Antes del 2006, los municipios del norte del Tolima sentían la presencia de grupos guerrilleros como ELN y las FARC. Estos fueron testigos de retenes, secuestros, extorsiones, asaltos en donde se exponía a los pobladores para convertirlos en cómplices.
En esas épocas de desorden se infiltraron grupos de disidentes y de delincuencia común que trajeron al norte del Tolima varios males, como por ejemplo la retención de vehículos cargados con mercancías que eran escondidos en cualquier vereda mientras los saqueaban. Si eran descubiertos, asesinaban inclusive a niños menores que no tenían nada que ver. Con estas acciones sometían a la población.
Existen ofertas de reparación a las víctimas que llevan más de diez años esperando. Pero todavía no ha pasado nada. Las gentes recordábamos épocas de la violencia política entre liberales y conservadores, que bañaron en sangre estas regiones a cuchillo y machete.
Después de todos estos males, ingresó el Ejército del Pueblo, un grupo de jóvenes de las mismas regiones que hacía presencia en los pueblos o caseríos. Pero no eran combatientes que cambiarían la situación.
Al mismo tiempo se incrustaron grupos de paramilitares de Ramón Isaza. Muchos de los integrantes decían ser reservistas y empezó otra violencia en la que se incluía la motosierra, los asesinatos de personas y jóvenes por cualquier motivo o por 'alcahuetear' a la guerrilla. Según ellos, las niñas menores de edad eran llevadas a la fuerza porque consideraban una oportunidad de unirse a alguien que las sacara de la pobreza y de la falta de presencia estatal. Esto no permitía que otros se las llevaran.
La entrega de los grupos paramilitares y la detención de muchos de los bandidos y repliegue de los grupos de los Bolcheviques del ELN y demás de las Farc, permitieron que el norte del Tolima volviera a vivir en paz desde hace más de diez años.
Hoy se puede transitar a cualquier hora, no hay camisetas blancas obligadas después de las seis de la tarde, no hay secuestros masivos, la fiesta y participación ciudadana volvieron y el pueblo anhela que todo mejore más. El Norte del Tolima espera que esta paz que llegó desde hace aproximadamente diez años se quede y no se convierta de nuevo en males futuros, porque los mandatarios no reconozcan ni apoyen lo que vivimos.
Juan Manuel Santos, en esa época Ministro de defensa del expresidente Álvaro Uribe, contribuyó con sus fuertes decisiones para pacificar esta región.
Muchos habitantes del norte del Tolima hoy vivimos en paz: trabajamos en las fincas o en los comercios municipales y no existe por el momento presencia guerrillera ni de paramilitarismo. Es posible que existan personas que se organizan con el ánimo de delinquir, atracar y realizar acciones de fleteo; es posible que la corrupción vivida de muchas formas también esté presente; sí existen delitos por la falta de ayudas estatales. Por eso se esperan correcciones y apoyo económico que mejore la infraestructura vial y sobre todo veredal que permita que el campesino mejore su estado de vida y la facilidad del manejo de las cosechas.
En diez años de paz, existen muchas falencias: los mandatarios municipales pasan esperando apoyo económico estatal, apoyo a proyectos que mejoren el cultivo y el comercio de productos. Existen problemas de salud, y los que la gente del común conoce; vivimos en paz y hace mucho no vemos un avión fantasma pasando por sobre nuestras cabezas.
El norte del Tolima posee las mejores tierras y el estado ambiental del país. Hay veranos e inviernos pero no existen grandes problemas que no se pueden arreglar. Además, se cultiva de todo. El norte del Tolima es una expensa agrícola importante para el país, pero después de diez años de paz, necesita la verdadera presencia del Estado para que esa paz permanezca y no se vuelva a caer en las épocas de sometimiento por las armas y el poder del dinero, que obliga a las poblaciones a seguir siendo esclavos humillados por estos fenómenos y perder la libertad.
¿Cuántos municipios de Colombia viven en paz en este momento?