Enorme incomodidad ha causado en gran parte de las filas del Ejército Nacional la actitud que su comandante, el general Eduardo Enrique Zapateiro, ha tomado después del anuncio de su salida de la institución.
Primero fue el mensaje en video que le ordenó hacer a varios altos mandos, en el que según Blu Radio, con un libreto hecho por su propio equipo, ellos debían agradecerle su “impecable gestión” y reconocerle un “legado” que, la verdad, pocos reconocen.
Lo segundo han sido las despedidas en campos de paradas con todo tipo de honores que, contrario a la tradición militar en Colombia, él mismo se ha autorrealizado. La última fue en el Fuerte de Tolemaida donde con pólvora, movimiento de vehículos blindados y helicópteros, y un suntuoso desfile con su respectiva puesta en escena, anunció que el 23 de julio, una vez ya retirado, volvería a hacer otra ceremonia, pero esta ya en el campo de paradas de la Escuela Militar José María Córdova, en Bogotá, para que la tropa le rinda una vez más honores a él y a su familia.
Una de las cosas que mayor rechazo ha causado es precisamente esta, que él haya anunciado públicamente que en el podio donde se paran lo comandantes a ver desfilar por última vez a sus tropas lo vaya a hacer con su esposa Francy y sus hijos, pues para la tropa, el mando lo tiene únicamente su comandante, jamás los miembros de su familia, y es a él a quien le rinden honores. Es posible que para nosotros, los civiles, esto no represente mucho pero para los militares, cuya vida es llena de simbolismos y tradiciones, si lo representa.
En tercer lugar, es común ver que cuando los oficiales van ascendiendo a grados superiores, sus esposas se toman atribuciones que no les corresponden creyéndose con el derecho a dar órdenes y hacer cambios porque sí.
Muchas de ellas creen que el rango de sus esposos también les pertenece. Este parece ser el caso de la esposa del general Zapateiro, pues de su entorno afirman que además del excesivo número de escoltas de su esquema de seguridad (cerca de 40), la señora Francy ordena y dirige en esta institución a su antojo, al punto de haber ordenado decenas de bajas durante los tres años de su marido en este cargo, incluso de coroneles, solo porque a ella no le caían bien.
Este es un motivo más para que miembros de la institución rechacen, en privado, los honores a ella como si fuera una militar activa y no simplemente la esposa de su comandante.
En cuarto lugar, podemos mencionar la lujosa cena que el mismo Zapateiro pretendía hacer en su honor, obligando a ir a ella a todo el cuerpo de generales, pero la cual se tuvo que cancelar cuando varios medios de comunicación la hicieron pública.
Generales que, además, en las últimas semanas han comentado su inconformidad con Zapateiro, pues se sienten indignados por las dificultades que este les pueda causar con el nuevo presidente cada que él dice públicamente que en la institución va a dejar muchos “Zapateiros”. Así mismo rechazan que él les diga en las reuniones, que se va porque “no le va a rendir honores a un guerrillero”, cuando todos saben que es porque Petro jamás trabajaría con él.