En marzo del 2015 ocurrió uno de los acontecimientos artísticos más importantes del país. En el Teatro Colón de Bogotá Fabio Rubiano estrenaba, ante el propio presidente Juan Manuel Santos, Labio de liebre, la obra de teatro definitiva que explicaba el horror de la desaparición en Colombia. El llanto, la emoción, se establecía como una capa por encima de los asistentes que aplaudieron durante ocho minutos. Hasta a las viejas gárgolas del Colón se le salían las lágrimas. Rubiano lleva seis años presentando Labio de liebre, al lado de su expareja, la talentosísima y subestimada Marcela Valencia. El lugar donde sucede la magia es el Teatro Petra, un negocio que montó junto a Valencia desde hace 10 años.
La pandemia estuvo a punto de hundir el barco. Sin embargo Rubiano perseveró. Con la tormenta amainando puede decir que sobrevivió. Todo lo que ganó en la televisión lo invirtió en el Petra y desde ahí sigue luchando por sus sueños. Después de que las puertas se abrieran el público no ha faltado. Hay gente que ha visto seis, siete veces Labio de liebre y siguen sorprendiéndose de la capacidad de actores como Jacques Toukhmanian. Ahora la historia vuelve a retomar un segundo aire con el arribo al elenco de Julián Román en uno de los papelea principales.
Rubiano no para y sigue escribiendo con tenacidad y constancia. A cambio de la holgura económica que le puede proporcionar la televisión, acepta la modestia del teatro para obtener su libertad y ahí hace lo que quiere. Si usted quiere enseñarle a un marciano el drama de ser desaparecido, enterrado sin nombre, tiene que ponerlo a ver Labio de liebre. En un momento llorará en otra simplemente reirá, en esta montaña rusa de emociones, en esta entrada a los infiernos de las víctimas y a la mente de un asesino aplaudido por el Congreso que tiene que purgar las culpas de la ley de su conciencia en la frialdad de un país escandinavo, lejos de sus calles y tan cerca a los fantasmas de todos aquellos que mató.
Rubiano y su obra son tan importantes para este país como todo lo bueno que nos ha sucedido. Su obra sigue pasándose noche tras noche en el teatro Petra. Es obligatorio para todo colombiano verla.