El saliente presidente, el señor Juan Manuel Santos, pidió a los nuevos congresistas “cuidar la paz que está naciendo” y “no dejar acabar la paz”. Al respecto, no hay muchas esperanzas, pues paradójicamente, la inmensa mayoría de los congresistas que ahora hacen parte de la bancada de gobierno, que votaron junto al Centro Democrático las —inconstitucionales— modificaciones a la JEP, eran los que antes, de manera incondicional, votaban favorablemente todos los proyectos del gobierno para avanzar con los acuerdos de paz.
Resulta incomprensible pues que los congresistas que antes apoyaban la paz, hoy estén preparados para votar las reformas que el nuevo gobierno le pretende realizar. Que no es otra cosa, que —en palabras de un ilustre miembro del CD— hacer trizas los acuerdos de paz. ¿Cómo es posible que los congresistas hayan cambiado de opinión frente a los acuerdos de paz repentinamente? ¿Acuerdos burocráticos? ¿Mermelada? No sé, puede ser…
Las reformas que pretende hacer el gobierno entrante son inviables, pues quieren modificar el corazón de los acuerdos: la participación política de los miembros de las Farc y penas privativas de la libertad para sus cabecillas.
Todos los colombianos debemos entender que nadie ganó la guerra. El Estado no derrotó militarmente a las Farc, y las Farc no se tomaron el poder por la fuerza. Nadie ganó la guerra, los colombianos ganamos la paz, que es a todas cuentas lo mejor que nos pudo haber pasado. Por lo cual, es obvio y de sentido común, que las Farc no iban a firmar un acuerdo para pasar décadas con grilletes y tras los barrotes de una prisión.
Hoy el hospital militar está prácticamente vacío, un hecho importantísimo, pues este acuerdo ha logrado salvar lo más preciado que tiene el ser humano, ¡la vida! Es un hecho y de ninguna manera puede ser trivializado. Las bondades de la paz son innumerables.
Por eso, el nuevo Congreso y el nuevo gobierno tienen una responsabilidad enorme con los colombianos. El presidente Duque puede decidir si llevar a feliz término este proceso, salvando cientos de vidas más, o por el contrario —como lo ha dicho el desafortunado general retirado, Leonardo Barrero— volver a la guerra.
Los ciudadanos debemos estar expectantes, realizar el adecuado control político a nuestros representantes en el Congreso y al nuevo gobierno. Como lo dijo el presidente Santos, la paz no es de él, es de todos y cada uno de los colombianos. Por eso, reitero, debemos hacer el respectivo control político y vigilar a nuestros padres de la patria, pues en ellos recae la enorme responsabilidad de cumplirle a las Farc, a las víctimas y a todos los colombianos. Será su responsabilidad si volvemos a la guerra y retrocedemos todo lo que se ha logrado. Será su responsabilidad si se siguen perdiendo vidas por una guerra mezquina. Será solo su responsabilidad y la historia los juzgará.