La pérdida de virgo de los gobiernos

La pérdida de virgo de los gobiernos

Aunque las dirigencias tenían derecho a improvisar ante la supuesta falta de información sobre el coronavirus, ya no tienen excusa... deben haber aprendido algo

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
mayo 12, 2020
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La pérdida de virgo de los gobiernos
Foto: Flickr www.audio-luci-store.it - CC BY 2.0.

La expresión "abrir la economía demasiado pronto puede ser contraproducente", aunque la diga Paul Krugman (premio nobel de economía) a renglón seguido del título de su artículo ¿Cómo crear una depresión pandémica? aparecido hoy en New York Times, es falsa. Sin embargo, tanto Krugman como el periódico están dando por sentado que el público sabe a qué pandemia se están refiriendo. Entonces es la gente la que termina poniéndole el encabezado al título al comprender todos más allá de lo que está escrito. Así ocurre en el cine, pero no necesariamente en los artículos de opinión. Alguien venido de Marte, y hay marcianos en cualquier parte del mundo, aunque no lo crean, no tiene por qué saberlo.

Es falso, salvo que se esté hablando de abrir la economía en épocas de crisis económica provocada por un virus, cualquiera que éste sea. Y se me dirá que esta expresión mía es falsa pues no toda pandemia es tan lesiva para la salud y la economía aunque, vaya a saberse por qué tienen que vincularse y contraponerse tales lesiones; lo cual exploraremos minuciosamente. Mientras tanto, yo no me quito.

No sin antes soltar un gancho de derecha.

El caso es que las crisis pandémicas de virus como la gripa también producen lesiones tan grandes como el coronavirus pero ya tenemos anticuerpos para defendernos de ellas. Y ese agregado coloca la discusión en donde realmente debe ubicarse. Y es tan cierto e irrefutable que si tuviéramos anticuerpos contra el coronavirus, éste no sería pandémico o, aun siéndolo, no producir tantas muertes.

La única forma que tiene la sociedad, desde Louis Pasteur y Edward Koch para acá, para defenderse de una u otra pandemia es haber desarrollado vacunas u otros medicamentos. Entonces la crisis no se deriva de la aparición del virus se debe a que alguien en la sociedad no hizo su trabajo.

Alguien en nuestra sociedad, ya sea socialista o capitalista no hizo el trabajo que debía hacer.

Si en la sociedad capitalista es la empresa privada la encargada de atender el mercado gigantesco de las pandemias virales para mantenerlas bajo control, entonces la culpa es solamente achacable a esa opción de política de estado, ¡ay, la Ley 100!; tanto como de organización social, que no fue capaz de resolver las necesidades de la población, a pesar de tener todos los canales financieros y de capital a su disposición para hacerlo. ¡Y a veces con plata regalada como cuando el ébola!

Es obvio que todo el estamento político, tanto como el económico, está implicado en esta derrota y por lo tanto se desgañitan con aspavientos grandilocuentes de sobreactuación televisiva con figuras retóricas para ocultar el descrédito que les sobrevendría y que les impediría seguir pelechando tan impunemente. Están con el ojo puesto en la próxima elección.

Y digo que seguirán pelechando no porque no existan las suficientes fuerzas sociales que nos permitan desembarazarnos de ellos. Lo digo porque, igual, no se ha escuchado una sola voz para que, a la par de las investigaciones que nos traigan una vacuna contra el COVID-19, nos provean de otras contra las potenciales pandemias que nos sobrevendrán, y tan inminentes y sorpresivas como la que nos atacó; ni tampoco han previsto que exista una lista esperada de nuevas vacunas emergentes. Es obvio imaginar, por ejemplo, que si sufriéramos dos pandemias al tiempo las posibilidades de seguir predominando como especie colapsaría. Dominarían las ratas o las cucarachas que comieran nuestra carroña. Y, ojo, los virus me podrían estar escuchando. Y sin embargo el silencio es tan grande como la suma de arabescos en una catedral gótica.

Y en cuanto al socialismo diré algo fundado en el otrora célebre Libro Rojo de Mao Tse Tung y sus Cinco Tesis Filosóficas. Aclaro, si es que se pudiera decir que China es socialista todavía. En la defensa de los programas económicos de su revolución democrática burguesa sostenía Mao que debían nacionalizarse y estatizarse todo aquello que lesionara mayormente la vida material del pueblo; verbigracia, bancos, transporte, energía eléctrica, combustibles, servicios públicos, etc. Está claro que si esta consigna, desde esa época a esta parte, se hubiera cumplido al pie de la letra, la imagino aplicada a la salud, China no hubiera sufrido de coronavirus. ¡Y quizás el mundo tampoco!

Pero hay algo peor: todavía en China, muy a pesar de haberse superado el coronavirus, hasta ahora, tampoco se ha estado hablando de nuevas vacunas para combatir otras amenazas virales potencialmente emergentes. He leído muy seguido Noticias Xinhua y nada se dice de ello.

Y esto por qué ocurre. ¿Qué es lo que pasa en las sociedades que, pretendidamente inteligentes, no aprenden de sus consabidos errores tan traumáticos y letales?

Así formulada la pregunta parece más filosófica que concreta para salir de la crisis. Quizás deba formularse de tal manera práctica que nos ayude a salvarnos de la penuria actual.

La replanteamos así: cómo es que los problemas derivados de una pandemia resultan afectando siempre la economía; es decir, cómo es que en las sociedades no parece haberse esclarecido qué clase de consabido error se repite una y otra vez y coincide pandémicamente.

Y la respuesta es abrumadoramente sencilla y fulminantemente contundente y es esta: sin vida no hay economía posible.

Aclaremos, si cabe, algo tan evidente: hemos estado haciendo economía sin darnos cuenta, o burla burlando, que siempre tenemos una cuota de vida jugando; y la evolución de la economía depende de que la vida se mantenga soportándola. Hay una porción, si se quiere cuántica, de vida social e individual, llevada a la enésima potencia que siempre marcha por delante de la economía y la conduce.

Entonces es obvio que si la economía abre prematuramente, de tal manera que la vida no se garantice, tampoco estaremos garantizando que la economía regrese. ¡Así de sencillo!

Entonces será más visible en el futuro que cuando se habla de fuerza de trabajo y de horas socialmente necesarias para producir los bienes se estará hablando de vida al servicio de la economía. La imbricación podría ser tal que pareciera inmanente, es decir, que no podríamos hablar de economía sin vida; pero quizás no sea tan inmediato, no lo corrobora la historia, decir que tampoco hay vida sin economía.

El asunto es que al parecer el desastre ocurrido en las sociedades, ya socialistas, ya capitalistas es tal que parecen haber probado que tampoco hay vida sin economía o, por lo menos, tal pretenden hacernos creer.

Pero hay algo todavía peor que eso. Aquellas economías representadas en el erario público, dineros que son de todos y no solo rentas o impuestos derivados del capital, que pudieran ser la fuente para que pudiéramos vivir un rato más largo sin economía la feriaron rápidamente los gobiernos, ayudando más a las empresas que a los ciudadanos. ¡Pruébelo la estadística!

Y cómo es posible que ocurriera semejante desastre. Pues es un desastre tan grande que si nos equivocamos y se nos viene una segunda ola de coronavirus, peor si se encepa y muta, y aun una tercera; y deba cerrarse nuevamente la economía, ya no se le podrá ayudar nuevamente ni tampoco a la gente. Y entonces tal como presagia Krugman entraremos en una doble crisis, es decir, en una crisis pandémica tanto por el coronaviorus reactivado como por la economía desactivada. Ya se sacan cuentas de cuántos gobiernos sucumbirán.

Y cómo es posible que eso pueda ocurrir. Es tan sencillo como esto: porque nos olvidamos por enésima vez seguida que lo que ilumina la economía es la vida. No lo contrario.

Entonces estamos ante la posibilidad de un doble suicidio. Y de allí la algarabía de nuestros supuestos dirigentes que nos mandan al matadero, haciendo bulla para que no nos demos cuenta.

Aceptemos que las dirigencias tenían el derecho a improvisar ante la supuesta falta de información sobre el coronavirus, pero no nos vengan a decir, que todavía están virgo como para hacernos creer que no han aprendido nada.

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