La población en situación de hambre y pobreza viene en aumento debido a la recesión económica y social producida por la enfermedad mundial del coronavirus, así lo deja ver el último informe conjunto Cepal y FAO emitido el 16 de junio del presente año, el cual alerta que, la actual crisis sanitaria mundial está a punto de transformarse en una crisis alimentaria. Uno de los aspectos que más resalta el informe es lo que tiene que ver con la interrupción de la cadena de suministro debido a las disrupciones logísticas. En específico en Colombia hay problemas con la oferta a la par que muchos hogares dejaron de consumir debido al confinamiento, pero también a que aumentó el desempleo y quienes vivían de la informalidad dejaron de percibir lo poco que entraba a sus hogares para la manutención.
Aunque el sector agropecuario ha sido de los sectores que durante la pandemia se ha mantenido activo, presenta serias dificultades como el aumento del precio en los agroinsumos, el temor de los transportadores de contagiarse al llegar a Corabastos, el cierre de cadenas de restaurantes, cafeterías y demás establecimientos que proveen alimentos y sumado a lo anterior, el histórico estructural problema de no poder sacar los productos debido al mal estado de las vías terciarias y la corrupción en programas de créditos y subsidios; estas problemáticas aumentan las preocupaciones de no poder recuperar lo invertido, lo cual dificultará la producción en el segundo semestre del año, viéndose ya departamentos que disminuyeron las siembras como el Valle, Nariño y algunos del caribe.
El informe añade cifras preocupantes como el aumento de la pobreza en 3,5 puntos porcentuales, mientras que se prevé que la pobreza extrema aumente 2,3 puntos porcentuales, alcanzando al 13,5% de la población de la región, la incidencia más alta de las últimas dos décadas. Eso implica que 15,9 millones de personas más podrían caer en la pobreza extrema, con lo que afectaría a 83,4 millones de personas en 2020. Lo anterior además de obstaculizar el acceso a alimentos básicos y nutritivos, aumentará la brecha de desigualdad nutricional, lo cual será propicio para más casos de covid y demás enfermedades asociadas a la falta de calidad en la alimentación.
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Falta una política agroalimentaria que no solo beneficie a los grandes productores agropecuarios sino y en especial, recursos destinados a los pequeños y medianos productores
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Del informe es preocupante el análisis de como la recesión económica de millones de hogares repercutirá directamente en la seguridad alimentaria, dejando claro que el hambre se deriva de la pobreza y no de la falta de alimentos. Este aspecto del informe debe llevarnos a la apertura del debate sobre la falta de una política agroalimentaria que garantice a todos el derecho a la alimentación, una política que no solo beneficie a los grandes productores agropecuarios sino y en especial, recursos destinados a los pequeños y medianos productores, así mismo destinar recursos y logística para la apertura de mercados locales, con subsidios reales que le permitan a los productores flexibilizar precios para los hogares que en estos momentos presentan mayor pobreza.
Con base en lo anterior, me preguntó por qué el gobierno nacional y los gobiernos locales priorizaron la compra de kits de alimentos a grandes productores, cadenas de supermercados y empresas, poniendo en esos kits solo alimentos no perecederos, granos y no se ven por ejemplo hortalizas, verduras o frutas, es decir ni balanceado en términos alimenticios ni balanceado en favorecer también a los pequeños y medianos productores agropecuarios, eso que ni hablar de los altos precios que se pagaron por aquellos kits, poniendo en evidencia que en los momentos de más crisis y necesidad solo le va bien a aquellos que ejercen la corrupción.
El informe Cepal/FAO realiza una serie de recomendaciones que además de justas, son urgentes y se deben aplicar desde ya como reforzar el ingreso básico de emergencia con un bono contra el hambre, otorgar apoyo financiero al sector agropecuario, a lo que le agrego que se debe tener en cuenta a medianos y pequeños productores, lograr una articulación entre el sector privado y público para garantizar producción, abastecimiento, distribución y un amplio acceso a alimentos. En lo que respecta a acceso, es necesario priorizar a las mujeres, a la comunidad travesti, niños, adolescentes y desempleados. Y de nuevo expreso lo que ya he dicho antes, urge un nuevo pacto agropecuario y de seguridad alimentaria.