El inteligente y perspicaz dirigente caldense, Luis Guillermo Giraldo Hurtado , un selecto espíritu, iluminado por el fuego de la palabra, artista de la misma, desde la atalaya de sus cuarteles de invierno, desde donde diariamente otea la siniestra, tremebunda, truculenta realidad social de Colombia -país del Sagrado Corazón-, nos sorprende cada vez más desde el portal ‘El Criterio’, con sus ácidas, crudas, informadas, irremplazables, lúcidas, sesudas homilías -con consistencia argumental-; púlpito desde donde nos deleita -semanalmente- con su admirable, afilada, amena, armoniosa, esplendorosa, omnisciente, sustanciosa prosa, de fácil lectura.
Salpicada -algunas veces- con socarrones toques de humor negro, para regusto de su múltiple audiencia, fanes, asiduos, fieles lectores, lindante -otras veces- con el fantasioso, hollywoodense, liviano mundo de la ficción, como la pasada columna titulada: “Yo, robot, el supremo”, publicada el 24 de junio pasado. Ver: https://diariocriterio.com/yo-robot-el-supremo-columna-giraldo/
Escrito referido al reconocimiento de ‘Sophie’ -la primera robot ciudadana del mundo-, efectuado por las autoridades de Arabia Saudita, registrada -igualmente- por la ONU, “como líder en materia de innovación”, noticia reforzada con ‘Michihito Masuda’, robot que participó como candidato a alcalde de Tokio -capital del Japón-, en la elección de 2018, el cual “hizo campaña, colocó vallas y afiches; prometió como cualquier politiquero humano: justicia, progreso, oportunidades; escuchó pacientemente al rebaño”, alcanzando “4.030 votos”, “un honroso tercer lugar”, poco menos de los sacados en Caldas por el gélido humanoide -de carne y hueso- Omar Yepes -alter ego del frívolo Andrés Pastrana- potencial en que quedaron los otrora irrepetibles 104 mil votos que llegó a obtener en aquellos “tiempos viejos que no volverán”, y que “cuando los recuerda se pone a llorar”.
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Excepcionales casos escrutados por nuestro recordado amigo, observando cómo la “inteligencia artificial se acerca al cerebro humano, lo habilita para cumplir con casi todas las funciones que este realiza”, inquiriendo si “¿También las de gobernar?”, lo que nos hubiera ahorrado -faltó agregar- el padecimiento representado por los desastrosos, faranduleros, fracasados, impresentables, inescrupulosos, tortuosos gobiernos de las incapaces, parcializadas, vanidosos medianías: Andrés Pastrana y el teledirigido Iván Duque, incluidas -de paso- sus faraónicas pensiones y todo el costo de la parafernalia que implicó sus mandatos -sueldos, viáticos, esquemas de seguridad, turisteadera y por sobre todo la insulsa opinadera en su condición de expresidentes.
¡Todo nos llega tarde… hasta la muerte!, dijo Julio Flores en su aplaudido poema. Parodiando a Carlos E. Restrepo, digo: ¡Colombia ha vivido, vive a la penúltima moda!
Al propósito sintetizo la historia de la fantástica revolución digital, que comenzó a escribirse en el Londres victoriano, tras el casual encuentro de dos brillantísimas, descollantes, precursoras inteligencias: Augusta Ada Byron (1815-1852) y computación (1791-1871), a los que sin duda se debe la computadora, cuya evolución, florecimiento, sorprende cada vez más al mundo. Lo último: la Inteligencia Artificial (IA) y el Chat GTP.
Corría 1833, cuando la enfermiza, visionaria Ada -que desde niña descolló con los números-, hija de Anna Isabella Noel Byron y George Gordon Byron (1788-1824), , más conocido como Lord Byron, de gran talento poético, cabeza del movimiento del romanticismo británicoapodado como el ‘poeta maldito’, cuya trágica, desordenada vida dejo como tema para otra ocasión.
Ada tenía 17 años (otros aseguran que 18) cuando conoció al matemático e inventor, Babbage (42) quien notó de inmediato la genialidad de la joven, influida por su madre desde muy temprana edad, a centrar su atención, los estudios académicos en las matemáticas, buscando alejarla -se cuenta- del hechizo de la poesía, cuyos genes corrían por su sangre, a efecto de alejarla, de evitar -decía- que terminase siendo una tarambana como su padre. Ada se describió a sí misma como “científica poetisa y analista metafísica”, sin que abandonara su genético amor, afición por la poesía.
A dos años de intensa relación científica con Babbage, conoció en 1835 a William King-Noel, Lord Lovelace, miembro de una potentada e influyente familia, casándose el 8 de julio del mismo año, adoptando el nobiliario título de condesa Lovelace, matrimonio que tuvo tres hijos, sin dejar su trabajo científico, ni abandonar su relación con Babbage.
Primogénita que tempraneramente vislumbró la importancia de los inventos del maestro Babbage, principalmente respecto a la ‘Máquina Analítica’, sobre la que adelantó que dicho aparato de cómputo era una herramienta que trascendía la resolución de los problemas matemáticos -aparentemente insolubles- y serviría de apoyo a la sociedad en todos los ámbitos: “Yo soy solo un instrumento del poder creativo de la Máquina Analítica”.
Subrayó la importancia de abocar la mente humana al desarrollo tecnológico, presagiando que un día no muy lejano aquel invento haría posible cambiar la vida de las personas. Y a fe que no se equivocó.
Luigi Federico Menabrea, ingeniero militar, general italiano, doctor en matemáticas de la Universidad de Turín, en 1842 publicó: ‘Nociones sobre la máquina analítica de Charles Babbage’ monografía traducida al inglés por Ada, por encargo de la revista Scientific Memoirs, la cual le introdujo -como notas marginales- anotaciones conclusivas de su cosecha, de máxima relevancia, adicionadas bajo el subtítulo de ‘Notas’, suscritas con las iniciales AA. En 1953 se publicaron con su verdadero nombre, apreciadas hoy en día como iluminadas, visionarias.
Se destaca el funcionamiento derivado a lo que se conoce actualmente como ‘algoritmo informático’, considerado como “el primero de la historia para un computador o primer programa de computación o codificación para ser procesada por una máquina”. Aunque no puede afirmarse -categóricamente- que Ada fue la primera en desarrollarlo, si puede asegurarse que fue la primera en presagiar las consecuencias prácticas del invento de Babbage.
Igualmente tuvo la visión de anticipar que la capacidad de las computadoras era infinitamente superior al solo cálculo de números. Babbage en cambio se centró en la capacidad del cálculo, científico ninguneado, ridiculizado por sus coetáneos, por él replicados: “Otra época juzgará mi trabajo”. Luego de dilapidar su fortuna, murió en la miseria.
Ingenieros del Museo de Ciencias de Londres, en 1991 construyeron una réplica exacta del modelo diseñado por Babbage, 170 años antes, utilizando para ello, solo técnicas y materiales originales de la era victoriana, con lo que se comprobó que lo suyo no fue delirio, ‘capricho’ que lo llevó a que póstumamente se le reconociera -con su coequipera Ada- como padre de la computadora moderna.
Ada murió el 27 de noviembre de 1852, a la edad de 36 años, la misma en que falleció su padre, a quien no conoció, siendo inhumada junto a él, como era su último deseo.
Debieron pasar cerca de cien años, para que el ingeniero estadounidense, Howard Aiken -pionero en el campo de la informática- construyera en 1944, un ordenador electromagnético, ligado estrechamente a la máquina analítica diseñada por Babbage, proyecto financiado por IBM, rebautizado como Mark I.
Cada año, a partir de 2009, el segundo martes de octubre se celebra el día internacional de Ada Lovelace, en que se conmemora los logros de las mujeres en los campos de la ciencia, la ingeniería, las matemáticas, la tecnología.