Si es un trabajador colombiano piense en esto:
El sueño de todo trabajador colombiano es lograr su pensión de jubilación; ese ahorro programado que realizó durante su vida laboral y que espera recibir en su ‘tercera edad’.
Pero el dulce sueño de alcanzar esa pensión puede tornarse en una larga pesadilla. Datos desalentadores para la clase obrera colombiana ambientan el amargo sueño.
Hace diez años, cursaban 160 mil procesos judiciales para reclamar pensiones atrasadas. A abril de 2014 y mediante tutela, treinta mil trabajadores denunciaron que semanas de sus aportes a la seguridad social desaparecieron, como suelen desaparecer a las personas y al erario en Colombia.
Esto debido a que muchos empleadores, por ese cuento de la tercerización del trabajo, suscribieron contratos de fiducia con terceros para la administración de los recursos destinados para las pensiones y, en esa “movida”, se embolató algunos datos de los trabajadores.
Las múltiples intervenciones y liquidaciones de las distintas entidades administradoras o pagadoras de pensiones que el Gobierno ha realizado con total impunidad y nulas sanciones, también contribuyó a que miles de ciudadanos vivan esta pesadilla.
Si usted, lector, es un trabajador colombiano que sueña con la pensión, piense en esto: de los cuarenta y siete millones de colombianos, solo veintitrés millones son laboralmente activos. De esos veintitrés millones, un poco más de ocho millones cotizan al Sistema General de Pensiones, SGP, bien sea público o privado; lo que significa que solo uno de cada diez logrará la añorada pensión.
El resto, como consecuencia de los altos porcentajes de informalidad, los míseros sueldos, los largos períodos de desempleo y la incertidumbre laboral, no responderá a las exigencias del sistema y perderá sus ahorritos.
Es que en Colombia, para vergüenza del Estado, solo hay poco más de un millón setecientos mil pensionados. Y cada vez será más duro lograrla. ¿Por qué? Porque cada tanto, aumentan la edad de pensión y el número de semanas a cotizar, entre otros requerimientos.
Actualmente, las mujeres se pensionan con 60 años y los hombres con 62 o, en su defecto, con mínimo, mil semanas cotizadas, o sea poco más de 20 años.
Pero si cumplió alguno o ambos de los anteriores requisitos, no cante victoria, lo más probable es que apenas empiece el mal sueño, porque a continuación le harán una serie de descuentos para calcular el valor de la mesada pensional a devengar.
Sí, descuentos, como el Ingreso Base de Liquidación, IBL (que se lo calculan con el promedio del sueldo en los últimos 10 años de cotización) y por bien que le vaya, logrará hasta un 75% de este. Súmele el descuento por aporte a salud, que se le aumenta en 12% porque ya el empleador no le pagará el 8%. En últimas, le hacen un descuento aproximado de 33%. Y eso siendo optimistas y si le reconocen la pensión.
A este deprimente panorama, se le agrega la esperanza de vida, que en Colombia es, para las mujeres de 77,10 años y para hombres de 70,95, para un promedio de 73,95, lo que quiere decir que una persona escasamente logrará disfrutar su pensión, si no se le retrasa, durante casi 10 años.
Otro ejemplo de la vergonzosa iniquidad del SGP, son los 24 billones del Presupuesto Nacional (16% del fondo pensional) que se destinan para pagarle a los privilegiados que devengan pensiones superiores a los 15 salarios mínimos mensuales legales vigentes.
Y ni qué decir de la insostenibilidad fiscal que amenaza con hacer colapsar al sistema pensional. O el viacrucis de las pensiones de sobrevivientes que son negadas o que tardan años en reconocerse, porque desde que se introdujo el primer régimen pensional en 1946 persisten las mismas problemáticas: baja cobertura, falta de equidad e insostenibilidad fiscal. ¿Y qué hace el Gobierno para remediar esta problemática? Acometer fallidas reformas al sistema, que lo único que hace es agudizar la crisis.
Por eso, es mejor que ni sueñe con la pensión: podrá ser una larga y amarga pesadilla.