La paranoia colectiva

La paranoia colectiva

Por: Juan Felipe Velasco
mayo 19, 2014
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La paranoia colectiva

A pocos días de celebrarse la primera vuelta de las elecciones presidenciales, los dos principales candidatos infunden paranoia en los ciudadanos con propósitos electorales.

Empieza a crecer la intención de voto por el candidato del uribismo y la necesidad de nuevas alianzas entre partidos para evitar su victoria ante el presidente-candidato se hace más latente. Medios de comunicación, movimientos de izquierda como el liderado por el Alcalde Mayor de Bogotá y la llamada Unidad Nacional conformada por dos partidos eternamente rivales y otro creado por quien ahora es su opositor con más fuerza política hacen alianzas implícitas con el propósito de apoyar el proceso de paz.

LA PARANOIA SANTISTA

Es extraño que tantos movimientos y tan diferentes se unan para apoyar la reelección del presidente, o más bien, para evitar la victoria de Oscar Iván Zuluaga. Esto no se debe solamente a la politiquería típica del país donde estos ‘matrimonios electorales’ tienen el propósito de conseguir votos para después repartirse puestos en el Gobierno de turno, sino también a que crece en la clase política colombiana adepta a los diálogos de La Habana, y es que la extrema derecha vuelva a gobernar el país y tome otro rumbo con el tema de la guerra y las Relaciones internacionales -en especial con nuestros vecinos-, pues en los otros ítems relevantes para un desarrollo de nuestro país tienen ideas bastante similares.

Ahora, la nueva estrategia es realizar una verdadera Unidad Nacional con actores políticos, mediáticos y del mismo conflicto para dar a entender que la paz es el camino y no se entregará el país a la guerrilla, como lo afirman los más radicales uribistas, que tratan de confundir a la ciudadanía con términos como ‘castro-chavismo’ y comunismo para definir el Gobierno de Santos, ignorando que el presidente es totalmente neoliberal y representa ideas opuestas a las anteriormente nombradas.

Sin embargo, para lograr acabar con ese mensaje de confusión, la campaña reeleccionista ha utilizado la televisión, la radio y todos los medios posibles para ejercer una presión sobre el votante al decirle que la paz y la prosperidad del país está en riesgo y que pueden venir épocas muy oscuras. Fue certero el golpe al presunto ‘hacker’, para revivir los momentos de las chuzadas en el Gobierno de la Seguridad Democrática. Asimismo, el anuncio sobre el acuerdo del tercer punto de la mesa de diálogos en Cuba deja una sensación de que no hay vuelta atrás en el proceso y que se está adelantando con seriedad. Por supuesto, no podía faltar la alianza implícita entre el Alcalde de Bogotá y parte de su movimiento con el presidente Santos, a quien el burgomaestre algún día le ‘declaró la guerra’ política, todo por el miedo al supuesto fascismo o neo-nazismo colombiano, como lo da a entender Petro en un trino, donde afirma “NO PASARAN fue consigna de los republicanos españoles, desde liberales hasta anarquistas para impedir que el fascismo tomara Madrid”.

EL DELIRIO DE PERSECUCIÓN DEL URIBISMO

Al otro lado de la pelea está el Centro Democrático, fundado por el ex presidente y ahora Senador de la República, Álvaro Uribe Vélez. En una cuestionada convención de su partido, fue elegido Oscar Iván Zuluaga como el candidato del partido. En este caso, este movimiento político forjó alianzas con quien alguna vez fue opositor del ex mandatario Uribe, y gestor del fallido proceso de paz de los 90’s, Andrés Pastrana. Igualmente, Francisco Santos, primo del presidente-candidato, se acomodó a la campaña de Zuluaga después de patalear por haber perdido la consulta interna.

Por su parte, Uribe se dedicó a destruir cada paso en falso del Gobierno Santos, o es más, cada decisión que se tomara para bien o para mal y lograr generar una mala imagen del vigente mandatario del país. Por ejemplo, se volvió activista de Derechos Humanos defendiendo a los justos reclamos de los campesinos contra los abusos de la policía, mientras que cuando pasaba bajo su mandato, se lo merecían por terroristas y guerrilleros, ya que así era como trataba a la oposición. Es tal su delirio de persecución, que interceptó llamadas, espió fuentes periodísticas y después de semejante abuso, salió en defensa de tales prácticas, generándole paranoia a la gente y advirtiendo que era para preservar la Seguridad Democrática.

Mientras tanto, Zuluaga intenta por medio de propagandas lograr una imagen de un hombre preparado para gobernar el país. Una estrategia infalible: machacar a la oposición no desde el frente de la campaña sino desde el ‘idealista’ y mejorar la imagen del candidato, presentándolo como lo opuesto a Santos, cuando en realidad su partido se rige por las mismas políticas clientelistas denunciadas por él mismo como la ‘mermelada política’ -mostrándose al país como una víctima, olvidando que con un congreso similar trató de perpetuar su poder-.

Cabe destacar que el éxito de esta campaña ha sido por hacer creer a los colombianos que pronto nos estaremos sometiendo a un régimen comunista cubano, pero acallando secretos a voces como que el presidente aspira seguir el modelo chileno de desarrollo, caracterizado por políticas neoliberales que nada tienen que ver con la izquierda radical.

LA CONCLUSIÓN

Basado en las dos campañas con mayor popularidad según las encuestas, impera vergonzosamente la desinformación a la que someten los dos grupos políticos a sus electores. Los medios de comunicación y un bloque de partidos cooperan por un ‘buen fin’ que es acabar la guerra, por el temor que vive la clase política pro-santista y pro-diálogos de un cambio de mando y por ende, una vuelta a la política militar que en los más de 40 años que se ha implementado, pocas soluciones reales ofrece a los verdaderos afectados del conflicto armado. Acciones patéticas como acudir a campañas publicitarias sucias como “El partido de la U es el partido de Uribe, y de…”.

Igualmente, el endiosado ex presidente está empeñado en enlodar el proceso de paz y dar a conocer a los colombianos que es víctima de una campaña de desprestigio y que todo lo malo que ha pasado durante su mandato y en su movimiento político ha sido a sus espaldas. Todas las dudas que suscita ante los colombianos las disipa aludiendo a presiones para acabar con su vida política, y aprovecha cada oportunidad para ir destruyendo la campaña de Santos mientras trata de recolectar la mayor cantidad de votos posible para Oscar Iván. Pero al final, todos sabemos quién va a ser el verdadero mandatario en una eventual victoria del uribismo.

Quedan otros movimientos alternativos que infortunadamente no despegan gracias al morbo de los electores aprovechado por la campaña de la Unidad Nacional y el Centro Democrático para armar un show mediático y centrarlo en dos caras. Lastimosamente, está funcionando.

*Imagen de Kienyke

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