si ya es imposible no se entonces para qué sirven. Por mi que los cierren y si no los van a cerrar al menos que lo hagan mejorar. Tienen que mejorar, están obligados con los miles de usuarios de este servicio
