El pasado 21 de junio el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez (Fico), presentó como un gran reconocimiento internacional la selección de Medellín como ciudad Discovery. No era para menos porque uno de los canales más importantes del mundo había seleccionado a Medellín como un referente de ciudad a nivel mundial y resaltaba las escaleras eléctricas de la Comuna 13, el metrocable o el Parque Explora como ejemplos de innovación y proyección urbanística. Así, Fico se graduaba como un gran urbanista (nada que enviarle a Peñalosa) y dejaba a Medellín en lo más alto a contados meses de concluir su administración. Sin embargo, a los pocos días se reveló (gracias a un artículo del portal LaSillaLlena) que el “reconocimiento” solo era una pauta de 1.427 millones de pesos a partir de un contrato que suscribió la Alcaldía de Medellín a través de Telemedellín y Discovery Communications Colombia por tres meses, es decir, Fico lo hace de nuevo y en su obsesión por autopublicitarse sigue invirtiendo cuantiosos recursos en promocionar su imagen e incrementar su capital de opinión.
Para nadie es un secreto que Fico se quiere proyectar para llegar a la Casa de Nariño. Ya desde los diferentes sectores del uribismo antioqueño lo perfilan como presidenciable (y hasta presidente). Por eso, se ha esforzado desde que llegó a la alcaldía para posicionar su imagen y ser percibido como un mandatario local de "mano dura". Esto a pesar que su política de seguridad y convivencia no resulte del todo integral porque se ha reducido mediáticamente a la captura de cabecillas concluyendo en un escenario de “recambio de cabecillas” que no afecta la composición orgánica de las estructuras delincuenciales que operan y se expanden en la ciudad. Aunque nadie duda del compromiso del alcalde para desmantelar las organizaciones delincuenciales (al menos en términos de percepción), la captura de su primer secretario de seguridad, Gustavo Villegas (de quien se decía sería su sucesor), por los presuntos delitos de concierto para delinquir y nexos con el crimen organizado; y, el alarmante incremento en los índices de homicidio en lo que va del 2019 (en mayo se superaron los 300 homicidios), son hechos que ponen a Fico en una situación incómoda en temas de seguridad.
Con ánimo de dejar una buena imagen y seguir siendo considerado como uno de los alcaldes más populares del país (trampolín para la Casa de Nariño), el alcalde ha invertido cuantiosos recursos. Según una investigación adelantada por la Fundación para la Libertad de Prensa y retomada por LaSillaVacia el año pasado, su plata para pauta oficial es casi el doble de la del alcalde de Barranquilla y el 30% más que la de Peñalosa. Solo entre 2016 y 2017 fueron más de 130 mil millones de pesos en pauta oficial donde al alcalde figura en primera línea. Asimismo, se recuerda la famosa “bodega de Fico” (de la cual nunca se ha pronunciado) como parte de una estrategia en redes donde un grupo de cuentas falsas en Twitter lo defiende de ataques o críticas. Tras esos hechos Fico se ganó la fama de farandulero y mediático. La verdad es que al alcalde le gusta mucho mojar prensa y solo es cuestión de sintonizar el canal Telemedellín para percatarse de su obsesión por autopublicitarse. Ahora, saldrá a “aclarar” lo del reconocimiento de ciudad Discovery a pocos meses de entregar y cuando Santiago Gómez (su ficha para sucederlo) anda respondiendo a los medios por no haber revelado la entrega de sus firmas para evitar el desmonte de las vallas y pasacalles con las que inundó la ciudad.
Tras concluir su administración Fico se continuará proyectando para que los colombianos lo vean como una opción viable para el 2022. No se quedará quieto y el capital de opinión (y de imagen) que construyó desde la Alcaldía de Medellín será su plataforma de arranque. Poco importa el derroche, las prácticas cuestionables como el de “la bodega” y los profundos lunares en su gestión (en temas de seguridad, medioambiente e inversión social), es un presidenciable por cuenta propia y ya muchos en Antioquia lo dan por “presidente”.