Entre las noches que van del 25 al 27 de marzo, el ángel de la muerte batió sus alas en El Salvador. En 48 horas aparecieron los cuerpos de 87 personas, todas habían sido asesinadas por la pandilla más temible que ha pisado el suelo de ese país de Centro América, la Mara Salvatrucha. Inmediatamente Nayib Bukele volvió a mostrar su músculo represor. Contando con la mayoría parlamentaria decretó estado de excepción y, por un mes, los salvadoreños perderán cualquier tipo de derechos. Por eso, en unas cuantas horas, las cárceles del país volvieron a estar sobrepobladas luego de las 600 detenciones que se hicieron en un solo día, mostrando imágenes tan aterradoras como estas:
La primera referencia que se tiene sobre los Salvatrucha fue en Estados Unidos, específicamente en Los barrios más deprimidos de Los Angeles, en el año 1985. En esa época las guerras civiles que se vivían en países como El Salvador, Guatemala y Nicaragua, obligó a salir de sus países a cientos de miles de personas. Los más jóvenes llegaban a los Estados Unidos sin ningún sueño Americano, sin ninguna esperanza. Así que tuvieron que salir a las calles de todo el Valle de San Francisco a disputarle el dominio a las pandillas mexicanas. La única banda que pudo contra los aztecas fueron los Stoners o, mejor conocidos como los Mara Salvatrucha.
La etimología del nombre es básica: Mara es el nombre que reciben las pandillas en la mayoría de países de Centro América, Salva tiene que ver con El Salvador y Trucha, como en Colombia, tiene que ver con lo listo, con lo abeja, con la inteligencia. Son los chicos trucha de la calle. Su confrontación mayor ocurrió a principios de los noventa, cuando se enfrentaron con toda la violencia de sus armas contra el Barrio 18, la más temible de las bandas mexicanas. Paradójicamente fue una banda del país Azteca la que potenció a esta pandilla.
En diciembre de 1993 cambia por completo el mundo del narcotráfico con la muerte, sobre el tejado de una casa en Medellín, de Pablo Escobar. Los mexicanos, tan cerca de Estados Unidos, tan lejos de Dios, decidieron manejar toda la cadena de producción desde Colombia hasta su traslado a las costas de la Florida. Pronto el Cartel de Sinaloa, en cabeza del Señor de los Cielos, el Chapo Guzman y los hermanos Arellano, dominarían el negocio. Los Maras se convertirían en los guerreros callejeros de los carteles de la droga mexicanos. La hydra tendría una nueva cabeza. El gobierno de George W. Bush decidió combatirlos y en sólo 5 años lograron deportar a 20 mil de estos pandilleros a El Salvador. Entonces los Maras empezaron a dominar las calles de San Salvador.
El ritual de iniciación de un Mara es algo terrible. Muchos deben ser obligados a matar hasta a su propio compañero. Esto es paradójico en una organización que supuestamente premia la lealtad. Sin embargo deben soportar golpizas de 13 minutos para ser aceptados o, si se es mujer, deben aguantarse violaciones colectivas.
Aunque los Salvatrucha se han cebado contra El Salvador es un gran pulpo cuyos tentáculos llegan a Estados Unidos, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, siendo los grandes y temibles emisarios de los carteles mexicanos. Cada pandilla es liderada por un palabrero, nombre con el que se le conoce a los jefes y aunque su actividad delictiva favorita es el narcotráfico también controlan grandes redes de tráficos de persona y los corredores por los que cientos de miles de ilegales entran a los Estados Unidos cada año. Aunque Bukele es una especie de Putin latinoamericano por su estilo autoritario, el joven presidente ha intentado varias veces pactar con los Salvatrucha. Sin embargo toda forma de dialogo con ellos está completamente rota. Bukele les ha jurado la guerra y ellos amenazan con terrorismo urbano. Son horas terroríficas para El salvador.