Muchos optimistas auguraban la transformación moral de la humanidad tras la pandemia. Hablaban de solidaridad, perdón y reconciliación. Sin embargo, las cifras y los datos reflejan lo contrario: egoísmo, opresión y hasta humillación afloran en medio de las afugias causadas por el coronavirus.
Según la Organización Mundial de la Salud, Canadá adquirió vacunas para tres veces más la población de su país, mientras que Guinea solo ha podido negociar 25 y Colombia con más de 50.000 muertos no ha podido empezar a vacunar; lo propio han hecho países europeos, han duplicado la adquisición, marginando a los tercermundistas. ¿Podemos hablar de solidaridad?
Según Unicef, diariamente mueren 8500 niños por causa del hambre, 3 de ellos en Colombia. ¿Podemos hablar de humanismo?
Según la BBC, 8 millonarios tienen más dinero acumulado que la riqueza que tiene más de media humanidad. Bill Gates, Amancio Ortega, Carlos Slim, Warren Buffet, entre otros, podrían comprar medio planeta. ¿Podemos hablar de justicia distributiva?
Además, en Colombia, la corrupción se apodera anualmente de 50 billones de pesos, que equivalen al 15% del presupuesto nacional y al 5% del Producto Interno Bruto PIB. ¿Bajó esa cifra en el primer año de la pandemia? Respuesta: no. Y las cifras anuales del contrabando anualmente pueden ser superiores a 5 billones, con lo que se podrían construir perfectamente 10 hospitales de tercer nivel en cada vigencia...
Según datos oficiales, el desempleo en agosto de 2020 fue del 16.8%, sin contar con el empleo informal o economía del rebusque en ciudades como Cali, según su alcalde, supera el 68%, y que la precarización laboral campea ante la mirada condescendiente de la institucionalidad.
En el mundo 2.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable, es decir que 1 de cada 3 habitantes del planeta no cuenta con la garantía de acceso a este derecho humano.
La pregunta obligada, ¿qué debemos entender por justicia? Según los griegos, la justicia es dar a cada quien lo que le corresponde; sin embargo, en tiempo real estamos muy lejos de materializar este postulado. En Colombia, un país del tercer mundo, parece inaudito que existan personas más ricas que Donald Trump, pero así es, Luis Carlos Sarmiento tiene 3 veces más la fortuna del expresidente de los Estados Unidos.
Según la Cámara de Comercio de Bogotá, cerca de 53.000 empresas tuvieron que cerrar en 2020, hay renglones de la economía que literalmente desaparecieron.
La solución está en los cambios estructurales que permitan un diseño institucional más acorde con la dinámica y las realidades propias de los territorios, que nunca nos lleve a caer en las fauces del comunismo, pero que tampoco permita que niños colombianos sigan muriendo de hambre, empresarios en la mendicidad, que no tengamos que ver semáforos abarrotados de limosneros.
Las soluciones del populismo de bajar el sueldo a los congresistas o de reducir el número de curules en nada contribuye al debate de fondo, que debe centrarse en la moralización de la administración pública, en la prestación eficiente de los servicios a cargo del Estado y sobre todo una justicia tributaria más condescendiente con los estratos menores.