Independiente de lo que resulte en el plebiscito, es importante tener presente los elementos fundamentales para construir la paz y su lugar de desarrollo. Una paz sostenible se construye, más allá de la participación política o la dejación de armas, en la solución de ingresos, calidad de vida y acceso a servicios públicos que permitan una verdadera integración en la sociedad.
Hoy parecen ser las ciudades las llamadas a ofrecer esa integración. Según la Encuesta Multipropósito de Bogotá, la mitad de los hogares que se han movilizado a la capital por temas asociados al conflicto no volverían a su lugar de origen bajo ninguna condición. La pobreza en los centros urbanos es 16% menor que en el área rural, el ingreso es cerca del triple en las ciudades, el desempleo es casi dos puntos menor, el analfabetismo 15% inferior, el rezago escolar se encuentra 10% por debajo, el acceso al agua es cerca del 100% en centros urbanos mientras en los rurales apenas supera el 60% y, en general, las condiciones de vivienda son mejores.
Probablemente el papel que cumpla el campo en el proceso de reintegración a la vida civil se vea mitigado por las menores oportunidades de ingreso y calidad de vida, por la centralización de los servicios de atención en las principales ciudades del país y por la participación cada vez menor del recurso humano en la productividad rural.
Parece que los gobiernos locales de las principales ciudades del país ya reconocen esta realidad. Es así como en los planes de desarrollo (2016 – 2019) de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, se menciona de distintas maneras la necesidad de prepararse para generar espacios de dialogo, reconciliación, atención, oportunidades de ingresos y en general alternativas de inclusión. Aún así, y a pesar de encontrar una visión transversal en algunos programas como educación y empleo para atender el postacuerdo, hace falta claridad en instrumentos de política para la atención integral de victimas y victimarios desde los centros urbanos.
Las ciudades son y seguirán siendo el principal destino de oportunidades para quienes pretendan huir del conflicto y construir una sociedad en paz. Sus dirigentes y habitantes, que muchas veces han ignorado los verdaderos problemas del conflicto por considerarlo ajeno a su rutina, tendrán la oportunidad única de integrar a los miles de reinsertados que buscarán nuevas oportunidades en los centros urbanos. ¿Será el momento para que las ciudades asuman un papel protagónico que permita la construcción de una paz real?
