¿No la han visto? Es de lo único que habla la gente en redes. A algunos tibios con ínfulas de críticos de cine como Vladdoles ha molestado. Les parece una comedia tonta. Alegan, en su apego a Sábados Felices, que es fiel exponente del “humor gringo tonto”. No saben nada. En un país de cuentachistes ese humor judío –que ellos llaman gringo- oscuro, denso, con base en la ironía, demasiado inteligente para ellos, no sólo les molesta sino que los deja ¡plop! No entienden nada. El director de No mires para arriba, Adam McKay, se hizo famoso hace veinte años con una de las más delirantes sátiras a los medios de comunicación, Anchorman, con Will Ferrel, que acá, a más de un opinadorcito con pretensiones de críticos les habrá parecido otra comedia burda gringa e imperalista. Serán imbéciles.
Es un verdadero milagro que mientras la industria del cine ve en Spider Man y otras tonterías de Marvel la última esperanza para salvar el negocio, masacrado por la pandemia, No mires para arriba sea un fenómeno mundial. En Colombia resultó siendo lo único que desbancó a Betty la fea y Nuevo rico, nuevo pobre, porque nuestro público es tan primario que paga la suscripción de Netflix para ver las novelas sin propaganda. Es una tristeza. Pero nada, desde el 24 de diciembre, fecha de su estreno, ha barrido y en Twitter las discusiones son ya larguísimas. Independientemente de sus cualidades cinematográficas, que son muchísimas, desde un guion sólido y repleto de gracia, hasta actuaciones avasallantes como la de Jennifer Lawrence y su majestad Leonardo Di Caprio, el debate se ha centrado en lo político.
En cada país han visto en la tontaza que interpreta MerylStreep a su presidente. En medio del inexplicable aire triunfalista de Duque y su jefe político Uribe, quien en una extraña columna publicada este lunes 3 de enero en El Tiempo invitó a los colombianos a seguir votando por su legado, los colombianos en redes han mostrado su preocupación por el escenario hipotético en el que un cometa amenazara la tierra y Duque fuera el hombre designado para abordar la crisis. Haría prácticamente lo mismo que la presidenta en la película: negarlo todo. No mires para arriba es una metáfora hacia los negacionistas, los que aún creen que es mentira eso de los peligros que acarrea la contaminación, generada por un grupo de mega ricos inescrupulosos que con tal de ver aumentar sus arcas siguen explotando recursos naturales y romper el equilibrio que podría borrarnos del universo. Es decir, a diferencia de los dinosaurios, no necesitamos un cometa que nos extinga como especie: nosotros somos el cáncer. Por eso encontramos a un impedido como David Barguil prometer si es presidente glifosato, y salir en un video con Polo Pologritando “glifosato es lo que viene, glifosato es lo que hay”, por eso tenemos un presidente con doble discurso, que, en vez de proteger abiertamente a líderes ambientalistas como el niño Francisco Vera, quien tuvo que salir del país debido a las amenazas de muerte que lo perseguían, sigue apoyando subrepticiamente cualquier tipo de explotación mineral por la dependencia crónica que se tiene de las regalías. Eso sí, cuando sale a Inglaterra o a otros países realmente civilizados se pone la careta y se convierte en Francia Márquez.
No miren el cometa, sería la consigna de este gobierno y veamos como aprovechamos esta oportunidad para hacer más rico a Sarmiento Angulo y a los Ardila y a los Gilinski y a las 10 familias que nos gobiernan y si no funciona la cosa pues buscarán, en su nave de locos, vida en otros planetas, invernarán durante siglos hasta que la nave los lleve a un planeta que sabrán destruir y esclavizar. No les importamos.
En ese sentido el auge de No mires para arriba, es un ataque directo a gobiernos desmesurados como el de Bolsonaro y un espaldarazo a progresistas como Gabriel Boric, que acaba de ganar las elecciones en Chile, y a Gustavo Petro, quien es el favorito según las encuestas para ganar las presidenciales del 2022. Su programa de gobierno, centrado en las energías renovables y en buscar que la brecha entre ricos y pobres no sea tan demencial, se distancia por completo de gobiernos como el de Meryl Streep. Por eso podría ser sintomático que la gente haya escogido, entre tantas películas desechables, la sátira política protagonizada por Di Caprio. Netflix sigue siendo un nicho pero no necesariamente progresista. Por eso, películas como No mires para arriba podrían ser la punta de lanza para que Petro entre a conquistar votos dentro de la clase media que es a la que históricamente en el país le ha costado más trabajo elegir un bando y votar. Ya algunos de sus simpatizantes usan la película como caballito de batalla para hablar mal del uribismo y viendo la respuesta de la gente ha funcionado.
Por lo pronto solo me queda decirles que si quieren ver una gran película y a la vez divertirse –cosa que raras veces pasa- vean ya esta comedia delirante.