Estamos en pleno posconflicto y ya el país siente como si la paz no fuera asunto suyo. Gran equivocación es difundir la idea de que la paz le pertenece y la disfruta, única y exclusivamente el presidente. Puede haber ganado el Nobel, puede que se le reconozca mundialmente el logro de firmar un acuerdo, pero no podemos caer en los errores protuberantes que estamos cometiendo, porque si la paz fracasa, fracasamos todos.
El primer error es precisamente creer que la paz es de Juan Manuel. Elemental, pero fundamental, convencernos que la paz es patrimonio nacional. Un país que logra desactivar un conflicto después de medio siglo es una nación privilegiada y su responsabilidad primera debe ser velar para que esto no se dañe, evitar volver a las oscuras épocas de la guerra con las Farc.
Otro error, por supuesto, es creer lo contrario, que la paz, solo beneficia a las Farc. Claro que la guerrilla va a recibir muchas prebendas, de lo contrario seguiría guerreando, pero eso no significa que sean los más beneficiados. Por el contrario, llegan a un mundo incierto, en el que moverse es peor que andar entre un campo minado. Mientras para guerrilleros y guerrilleras el riesgo puede aumentar con la firma del acuerdo, para el resto de la gente la seguridad si mejora de manera sustancial.
Uribe y su Centro Democrático pueden soñar con la guerra
y meter todos los palos en la rueda para torpedear el acuerdo,
pero si regresamos al conflicto, no será él quien ponga los muertos
Tercer error: Si la paz no es de Santos, la guerra no es de Uribe. Él y su Centro Democrático pueden soñar con la guerra y meter todos los palos en la rueda para torpedear el acuerdo, pero si regresamos al conflicto, no será Uribe el que ponga los muertos. Volverá el desplazamiento de campesinos, la toma de pueblos, los tatucos, las extorsiones, etc. Etc. ¡Y eso nos perjudica a todos!
Cuarto error: También parece de Perogrullo pero hay que repetir esta verdad hasta el cansancio pues parece habérsenos olvidado, la firma del acuerdo no es la paz. Falta mucho camino para lograr eso que se llamó una paz estable y duradera. Es un camino complicado, pero hay que preservarlo a toda costa. Impresiona que después del fallo de la Corte Constitucional, las voces de defensa de la paz, esas que se unieron para reclamar que se continuara así el si hubiera perdido, no hayan convocado marchas de apoyo. Por el contrario, parece haber aprovechado la debilidad del gobierno para salir a protestar.
El quinto error se deriva del anterior; excluyendo al Chocó y a Buenaventura, que tienen sobradas razones para protestar, las demás protestas deberían encaminarse no a debilitar más a Santos, aprovechando la coyuntura, porque terminarán fortaleciendo esa derecha recalcitrante que busca la guerra. Y no es que no haya razón en los profesores, en los indígenas, en los Uber o en los taxitas, o en cualquier otro gremio, pero como dicen “el palo no está para cucharas” y un gobierno débil es más peligroso para la paz que cualquier trino de Uribe.
Sexto error, y este lo están cometiendo algunos partidos políticos de la Unidad Nacional y por supuesto el uribismo, despreciar la mesa de diálogos con el ELN. La campaña electoral que ya arrancó puede complicarse mucho más sin no se desarman los ánimos criminales de esa guerrilla. Ofrece que si llegan al poder, destrozarán los acuerdos y como lo hizo el presidente de Cambio Radical, levantarán la mesa con el ELN, hace que prácticamente ya se sienta levantada y le restan cualquier estímulo para avanzar en la negociación.
En fin, con el tema más importante en la agenda nacional, la paz, estamos cometiendo muchas ligerezas que pueden costarnos caro. Inclusive el mismo presidente Santos y su ministro de Defensa parecen olvidarse que todavía tienen un polvorín debajo del asiento y el polvorín puede explotar en cualquier momento si no se cumplen los acuerdos y si no se cuidan los territorios dejados por las Farc.
Publicada originalmente el 26 de mayo de 2017
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