Cuando leí la noticia que el entonces gobernador de Santander Richar Aguilar muy emocionado había recibido el título de Doctor Honoris Causa en Derecho Internacional Humanitario (DIH) y Administración Pública, otorgado por Logos Internacional University, junto a otros funcionarios como el Secretario de Educación Departamental Julio César Villate, el alcalde de Bello ( Antioquia) que también en 2014 había aceptado el Doctorado Honoris Causa en Administración Pública, de la LIU, y el rector del Instituto Tecnológico del Putumayo, Henry Hidalgo Chicunque, en 2012; creí que por fin ese personaje disfrazado de "pastor", Edgar Eduardo Prada Pradilla, tenía sus días contados con la justicia colombiana.
Supuse que por tratarse de una figura con poder político suficiente como el de Richar Aguilar, estos hechos serían puestos ante las autoridades para que se hicieran las respectivas investigaciones, incluyendo al mismo Ministerio de Educación Nacional encargado de la vigilancia de la Educación Superior en Colombia, a través del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES).
Pero nada de eso pasó. Silencio absoluto. Quizás luego de semejante " oso público" el Coronel le recomendara a su hijo que mejor era echarle tierrita al asunto y no agrandar el chico. Peor aún cuando con tanta emoción había dedicado tan alto logro a sus padres y al departamento.
Lo curioso del asunto es que en esos días precisamente, la brillante Ministra de Educación Gina Parody ( y lo de brillante hace referencia a su capacidad para sacar promedios, nada más), estaba montándole la perseguidora a La San Martín por unos programas que la Universidad estaba ofreciendo y que no tenían el registro del Ministerio de Educación Nacional. ¿Cómo así que le hacen pasar esa "vergüenza" a un gobernador, a un alcalde, los medios lo publican y ésta señora que tanto mojó periódico, ni por enterada se dio que había por ahí una " universidad fantasma " expidiendo títulos falsos pero además con la plena libertad de recorrer más de medio país estafando a la gente. ¿Por qué doña Gina no ordenó hacer las investigaciones pertinentes para poner en cintura a este Pastorcito? Y ya habían transcurrido tres años a la fecha de mi denuncia en mayo de 2012 ante la Fiscalía 10 del municipio de Barrancabermeja. Ni ese peso pesado sirvió para ponerle freno a sus andanzas delictivas. A lo mejor por esos títulos el exgobernador y demás no pagaron un peso, razón además para no proceder.
Pero otra fue la suerte que tuvimos los maestros que pagamos cinco millones y otros algo más por carreras de pregrado, postgrado y maestrías, que según lo ofertado por Edgar Eduardo Prada Pradilla, contaban con el registro del Ministerio de Educación, según la documentación presentada como prueba de garantía y que todo estaba dentro de la legalidad.
Resultamos graduados con tres universidades extranjeras: La Logos Divinity University, La Logos Colombia y La Reformada de Miami. Algo así como la Santísima Trinidad, tres universidades distintas y solo una estafa verdadera. Ninguna de ellas aparece en los registros del gobierno estadounidense, tal como lo evidenció el propio Ministerio de Educación en la negación de convalidar los títulos y por no encontrarse en el registro de universidades extranjeras que tienen convenio con alguna universidad colombiana. No obstante, el sujeto hábilmente insiste que tenía que hacerse otra vuelta por el lado del Ministerio de Relaciones exteriores y engaña nuevamente a algunos para sacarles otros 450.000 pesos. Cuando la única entidad encargada de asumir tal función es solo el Ministerio de Educación.
Estoy a la espera del fallo condenatorio durante todos estos largos 6 años, en los que a pesar de haber denunciado a tiempo, la Fiscalía no procedió para evitar que otras personas fueran víctimas del mismo sujeto. Y los testimonios están ahí, posteriores al año 2012.
Se dice que tan culpable es el que comete el delito, como el que lo encubre. Señores Fiscales de Barrancabermeja, enmienden su mala imagen en el departamento. Para nadie es un secreto y menos para los abogados que proceso que se abra en mi añorado terruño, duerme el sueño de los justos.