La pandemia nos cambió la sexualidad, ¿somos otros?

La pandemia nos cambió la sexualidad, ¿somos otros?

El confinamiento redujo las relaciones sexuales interpersonales, pero no la apetencia, que se vio reflejada en la creatividad y en la tecnología a control remoto

Por: Ahinoa Quin
diciembre 14, 2020
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La pandemia nos cambió la sexualidad, ¿somos otros?
Foto: Pixabay

Al terminar el segundo mes de la cuarentena, aparece viral y en medios de comunicación un vídeo de una mujer desesperada gritando “¡¡quiero cu....!!”, ya se imaginarán qué palabra es, y que reiteraba con sus gritos un pedido de auxilio: “¡¡ayúdenme, quiero cu….!!”.

Su manera de expresarse denotaba a una mujer liberada y con la libido alta, ya que de lo contrario no manifestaría de manera abierta su sentir respecto a sus sensaciones corporales como una necesidad también primordial en su vida.

Es importante decir que en el aislamiento obligatorio la compra de vibradores de uso femenino y que se opera por bluetooth aumentó sus ventas en un 80% más, según consulté con varios de los mayores distribuidores de sex shop a nivel nacional.

¿Pero cómo opera el vibrador por bluetooth de Lush que es muy apetecido? Es simple, desde una aplicación que se usa desde un celular por la cual se puede generar la intensidad que se desee poner a su pareja. Lo interesante de esto es el placer que provoca la imaginación y la intensidad al regalar placer. El que regala placer sale muy satisfecho, aunque no esté con la pareja, pero si está cerca, el observar a la persona tener sus orgasmos en situaciones cotidianas o normales incrementa su placebo. Es así como queda demostrado que el cerebro es el principal órgano sexual.

El último informe del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana, según su muestra tomada a 1.500 personas, revela que efectivamente por el distanciamiento social y el confinamiento disminuyó la frecuencia de relaciones sexuales, pero incrementó la creatividad en nuevas exploraciones en pareja y actividades en solitario que son aquéllas que evidencian su cantidad a partir del mercado de juguetes sexuales, en este caso, vibradores y dispositivos a control remoto operados por bluetooth.

La estadística oficial de la sexualidad mundial señala que el 15.50% de los encuestados por el Instituto Kinsey pone en primer lugar como algo novedoso el probar una nueva posición sexual para salir de la rutina. El 13% compartió fantasías sexuales con sus parejas y el 8,50% experimentó realmente sus fantasías. El 7,30% experimentó el uso de los juguetes sexuales, lo que equivale al cuarto lugar ganado dentro de la clasificación de comportamientos sexuales. Y, lo último, para mencionar una cifra más del estudio, es un 6% el que experimenta los masajes en pareja, que se volvieron necesarios, incluso por primera vez en sus relaciones. Ahí está el porqué del incremento de personas que desesperadamente me solicitaban masajes durante el confinamiento.

En su último informe, el Instituto Kinsey ratifica que se han presentado cambios en los comportamientos sexuales durante el confinamiento. Si bien se confirma que la sexualidad directa disminuyó entre parejas por la concentración humana en los hogares, sí se incrementó la creatividad en las relaciones que por lo general se dan en solitario a través de la tecnología, “por ejemplo, el uso de 'SexTech' que las personas han hecho a sus repertorios sexuales, los cambios en la calidad de la vida sexual de las personas, así como demográficos y psicológicos, factores que predicen nuevas búsquedas sexuales y diferentes resultados sexuales”, tal como lo publica el Informe Kinsey, que toma en cuenta también, por sobre todas las cosas, a las personas que viven solas.

Una experiencia clara y muy evidente fue la del reto del vibrador del influencer youtuber Yeferson Cossio, quien con su pareja experimentó el regalar placer con diversas intensidades desde su celular interconectado con el dispositivo vibrador intravaginal del tamaño de un tampón.

Yeferson Cossio rompe con este mito y sorprende a su pareja con estas descargas vibratorias en público, pero nadie lo sabe. La chica experimenta los espasmos micro orgásmicos generados por el dispositivo y nadie alrededor sabe que sus contorsiones son debido al placer sexual que está sintiendo por este juguete. Esta pareja logra desapercibidamente vivir esta experiencia de una manera muy inteligente y lo más irónico, con la ropa puesta y con gente alrededor. Ah, y quién dijo que en la cotidianidad de la vida no podemos disfrutar de nuestra sexualidad. Los besos, toqueteos y abrazos que se juzgan en público y que generalmente son vistos como inmorales, junto con otras acciones que generan ampolla en la sociedad, pasaron desapercibidos con esta peculiar pareja que experimentaba con el aparato vibrador a control remoto una experiencia orgásmica.

Es increíble que la gran mayoría de las personas acepten ver en vivo o en la televisión, episodios de guerra y de homicidios y lo vean como algo ya normal o como sucesos inevitables de la cultura de algunos países y sí se indignen, por hacer feliz a tu pareja en público. Recordarán que cuando John Lennon se casó con Yoko Ono, para protestarle a la guerra de Vietnam invitó a la prensa a ser testigo de su luna de miel en distintas ocasiones en las que desde la cama se mostraba desnudo con su pareja. La consigna era: “Haz el amor y no la guerra”.

Te pregunto: ¿cuál de los escenarios anteriores prefieres?, ¿ver los rostros de horror de innumerables personas por la implacable violencia?, ¿o ver los rostros de placer y éxtasis de innumerables personas por participar en un acto de amor o pasión? Lennon y Yoko cambiaron la mentalidad del mundo y la abrieron.

Se viene inevitablemente a mi cabeza, el párrafo de un libro que avaló, sin más ni más, mis más profundos pensamientos sobre el sexo, diría más bien, que me permitió dejar de pensar que era una mujer extraña o "pecadora".

El escritor Neale Donald Walsch en su bestseller Conversaciones con Dios (libro 1), le pregunta a Dios y Dios le responde:

(Refiero aquí una parte del capítulo 14, que, de manera poco común pero sabía para mí, habla sobre el sexo).

¿Es bueno el sexo?

Dios le responde:

¡Claro que el sexo es "bueno" ! Una vez más: si yo no quisiera que jugaras a determinados juegos, no os habría dado los juguetes. ¿Acaso les das tú a tus hijos cosas con las que no quieres que jueguen? Juega con el sexo. ¡Juega! Es una maravillosa diversión. ¡Vaya! Si hablamos estrictamente de experiencias físicas, es precisamente la mayor diversión que podéis tener con vuestro cuerpo. Pero ¡por el amor de Dios!, no destruyas la inocencia sexual ni el placer y la pureza de la diversión, la alegría, haciendo un mal uso del sexo. No lo utilices como instrumento de poder, o con un propósito oculto; para la gratificación del propio ego, o para ejercer la dominación; para cualquier propósito distinto de la más pura alegría y el más elevado éxtasis, dado y compartido, que es el amor, y el amor recreado, que es nueva vida. ¿Acaso no he elegido una deliciosa manera de que os multipliquéis?

El sexo constituye una extraordinaria expresión de amor; de amor a otro, de amor a sí mismo, de amor a la vida.

Me encanta esta frase del libro y como lo dice de manera tan literal: ¿Acaso no ha elegido Dios una deliciosa manera de que os multipliquéis?

¿Qué piensas tú? y por favor, no hagas trampa, no te detengas a analizar tu respuesta, a corregirla o a juzgarla, simplemente recibe la primera que llega a tu cabeza. ¿Te sorprenderías si te dijera que esa es tú verdad?

Y continúa respondiéndole Dios a Neale Donald Walsch con estas sorprendentes y reales frases para mí:

Hay mucho más que decir acerca del sexo de lo que hemos dicho aquí; pero nada más importante que esto: el sexo es alegría, y muchos de vosotros habéis hecho del sexo algo totalmente diferente.

¡Oh, por Dios! ¿Que el sexo es alegría?, totalmente. Nunca he visto a una persona sola o a una pareja en común acuerdo generando placer y con cara de tristeza. Por el contrario, es hermoso ver cómo las contracciones musculares pélvicas tienen conexiones directas en el rostro de las personas. Cada vez que observo a mis clientes hombres, mujeres solas o parejas, languidecer, gemir, morder sus labios, cerrar sus ojos o abrirlos con el titileo de sus pestañas al momento del orgasmo, es para mí el mayor espectáculo de felicidad que un adulto pueda ofrecer. Se ven como los niños, puros, libres y extasiados. Wow, vuelvo y me digo: tengo la fortuna de observar a diario "la plena expresión del yo, como entrega y alegría".

La ansiedad por la pandemia

Con todo esto, es evidente que el encierro inicial aumentó el nivel de ansiedad de las personas respecto a las diversas experiencias sexuales. Es increíble que el pedido de servicios de masajes tántricos no haya parado, pese a que la situación de salubridad en el mundo exigía cuarentena y encierro total durante los dos primeros meses de la crisis de salud por el COVID-19.

Frases como estas leía a diario solicitando con urgencia el servicio en el spa.

―Por favor atiéndeme. Si quieres yo me baño en alcohol, me baño en la ducha con jabón antibacterial y me pongo doble tapabocas. Es más, si desea, usamos guantes en el servicio.

Y eso que ese primer mes escaseó el alcohol, los geles antibacteriales, los tapabocas y los guantes quirúrgicos, productos que incrementaron sus costos al triple en algunos casos.

―Entiendo su necesidad de relajarse con toda esta situación de estrés a nivel general, pero es que ya no hay ni alcohol.

―Mira Ahinoa, si es necesario yo me baño en whisky o aguardiente, pero por favor atiéndeme. 

―Lo siento, pero estamos en una situación de salud delicada y debo cuidar la salud del personal y la suya. Reanudamos el servicio el próximo 14 de abril. La salud es responsabilidad de todos.

Y así continuamente, este mensaje se recibía y entregaba a diario. Esto me hizo pensar que las personas necesitaban aún más en este tiempo de un encuentro íntimo y cuando digo "íntimo" no me refiero a un encuentro meramente genital, porque ese no es mi servicio, me refiero a un espacio para sí mismos, para ser felices, sin juzgamientos, que les permitiera devolverles la tranquilidad, a pesar del supuesto riesgo que tomaban si recibieran el servicio.

Cuando se abren nuevamente las puertas de mi spa, siendo yo la primera en mi ciudad en implementar avanzados protocolos de bioseguridad que se requieren, escuché historias como estas:

―Uff, me hacía muchísima falta estar aquí.

―¿Por qué lo dices?

―Por todo: la tranquilidad que me genera este lugar, por tus poderosas y sanadoras manos, tu especial energía, por cómo me consientes, por cómo me haces feliz.

―Gracias por tu valoración por el servicio, pero te pregunto: ¿Con esta cuarentena has tenido más tiempo con tu esposa o novia para los encuentros íntimos?

―Sí y no. 

―No entendí. Explícame, por favor.

―¿Tiempo?, mucho, pero trabajando en casa las jornadas laborales se extendieron. Mis jefes me llaman muy temprano y también hasta muy tarde. No entiendo por qué piensan que si estoy en casa puedo destinar más tiempo para laborar. Lo otro es que parte de ese tiempo nos toca a mí esposa y a mí estar en las clases virtuales de mis dos hijos y este “temita” del acompañamiento y las tareas ha sido una cosa loca, en fin. Al llegar la noche mi esposa y yo estamos tan cansados que sólo queremos dormir. Ahinoa, yo creo que eso del sexo en cantidad ha sido para las parejas que viven sin hijos. 

―En eso último tienes razón. Hubo unos vídeos virales de estudiantes de las universidades a los que se les olvidaba bajar el volumen en las clases virtuales y se les escuchaba todo el espectáculo de sexo que tenían. Incluso en Colombia, funcionarios públicos en sus sesiones olvidaron apagar la cámara y se lograron escuchar y observar escenas embarazosas. 

Las parejas sin hijos, sí que disfrutaron de esta cuarentena. No me puedo imaginar la cantidad de mujeres embarazadas que saldrán de esta pandemia o por el contrario la cantidad de condones que se vendieron que al inicio de la cuarentena escasearon también. Recuerdo especialmente en esos días en una farmacia cercana a mi casa, que mientras yo esperaba en la caja, un hombre llegó desesperado y se acercó a la cajera preguntándole con desespero: 

―¿Aquí sí hay condones?

 A lo que la cajera responde: 

―No señor, desde hace 3 semanas están agotados. 

―Hummm, ¿y guantes quirúrgicos?

― No señor, también están agotados

―Yo pago lo que sea por un simple condón.

―Sí señor, entiendo. Pero realmente no tengo ninguno.

―Bueno, gracias, pues tocará arriesgarse―, y lo dijo como queriendo darle un cargo de conciencia a la cajera, ¿qué te parece?

No puedo olvidar el rostro de inconformidad y a la vez de desespero de ese hombre y de la chica que lo esperaba en el auto. Y cuando dijo: “Pues tocará arriesgarse”, se me vino esta típica frase de mi ex suegra a mi cabeza. “Le pueden más las ganas que el miedo ¿no?”.

―Lástima no haber invertido en un negocio de preservativos, jajaja. Como tú sabes, yo busco siempre dónde invertir mejor.

―Nunca es tarde. Aún estás a tiempo. Te cuento que también la venta de juguetes sexuales se incrementó en un 80% en la cuarentena.

―Hummm, me suena. Voy a revisar el tema.

―Bueno, es hora de concentrarte y recuerda la técnica que te he enseñado.

―Claro que sí.

Y Dios sigue respondiéndole a Neale Donald Walsch:

Vuestras actitudes ante el sexo constituyen un microcosmos de vuestras actitudes ante la vida. La vida debería ser alegría, celebración, y se ha convertido en una experiencia de "no tener nunca bastante", de temor, ansiedad, envidia, rabia y tragedia. Y lo mismo puede decirse respecto al sexo.

Habéis deshonrado el sexo, como habéis deshonrado la vida, calificándolo de malo y de cruel, en lugar de verlo como el más alto don y el mayor placer.

Escucho luego cómo su respiración aumenta al igual que las palpitaciones en su vientre y luego siento como su miembro vibra y su cuerpo se contorsiona con unos quejidos muy sutiles y mis manos se desplazan por su cuerpo para mover su energía sexual y canalizarla. Allí es cuando literalmente se hace honor al párrafo del libro: “El sexo como el más alto don y el mayor placer”.

Y ahora te pregunto a ti: ¿cómo ha sido tu experiencia sexual en la pandemia?

Los espero en mi próximo artículo.

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