En las últimas semanas se ha visto cómo las tasas de muertos y heridos por la guerrilla o militares han descendido de una manera impresionante. Esto resulta interesante y algo conmovedor: la tal paz sí existe. Que quede claro, eso sí, que este artículo no tiene como finalidad hacer campaña o cualquier tipo de propaganda política. Sólo espera convencer, en cierta medida, de que una Colombia en paz, es posible.
Es triste pensar (y vivir) cada día, casi sin darse cuenta, de que el conflicto colombiano ha devastado mucho más de lo que nuestros ojos pueden ver. Las calles de Bogotá, pueblos destruidos y familias devastadas son viva prueba de ello. Entonces me pregunto ¿No se dan cuenta de que el conflicto no da más? No hay más balas ni fuerzas para seguir destruyéndonos: sí, destruyéndonos entre nosotros. Porque de cualquier parte que sea el bando, todos somos colombianos, todos nacimos en el mismo país.
Por eso me parece triste, y sé que no soy el único, que haya personas que sigan apoyando las balas y la muerte. Hay muchos argumentos que parecen válidos ante la comodidad de sus casas, pero ¿y desde la inmensa selva con un fusil en la mano, será lo mismo? al parecer, alguien mínimamente humano, concedería esa respuesta. Y es aquí donde está el verdadero problema: la paz está bifurcada, al parecer ha tomado dos caminos distintos, dos caminos que quieren llegar al mismo destino.
Todos los colombianos deseamos un país en paz y para ello se hacen debates y se ven comentarios de toda clase y crítica, aportando ideas para esa paz. La historia nos ha revelado muchas respuestas, en el colegio, la universidad y hasta la misma cotidianidad, nos podemos dar cuenta de que esta guerra no da más. Hemos estado firmes contra ese bando opuesto, contra las Farc. ¿No sería mejor observar a este grupo guerrillero, ya no como un contrincante militar sino político?
Espero que el día de mañana seamos mayoría los que confiamos en esta paz. Claro, una paz difícil pero con muchos beneficios. Es hora de construir un país al alcance de los niños, al alcance de todos. Un país diverso, con libertad de opiniones, de ideas: democrático. Porque la paz, que quede claro, es la firma de un papel, pero también una construcción social.