En el año 2010, ante el difícil acceso por la geografía del Chocó y la baja capacidad de respuesta a las emergencias del sector salud del departamento, nació la idea de prestar servicios de transporte aéreo para que las urgencias médicas de las comunidades más alejadas fueran atendidas en Quibdó, y de ser necesario, remitidas a hospitales de mayor nivel en departamentos como Antioquia o Valle del Cauca. “Para llegar a Quibdó, muchas comunidades tienen que atravesar días en la selva, y cuando hablamos de una mordedura de culebra o una apendicitis, tiempo es lo que no tenemos”, dice el hombre detrás de la Fundación Aérea del Chocó, Carlos Epi Álvarez, un piloto retirado que después de un accidente que en el 2007 lo dejó 90 días sin poder levantarse, se propuso trabajar por su departamento.
A pesar de ser la única región del país que cuenta con costas en los dos océanos -Pacífico y Atlántico-, y de tener un gran potencial de pesca fluvial y marítima, el Chocó se ha visto envuelto en un espiral de inoperancia institucional, corrupción y violencia, que lo ubican en la actualidad como el departamento más pobre de Colombia. “Por sus condiciones geográficas, el Chocó no tiene el mismo dinamismo de las otras zonas del país, solo tiene dos vías: Quibdó- Medellín y Quibdó- Pereira, con el agravante de la presencia permanente de grupos paramilitares y guerrilleros que se disputan el poderío de los municipios costeros”, cuenta Carlos Epi, quién decidió realizar la especialización de Educación, Cultura y Política en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia- UNAD-, con el objeto de tener conocimientos que desde la academia le ayudaran a entender el territorio y así plantear estrategias que le aportaran para sacar adelante a su departamento.
La fundación inició operaciones en agosto de 2010, con una pequeña avioneta de tres puestos que atendía las emergencias de los municipios de Río Sucio, Acandí, Nuquí, Bahía Solano, Juradó, Condoto, Bojayá, Pizano y Quibdó. Hoy cuenta con cinco aeronaves, la más grande tiene capacidad para 8 personas, y están disponibles las 24 horas, durante los 365 días del año. En la tripulación siempre viaja un médico para acompañar al paciente hasta el lugar de remisión, a pesar de la intención de cubrir los 30 municipios del departamento, tan solo pueden operar en 10, pues el resto no cuenta con pista de aterrizaje, por lo que esperan conseguir un helicóptero que pueda recoger a los pacientes en cualquier lugar.
Con 13 funcionarios, y dos sedes -una administrativa y otra de operaciones- , la fundación se financia con los convenios que adelantan con algunas EPS para realizar jornadas de salud en los municipios o misiones de ayuda humanitaria, en las que cargan las avionetas con alimentos no perecederos, medicinas y artículos de aseo.
En un aproximado, la Fundación Aérea del Chocó, ha realizado en 6 años, 1632 remisiones con un récord de cero accidentes, lo que quiere decir que le ha dado la posibilidad a 1632 personas de tener acceso al sistema de salud, según su condición médica. “Acá no importa si eres afro, mestizo, indígena o de cualquier color, si tienes una emergencia médica y debes ser trasladado, pero no tienes un peso, la fundación no te cobra, para eso está el servicio”.
Este chocoano, mayor de cinco hermanos que puede darse el lujo de decir que creció en Quibdó en un hogar donde lo tuvo todo, cree en el proceso de paz y en la necesidad de la dejación de armas por parte de las FARC. Hoy recuerda con amargura la masacre de Bojayá, que en el año 2002 dejó más de 100 muertos por un cilindro bomba lanzado por la guerrilla; 14 años después espera que las heridas de su pueblo hayan cicatrizado y esté listo para recibir la paz.
Aunque ha tocado varias puertas, ninguna ha sido abierta por parte del gobierno, dice que en las administraciones departamentales priman los intereses particulares sobre los colectivos por eso espera encontrar alguna ayuda internacional, con la la cual fortalecer y ampliar los servicios de la Fundación Aérea del Chocó.