¿La paz y el fin de Fernando Vallejo?

¿La paz y el fin de Fernando Vallejo?

"El país que anhela Colombia no corresponde con el 'período vallejiano'"

Por: Sergio Rodríguez Forero
mayo 19, 2015
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¿La paz y el fin de Fernando Vallejo?
Foto: archivo Alfaguara

Encontré una libreta con apuntes de la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la paz de Colombia, que se celebró en el mes de Marzo. Fernando Vallejo fue uno de los invitados para hablar precisamente de lo que ha atormentado a las clases políticas y dirigentes del país. Se preguntarán por qué publico un artículo finalizado ya el encuentro académico, si se quiere. No pensaba escribir. Pero encontrar las notas y recordar los sucesos, además de las diversas críticas, columnas y noticias, que salieron en los medios de comunicación, dio paso a que reconstruyera la figura escéptica y llamativa de un solo personaje que causa furor y emoción cuando visita el país. Como si se tratara del mismísimo @Pontifex_es, Vallejo es ese lindo ancianito que ya no sorprende por su brillante lucidez, sino por el salvajismo “perruno” muy característico de él.

A lo sumo, se identifica su vieja voz paisa, mientras se oyen los rugidos de su sorprendente frivolidad, que aterra como la película: “La virgen de los sicarios”.

Televisado por el canal del alcalde Petro, la Cumbre fue el espacio para intercambiar ideas sobre los retos que trae la firma de la paz.

La llegada de Fernando Vallejo a Colombia, tras la extendida invitación, abarrotó de mensajes positivos y negativos las redes sociales. Y no es para menos. Vallejo es un enarbolado crítico de nuestro país.

Hace tiempo el escritor déspota e importaculista era un héroe más. Con la descripción inminente de su personalidad, Vallejo había sido para mis estudios y comienzos de la carrera un personaje a quien seguir.

Sus textos condenaron muchas veces la forma de pensar; la rebeldía de la que tanto joven hizo eco, pronto se convertiría en el eslabón principal para cuestionar el país. Cada día, sus obras llenaban lo que Gabo seguramente no atestó. Sus discursos tan fuertes y agresivos terminaron por desmoronar aquellas e intrépidas ideas de sus seguidores. Nadie lo puede igualar. Solo hay uno, y es precisamente el que está sentado, ya viejo y agotado, en una de las sillas que acompañan el evento de la semana.

Los contradictores no se hicieron esperar, los usuarios de Twitter y Facebook aguardaron la llegada de Vallejo al país. La expectativa por el discurso o por los comentarios que fuese hacer, dieron rienda suelta a que todas las miradas se clavaran en él. Sin duda alguna, Fernando, sería titular de periódicos, revistas, artículos y criticas, que bien o mal, estoy seguro, poco le importa.

En estos momentos, el país está en el vaivén con el proceso de paz. Construir la tan anhelada paz es un procedimiento que no demerita acabar con la individualidad, por el contrario, es afianzar nuestros intereses para llevarlos a la colectividad y así precisar nuestra confianza. Es entender que las criticas, tan fuertes e innecesarias como las presentadas por Vallejo, ya no son posibles y ya no caben en un escenario de reconciliación. Porque no solo nos remitimos a famosos columnistas, que escriben y hablan de paz, sino que arengamos porque esta llegue rápido. Porque los tiempos de guerra cada vez llegan a su fin. Vallejo, ídolo de muchos adolescentes, es un fanfarrón.

No es fácil llegar al fin de un conflicto armado y menos cuando se convierte en la entrada y salida económica para muchos. Mirando los antecedentes de otros países, el tiempo de negociaciones han demorado por lo menos 20 años para un conflicto de 12 años. Hace poco, comentaba con mi compañero de cabina en un programa de radio, que ahondar en la paz significa también perdonar a quienes han cometido actos punibles, independientemente cuando lo ajeno no perjudica a un amplio sector civil. Pero así mismo, cuando se tiene certeza que hay un dolor presente en las zonas de conflicto que sí deteriora el estado emocional de un país. Cuestión que determina un equilibrio en las decisiones tomadas a futuro: si el perdón existe y cómo se logra perdonar. Entre tanto, el lindo ancianito, lanza diatribas contra el gobierno de turno (muy verdaderas) para construir ¿paz?

Hablar de política, y más en el contexto presentado, implica reflexionar en hechos y situaciones dadas por sujetos políticos, víctimas y victimarios, de una institucionalidad, tal vez, que no es vinculante, ni garante de sus derechos. Vallejo lo entiende todo, pero parece que hizo caso omiso, como siempre, a un tema espinoso y cabreado. No obstante, la individualidad y la poca capacidad de sorprenderse, le jugaron una mala pasada. Tras sus fuertes declaraciones, el escritor salió aplaudido; sin embargo, aquí no se trata de objetar, sino de pensar cuál puede ser el remedio para reparar nuestra afamada Colombia.

Creo que el ‘periodo vallejiano’ ha llegado a su fin.

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