La paz y el campo político

La paz y el campo político

'La transformación de las Farc en un movimiento político y social, ha suscitado una importante controversia'

Por: Horacio Duque.
julio 08, 2016
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La paz y el campo político
Foto: elnuevoherald.com

 

La transformación de la guerrilla de las Farc en un movimiento político y social, ha suscitado una importante controversia alrededor de lo que sería su presencia en las cámaras legislativas, la introducción de circunscripciones electorales especiales en las regiones de mayor conflictividad, los espacios en las redes y los medios masivos de comunicación.

El debate induce el análisis más amplio sobre la política y el campo político, más allá de lo puramente institucional, en la nueva etapa de construcción de la paz.

Aparecen ahora nuevos elementos para repensar el campo político colombiano desde el ángulo del poder, la política y la democracia.

En la perspectiva de la paz y en  términos conceptuales, priorizamos el concepto de campo político y no así el de sistema, para ampliar la visión de lo político hacia la sociedad civil, hacia las formas de existencia de la política y el poder fuera de los ámbitos institucionales, desde donde devienen maneras complementarias o alternativas de darse de lo político como las mingas, cumbres agrarias, asambleas, los cabildos, los sindicatos, las comunidades indígenas, los sindicatos agrarios, donde se generan y recrean prácticas y habitus políticos, que dan cuenta de la coexistencia de diversos modos de ejercicio democrático –de la demodiversidad–.

Igualmente, resaltamos la categoría de conflicto (no post) –campo de conflictividad– como central para la reconstitución del proceso social ya que permite no sólo la constitución y visibilización de los actores estratégicos, sus luchas y discursos, sino también las contradicciones y fracturas sociales, así como la dinámica de la democracia. Así, la categoría de conflicto nos aparta de una visión esencialista del sujeto.

Sin duda, aquellos elementos teórico conceptuales que resultaban útiles para comprender la dinámica política durante las últimas décadas, signada por el ejercicio de la democracia representativa o seudo participativa, la práctica electoral y la gestión partidaria, pierden fuerza en la medida en que surgen nuevos elementos de la realidad que complejizan esta concepción básicamente institucional de la política, y resultan insuficientes para comprender los acontecimientos políticos que marcan el proceso de paz jalonado por los diálogos de La Habana desde el segundo semestre del 2012.

Tanto el acuerdo sobre democracia ampliada, participación política y la movilización civil de las Farc, hace imprescindible ampliar la visión de lo político y del poder a partir del concepto de campo político, y de la ubicación de los espacios de poder en los intersticios de la vida cotidiana de la sociedad trascendiendo el ámbito político-institucional; también incorporar la noción de campo de conflicto como el lugar en que se dirime la disputa por el poder y donde se constituyen los sujetos, y por último, reelaborar las categorías de democracia e institucionalidad en el marco de la historia y de las distintas lecturas e interpretaciones sobre el tema, partiendo de la necesidad de ampliar este concepto.

El campo político

Por tanto, resulta útil, en primer lugar, retomar el concepto de campo político propuesto por Bourdieu (2001)[1] porque esta categoría permite abarcar una dimensión más amplia de la acción, instituciones, sistemas y discursos políticos con que operan los sujetos o actores. El campo político, visto como un campo de fuerzas, revela los principales espacios de conflicto y los actores que se constituyen en torno a la disputa por los capitales o recursos en juego; en definitiva, pone en evidencia la disputa por el poder.

En el mismo sentido, Dussel (2006), a partir de un análisis teórico minucioso de los momentos de lo político, sus dimensiones y esferas, propone un acercamiento a lo concreto, conflictivo y crítico de la realidad política y sus posibilidades de deconstrucción y paralela construcción de un orden político alternativo. El filósofo asume el concepto de campo político, cercano al de Pierre Bourdieu, para delimitar el objeto de la y lo político y diferenciarlo de los otros campos del mundo cotidiano. De ahí que “el campo es el espacio de interacciones, cooperación, coincidencias y conflictos, que remite a la esfera de las luchas hegemónicas por el poder”. Puntualiza que: “Todo campo político es un ámbito atravesado por fuerzas, por objetos singulares con voluntad, y con cierto poder. Esas voluntades se estructuran en universos específicos […] cada sujeto, como actor es agente que se define en relación a los otros”.

El concepto de campo político, desplaza o más bien amplía el análisis hacia la sociedad civil y permite identificar la red de relaciones de fuerzas o nodos, en que cada ciudadano, cada representante o cada organización operan.

Noción ampliada de poder

Del mismo modo, resulta pertinente ampliar la noción de poder, que no se restringe a los espacios convencionales de gestión y acción política, sino que abarca todos los intersticios de la vida social. Como afirma Foucault (1983), el poder no se localiza en una institución o en el Estado, no se posee, sino que se ejerce, y se encuentra diseminado en las distintas dimensiones de la vida social y política, en sus hogares moleculares. Agrega que “en todo lugar donde hay poder, el poder se ejerce. Nadie es dueño o poseedor, sin embargo, sabemos que se ejerce en determinada dirección; no sabemos quién lo tiene pero sí sabemos quién no lo tiene”.

Lo cierto es que la política y la lucha por el poder involucran una disputa sobre el conjunto de significaciones culturales, y el cuestionamiento a las prácticas dominantes relacionadas tanto con los universos simbólicos como con la redistribución de los recursos.

En efecto, remite a la constitución de  una nueva gramática social capaz de cambiar las relaciones de género, de raza, de etnia y la apropiación privada de los recursos públicos, e implica una nueva forma de relación entre el Estado y la sociedad, como lo sugiere De Souza Santos.

Es esta la cartografía política que emerge con los pactos políticos para terminar el conflicto social y armado tal como se lo ha propuesto la negociación entre el gobierno del presidente Santos y los delegados de las Farc.

Son los términos de referencia de la nueva política que surge con el ciclo político que propicia el fin de la guerra.

 

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