El 23 de noviembre del 2012 Ramón Castillo Gaete y Natalia Guerra iniciaron un rito para evitar el fin del mundo el 21 de diciembre del 2012. A las 11:00 p.m. ambos tomaron un alucinógeno denominado ayahuasca y tomaron a su hijo de 2 meses de nacido, lo amarraron a una tabla y lo quemaron vivo. Meses después, cuando llegó el día del juicio final, nada pasó. El apocalipsis no sucedió y el mundo, efectivamente, no se deshizo. Desde ahí, empezaron una huida de las autoridades muy fuerte y en el 2013 el cuerpo del menor fue encontrado. Lo que se supo al final de todo este rito y huida, la secta a la que pertenecían, y de la que eran líderes, se denominaba Antares de la luz.
El padre del menor, al verse tan acorralado, decidió irse de Chile pero también acabar con su vida. Su cuerpo fue hallado en Perú en el 2013. Muchas de las personas que pertenecían a la secta se alejaron de ella y Guerra, decidió también huir. En el año 2017 se convirtió en una prófuga de la justicia, cambiaba de residencia constantemente y no se dejó atrapar. En ese entonces iba a ser juzgada únicamente por 5 años pues fue quien "desnudó, ató y amordazó al lactante para lanzarlo vivo al fuego".
Hace pocos días fue capturada para cumplir con su pena respectiva.