Para los críticos del proceso de paz este 20 de julio será el último Día de la Independencia en que se escuche el Himno Nacional de Colombia tal como fue creado, con sus 11 estrofas de versos escritos por Rafael Núñez en 1887, hace 129 años. Para los críticos del proceso de La Habana, tras la propuesta de adicionar una doceava estrofa que celebre la firma de la paz y el fin de las Farc como grupo armado, hay gato encerrado.
Todo empezó con una provocadora pregunta del escritor y columnista de El Tiempo, Fernando Quiroz, quien preparó la tribuna comentando: “Digámonos la verdad de una vez por todas: la letra del himno de Colombia es espantosa. Y ya sé que muchos me estarán tildando de antipatriota por decirlo. Aunque muchos de ellos piensen lo mismo que yo. Es recargado, es pretencioso y, en muchos apartes, incomprensible. Lo hemos repetido sin cesar desde antes de tener uso de razón, y lo seguimos repitiendo como una oración medieval, sin entender la mitad de lo que decimos”. Y luego aguijoneó el tendón nacional preguntando: “Ahora que estamos escribiendo una página gloriosa de nuestra historia, ¿no sería el momento de pensar en recomponer la letra del himno nacional?”.
No se sabe si por mera coincidencia o por milimétrica estrategia, una propuesta en ese mismo sentido se venía cocinando en dos poderosas agencias de publicidad: Sístole y J. Walter Thomson, las dos firmas que están detrás de la página La Estrofa de la Paz, que formula la idea y promociona un concurso para que la gente escriba el doceavo párrafo del canto nacional. La propuesta de Quiroz y las agencias publicitarias tuvo amplio eco en un confidencial de la revista Semana. Ahí fue la de Troya. El texto puso los pelos de punta a los críticos de La Habana tanto como animó a quienes están de acuerdo con que sellar la paz con las Farc amerita modificar el centenario símbolo patrio. De inmediato surgió un debate en medios y redes sociales, y una cascada de trinos descalificando la “descabellada” propuesta o formulando la estrofa a incluir.
Uno de los primeros en reaccionar fue el ex alcalde de Bogotá Jaime Castro, quien mantiene una postura crítica hacia el proceso de La Habana y al que la idea de reformar el himno le parece no menos que absurda. “¿Quién es el tinieblo de esta propuesta? ¿Hace parte de los acuerdos de La Habana?”, preguntó insistentemente Castro.
1.INCREIBLE. Himno Nal tendrá nueva estrofa q celebre paz con farc.Agencia https://t.co/nHmgLI9Ta6 Thompson abrió concurso xa definir texto
— Jaime Castro (@JaimeCastroC) July 17, 2016
Al trino del ex alcalde se sumaron muchas otras voces críticas. Pero lo más cuestionable estaba por aparecer: una serie de contratos que prueban la cercanía de las mencionadas agencias publicitarias con la causa de la paz, y los fondos para promover la misma. Los documentos divulgados reflejan que la agencia Sístole facturó entre 2014 y 2015 $4.825 millones de pesos girados por el Gobierno a cambio elaborar e implementar estrategias que promuevan las “iniciativas de la Presidencia de la República relacionadas con los procesos de paz”. Por su parte, la firma J. Walter Thomson ha suscrito contratos con el Gobierno por más de $5,652 millones de pesos, en el mismo periodo y con idéntica misión: pedagogía y comunicación para la paz. Entre ambas firmas suman $10.477 millones de pesos en pro de la paz. El ex presidente Álvaro Uribe inflamó el debate con un tuit en el que detalló el conjunto de los contratos con sus respectivas cifras.
Millonarios contratos d Santos a @SistoleCol y JWT,los mismos creativos que ahora proponen cambiar el Himno Nacional pic.twitter.com/VDKI9pMdTj
— Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) July 19, 2016
Desatada la polémica, los directivos de las firmas publicitarias salieron a dar explicaciones. Según estos la iniciativa de “completar” el himno nacional con una doceava estrofa les surgió espontánea y coincidentemente a los “creativos” de ambas firmas. Ricardo Leyva, de Sístole, dijo en La FM “Lo chévere de esto es que es un ejercicio netamente creativo, fue una iniciativa de los creativos y tuvimos una coincidencia creativa con Thomson…”. Por J. W. Thomson intervino su presidente, Juan Pablo Rocha quien explicó “Es simplemente una actividad creativa que pretende crear un ambiente positivo en torno al momento que vive el país (…) Esto no tiene nada qué ver con el Gobierno, es una propuesta pro activa de estas agencias y no tiene nada qué ver con ningún contrato del gobierno”. Ambos directivos sostienen que la iniciativa no tuvo inspiración en la ‘mermelada’ para la paz sino porque sus equipos detectaron que las once estrofas que componen el Himno Nacional reflejan momentos de guerra, y que ante esto decidieron imaginar una nueva estrofa inspirada en el futuro de paz.
Rocha y Leyva reiteran que el asunto es sólo simbólico, que no se trata de cambiar el símbolo patrio y de hecho en página web La estrofa de la Paz ahora se lee como primer mensaje “La idea no es cambiar nuestro hermoso himno nacional, queremos en un acto simbólico unir al país en torno a un mensaje inspirado en un mañana mejor”. Sin embargo en las piezas elaboradas, en más de una decena de videos producidos con alta calidad, no se habla de un ejercicio simbólico.
En las distintas entrevista que dieron los jefes de las firmas publicitarias estos dan a entender que hace no mucho tiempo (“unas semanas”) les surgió la idea, y que cuando se enteraron que ambas compañías trabajaban en la misma creación decidieron simplemente juntarse. Pero Las2Orillas indagó y encontró que el dominio de La Estrofa de la Paz fue comprado hace más de seis meses, el 30 de noviembre de 2015, por la compañía J. W. Thomson Colombia. Más reciente es el dominio de Laestrofa12.co de propiedad de Sístole desde el pasado 28 de junio y que no tiene contenido sino que re-direcciona a La Estrofa de la Paz. Aunque adquirir un dominio cuesta apenas cinco dólares, montar una página web con la calidad, buen diseño y los múltiples recursos multimedia con que cuenta La Estrofa de la Paz sí requiere de varios millones de pesos.
Sin embargo, los publicistas aseguran que es una iniciativa propia y espontánea, ajena por completo a la mermelada oficial.