La utilidad de la sangre en la ruptura de paradigmas políticos que hieren la población ha dado como resultado una sola cosa: más sangre.
Ayer 20 de Julio se rememoró, desde 1810, el grito de la independencia (nacido en una pugna, con rabia visceral pero justificada) frente a la inequidad absoluta de la corona española y como respuesta a los comentarios violentos de Llorente frente a los criollos. Su desenlace todavía no lo conozco bien; no sé si realmente somos independientes o si todavía seguimos siendo colonia de cualquier capital extranjero que busca manufactura barata.
Desde ese entonces, la dinámica de la subversión (claro está: frente a la represión estatal) ha versado en esas peleas, en esos encontrones armados; en la violencia como una máxima de expresión digna y liberadora. Y sin necesidad de deslegitimar la rabia, enteramente justificada que cargan los violentados por el Estado, es necesario cuestionarnos si esa violencia -como respuesta única- ha tenido resultados positivos en la lucha que busca realmente la libertad
Considero pues, sin necesidad de estar persuadido por la institucionalidad, que la manera más sana de romper esas tradiciones políticas que desangran nuestro país es el voto. ¿Y qué más oportunidad sino en el proceso de paz?
Es tiempo de demostrar nuestra rabia en las urnas, nuestra indignación e inconformidad en un papelito para marcar con una ‘equis’; es tiempo de darle a la institución por donde más le duele, con las herramientas creadas por ella para coaccionar: de darle el jaque-mate por medio de la democracia en la que se jacta de ser limpia y pulcra (al menos así lo expresa en conferencias internacionales nuestro gobierno).
Nuestro futuro, queridos jóvenes, está en las manos de la inconformidad y de la indignación; pero no podemos darle más largue a esa carrera armamentista y violenta, no podemos seguir justificando el accionar violento de ambas partes, de configurar a la rabia digna como una rabia que golpea las voluntades individuales con artillería pesada y balas calibre 50.
Es tiempo de frenar esa guerra que limita nuestro crecimiento; que como la corrupción está pudriendo nuestro territorio nacional.
Jóvenes: hagámonos escuchar en ese plebiscito. Es tiempo de ejercer nuestro derecho al voto.