El 30 de marzo de 2016 será recordado como un día histórico para Colombia. El ELN y el Gobierno Nacional han oficializado la mesa de negociaciones para darle una salida política al conflicto, al menos en su expresión armada. Se habla de “Paz completa” y “Dos mesas, un solo proceso” haciendo alusión también a las negociaciones que adelantan las FARC-EP y el Gobierno Nacional hace más de tres años. Sin embargo, se exige al Gobierno que desmonte el paramilitarismo, para una exitosa implementación de los acuerdos venideros en ambas mesas.
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Sobre lo anterior, el mensaje es sin duda esperanzador, ya que la paz se hace con todos los actores. Cosa no difícil de entender, al menos para muchos de nosotros, los partidarios de la paz y especialmente, quienes han tenido que vivir la guerra en carne propia y/o en medio de ella.
Por eso mismo no se puede decir, como sostienen algunos, que son dos procesos diferentes que van a empalmar de alguna manera. Es un proceso de paz donde hay dos actores políticos insurgentes, alzados en armas hace 5 décadas y que hoy negocian con el Gobierno, para seguir en la política pero sin la necesidad de usarlas de nuevo.
Para que un proceso de paz sea exitoso, deben superar las violencias estructurales que propiciaron el conflicto armado. Esto es entendido en Colombia, tanto por las insurgencias como por los movimientos sociales que trabajan por la paz como la oportunidad de llevar la confrontación y la lucha por transformaciones a un escenario democrático, donde se permita ejercer la política de manera legal y con garantías.
La mesa de conversaciones con el ELN se caracteriza por un punto inédito, la Participación de la Sociedad, que de hecho, es el primero de la agenda. Este grupo insurgente le apuesta a una paz no sólo con el Gobierno, sino con el pueblo colombiano. La participación de la sociedad ha sido defendida por los movimientos sociales, entre ellos, Congreso de los Pueblos, el cual siempre ha tenido como bandera una Mesa Social para la PAZ; quienes se han mostrado satisfechos a partir de la oficialización.
Muchas más voces se han sumado a reconocer positivamente la noticia y la visión de paz con garantías y con el pueblo. Entre ellas, el Movimiento Político y Social Marcha Patriótica, congresistas como Ángela María Robledo, Iván Cepeda Castro, Alirio Uribe, las FARC-EP, como también, académicos como Víctor de Currea-Lugo, quien además, ha acompañado el proceso y desde la noche anterior anunciaba las grandes noticias que vendrían.
Por otro lado, como era de esperarse, el Centro Democrático y otros sectores uribistas manifestaron su rechazo, especialmente porque la noticia no cae bien a tres días de la marcha que convocan contra la paz negociada del 2 de abril, y por supuesto, contra las condenas a cercanos a Álvaro Uribe.
Marcha que además coincide en fechas, con la difusión de panfletos en varias zonas del país por parte de grupos paramilitares como las Águilas Negras, en otras donde se paga por asistir, y unas, como el Urabá, donde el Clan Úsuga anuncia paro armado, que hoy ya está en vigencia.
Tanto el ELN, como las FARC-EP, movimientos sociales, y congresistas, entre otros ven con preocupación el fenómeno del paramilitarismo. La paz no es posible si no se trata dicho problema, ya que por antecedentes históricos, y desde ya, se sabe cuál es su labor de sabotear el proceso, tanto en su fase de negociaciones como en la fase de implementación, especialmente. Problema que no sólo amenaza a combatientes movilizados a la legalidad, sino a todos aquellos que pensamos ejercer la política y generar procesos de organización para la transformación y/o para exigirle al Estado, desde líderes comunitarios y sociales hasta congresistas.
Por ejemplo, en apenas 4 años de existencia, la Marcha Patriótica ha sufrido el asesinato de 115 de sus miembros, sin contar el alto número de amenazas, hechos de los cuales el Estado es culpable por acción u omisión. El Gobierno de Juan Manuel Santos poco se ha preocupado por el tema, y se niega a reconocer que este fenómeno no desapareció, llamando a grupos paramilitares con el nombre genérico de “Bacrim”, quitándole el componente político que estos grupos tienen.
En palabras de Lord Alderdice, quien participó en el proceso de Paz en Irlanda del Norte y ha venido acompañando el colombiano, compara
“En nuestro caso, el IRA estaba en las negociaciones pero también estaban los paramilitares. Los paramilitares también dejaron las armas. Entonces, si ustedes esperan que las Farc dejen las armas, hay que garantizar de alguna forma que los paramilitares también lo hagan. De otra forma no va a funcionar.”
Por otra parte, el Gobierno ha reconocido, implícitamente, el carácter político de las organizaciones guerrilleras, al reconocer la existencia del conflicto armado y sentarse a negociar con ellas. También el Gobierno de los EEUU lo ha hecho, prueba de ello, hace unos días J. Kerry en diálogo directamente con miembros de la Delegación de paz de las FARC-EP en Cuba.
En la agenda hay puntos como los de Justicia Transicional y Víctimas, en los que se adaptarían a lo acordado en La Habana, con sus respectivas medidas, de acuerdo a las diferencias que existen en la composición y particularidades de los grupos guerrilleros. Este anuncio fue esperado por casi dos años, luego de una larga fase exploratoria, que suele ser secreta, y por ello hubo presión y escepticismo de muchos sectores a medida que pasaban los meses.
Enhorabuena el anuncio de paz, y la paz es asunto de todos los colombianos. Una excelente noticia para avanzar hacia la paz completa. Un solo proceso que debe ser con la participación de todos los actores. Con expectativa y ganas de trabajar recibimos la noticia. El momento histórico no es menos que la oportunidad para hacer la paz de Colombia y ponerle punto final a la guerra.
@JuanD_cisf
